Con el adiós formal de Eulalio López, que puso fin hace dos días a una ejecutoria profesional de más de seis lustros, suman ya 34 las veces que se ha anunciado la despedida de un matador de mayor o menor envergadura en la Monumental capitalina, incluidos ocho espadas extranjeros y hasta una segunda interpretación de "Las Golondrinas" para alguien ya despedido con anterioridad aunque arrepentido, reaparecido y vuelto a tornar (Eloy Cavazos, quién más). Ya veremos hasta qué punto resultó efectivo el voto de no volver a vestir el terno en la mayor parte de los casos comentados.
Confiamos, desde luego, en que la proverbial seriedad de El Zotoluco no flaqueará en ese sentido, y que, realmente, la del sábado –aunque los méritos y los réditos los haya acaparado Enrique Ponce– haya sido la tarde de su adiós definitivo, siguiendo la ilustre huella que dejaran en El Toreo Rodolfo Gaona (12-04-25), Pepe Ortiz (14-03-43) y me temo que ninguno más. Bien es verdad que en el coso de la Condesa, teatro de la época de oro de nuestra tauromaquia, las despedidas anunciadas como tales se dieron a cuentagotas, al contrario de La México, donde han sobreabundado.
Los que se fueron de verdad
Encabeza la lista don Jesús Solórzano Dávalos, acartelado con Luis Procuna (le cortó el rabo a "Gitano") y Rafael Rodríguez con reses de Matancillas; a Chucho se le trató con especial consideración y hasta paseó la oreja de "Campasolo", el cuarto, del que se deshizo con facilidad a pesar de su probona y aplomada condición (10-04-49).
Vino luego (22-02-53) una doble despedida, en corrida Guadalupana de ocho toros para ocho alternantes, aunque de las dos la única efectiva fue la de Carlos Arruza (le cortó a ley las dos orejas a "Peregrino" de Torrecilla), pues Manolo dos Santos (con la oreja de "Ayate", de Heriberto Rodríguez) habría de tornar a calzarse el chispeante.
A las pocas semanas (01-03-53) fue Silverio el dimitente, con la oreja, más bien simbólica, de “Malagueño” de San Diego de los Padres, toro que le obsequiara su compadre José Pagés Yergo para paliar la mala tarde del texcocano.
Al año siguiente tocó turno al gitano Cagancho, ya casi inactivo a esas alturas (24-01-54) y cariñosamente agasajado por la memoriosa concurrencia tras despachar a "Cerecero", flojo ejemplar de La Laguna.
Una gran despedida fue la de Jorge "El Ranchero" Aguilar (11-02-68), autor de un auténtico faenón al último de su vida, "Forjador" de San Miguel de Mimiahuápam, del que paseó dos orejas en un clima de apoteosis antes de que sus pequeños hijos le desprendieran el añadido.
Menos fortuna tuvo Humberto Moro, el de la izquierda de oro, que dijo adiós con el difícil "Durangueño" de José Julián Llaguno en tarde arrolladora de Joselito Huerta (tres orejas y rabo: 31-01-71), quien sería, precisamente, protagonista del siguiente adiós definitivo (28-01-73), con Manolo (dos apéndices) y Manzanares al lado y sin especial suerte con su lote del propio hierro zacatecano, del cuarto. de los cuales, "Huapango", el juez Joel Marín decidió otorgarle las orejas y el rabo, extralimitando el valor simbólico de dichos trofeos, pues la torera faena del León de Tetela no había pasado de voluntariosa.
Suceso mayor, en cambio, lo constituyó la despedida del berrendito Luis Procuna (10-03-74), largamente alejado de los ruedos por disputas sindicales y vuelto a ellos para decirnos adiós, ¡y de qué manera!, pues bordaría con “Caporal”, el 4o. de Mariano Ramírez, uno de los trasteos cumbres de su carrera, obra de gran arte y originalidad premiada muy justamente con el rabo del bravo y encastado burel. Alternaba con Eloy Cavazos y el hijo de Chucho Solórzano, al que Luis había homenajeado en su despedida del año 1949; el nuevo Solórzano cuajó a plenitud al cárdeno "Billetero", y del corte de la coleta natural de Luisillo se encargaron sus tocayos Castro y Briones, los mismos de su confirmación capitalina del 26 de diciembre de 1943.
De ahí pasamos a una digna actuación del veterano Jaime Rangel (05-05-85) con mansurrones de La Soledad, y la oreja de “Emir” como presea. Ya casi inactivo, Manolo Espinosa vino a despedirse (23-02-92) con un toro de obsequio llamado "Dos Reales", de Fernando de la Mora, al que pasó fatigas para pasaportar, aunque el público estuvo con él afectuoso, como correspondía.
Y llegamos así al otro adiós definitivo para un torero hispano, en este caso Miguel Báez Spíndola "Litri", que vistió su último traje de luces para hacer el paseíllo en Insurgentes al lado de Ponce y Jerónimo, a los que superó en buena lid desorejando a su primero, "Guateles" de Xajay (12-12-99).
Menos afortunado, Jorge Gutiérrez hubo de pechar con un auténtico marrajo, "Inolvidable", de Carranco, sin menoscabo de recibir la oreja del bicho a cambio de certera estocada, pues no por nada había sido un consentido del cónclave capitalino (04-04-2007).
A Manolo Arruza, en cambio, el juez le regateó el trofeo a una buena faena postrera, la de "Veracruzano" de San José (18-11-2009), tal vez porque el hijo del Ciclón ya había paseado en triunfo la de "Dulce de Coco", su primero. Otra oreja de ley fue la que Manolo Mejía le arrancó, exponiendo y toreando de verdad, al último de su vida profesional, "Alicoche", un manso de Marco Garfias con ganas de amargarle la fiesta al tacubense (02-12-2011).
Como se habrá comprobado, la suma de despedidas no falseadas por posteriores retornos suma exactamente 14, a las deseamos sinceramente pueda agregarse la del recién ido Eulalio López, rey tuerto hasta el sábado de nuestra declinante torería.
Fue su última en la México
Una decena de diestros dijeron adiós en la Plaza México y supieron honrar su palabra, con el único pero de continuar activos por otros cosos y latitudes. El primero fue Fermín Rivera, que se fue cuando estaba en plenitud, aquejado de serios problemas cardíacos, con inolvidable faena a “Clavelito III” de Torrecilla, bravísimo burel al que bordó desde su salida, quitazo por gaoneras incluido (17-02-57). Fermín ya no volvería a la México pero reapareció y toreó por provincia hasta el definitivo corte de coleta, a cargo de su pequeño hijo Curro en San Luis Potosí (01-01-64).
Un caso semejante fue el de Alfonso Ramírez "Calesero" (20-02-66), objeto de cariñoso adiós con oreja al canto por parte de un público embelesado aún por su prodigioso toreo de capa con el abreplaza "Tamborero", más que con el difícil y postrer "Mañanero", de Valparaíso.
En cambio, para Paco Camino pintaron bastos de cabo a rabo, así de fulastre fue su lote de San Miguel de Mimiahuápam y hasta el obsequiado "Arcángel", del que de todos modos arrambló simbólico apéndice (01-04-78). Por contra, Curro Rivera tuvo un adiós triunfal (15-11-92: oreja de "Circurret" y las dos de "Cumbre", el cuarto), por lo menos hasta que pruebas de laboratorio revelaron que Julio Delgado había enviado tierna y afeitadita novillada; preparaba su vuelta a la Monumental cuando lo sorprendió la muerte (21-01-2001).
Tampoco volveríamos a ver por aquí a Antonio Lomelín tras su emotiva faena de dos orejas al muy serio "Segador" de Rancho Seco (18-01-96). Ni, en la capital al menos, a los hispanos Manzanares padre (09-02-97) y Ortega Cano (17-12-2003), con su obligado auricular de recuerdo. Simbólico homenaje que se extralimitó en el caso de Manuel Caballero (21-11-2004), que tuvo una gran tarde premiada en demasía (tres orejas y hasta el improcedente rabo del berrendo de Reyes Huerta "Gota de Miel"). Ya habíamos despedido por segunda vez y premiado de más a Cavazos (16-12-2001) y aún faltaba Rafael Ortega, con otro rabo disparatado de "Farruco" de Los Cues, último suyo… en La México (05-12-2013).
Regresaron al embudo
Y ahora, aquellos cuyo adiós resultó simple hasta luego. Son nueve los que de tal guisa nos tantearon, empezando por David Liceaga (primera despedida habida en la Gran Cazuela: 02-02-47) y don Fermín Espinosa Saucedo (de triunfal encerrona con toros de La Punta, 03-04-49).
Tampoco fue efectivo el adiós de Manolo dos Santos, como quedó asentado líneas atrás (22-02-53), ni los de Capetillo padre (26-02-68, tristón), Manolo Martínez (30-05-82, tres orejas y rabo), Eloy Cavazos (su encerrona del 10-03-85 terminó en bronca), Niño de la Capea (05-02-95: le tumbó el rabo a "Piropo" de De Santiago para devolverlo cuando regresó para confirmar a su hijo) y Miguel Espinosa (12-12-2004), la borrascosa tarde de los cuatro chivos de Julio Delgado devueltos a cojinazos como castigo a los excesos administrativos del desaprensivo hidrocálido y su compadre Enrique Ponce, a quienes enjabonó El Zotoluco, par de orejas al canto.
Queda por mencionar la presunta despedida de El Pana (07-01-2007), que funcionó más bien como relanzamiento de la carrera del veterano y original espada, inesperadamente proyectado al estrellato por sus enormes faenas a "Rey Mago" (triple vuelta al anillo tras pincharlo) y "Conquistador" (dos orejas), excelentes astados de Garfias, oxígeno puro para su a esas alturas más que empolvada trayectoria, perdido como estaba entre un cúmulo de problemas personales, y sin embargo destinado a la inmortalidad que iba a procurarle el letal percance de "Pan Francés" de Guanamé (Ciudad Lerdo, 01-05-2016).