Especial: Una cuestión de sensibilidad
Viernes, 21 Oct 2016
Ciudad de México
Filliza Trassani | Foto: Archivo
Detalle de "El torero alucinógeno", de Salvador Dalí
Pues bien, ¿por qué no imaginamos que la gente que hoy se manifiesta a favor de la protección de los animales comienza por un entorno más simple ? A mí me gusta imaginar un mundo distinto. Sueño con el día en que se adopten niños en lugar de perros, las casas hogar sufren hambre y la ausencia dolorosa de padres, pero a nadie parece importarle.
Hoy la moda nos lleva a obligarnos a ver perros con vestido y alimentarse de comida orgánica, mientras que miles de menores mueren de hambre en todo el mundo. Amantes de los animales que violentan humanos con la causa aparente del sufrimiento animal, pero que desprecian la pobreza y la humildad de pueblos hermanos. Una antipatía constante por el que de frente se enfrenta a un toro y una total indiferencia hacia el hambre y la necesidad ajena que se ve en las calles todos los días cuando alguien se te acerca y te suplica: "¿me regalas un peso para un taco?". He visto a muchos defender animales y escupir hombres.
Imagino como sería el mundo, si estas personas que dicen "no a los niños en la plaza de toros" se ocuparan mas de la educación de sus hijos, de pasar tiempo con ellos, de leerles más, de eliminarles el televisor, el celular y la Internet; de explicarles cómo funciona la vida y esta profesión, y dejar que ellos al crecer elijan por cuenta propia el gusto o disgusto por algo, de sembrar en ellos la semilla de la tolerancia del respeto y la educación, del amor a otros semejantes a pesar de cualquier profesión a la que se dediquen.
Me gusta imaginar que estas personas en lugar de recurrir a la agresión, te pueden invitar a tomar un café y hablar de forma pacifica y civilizada sobre sus altos ideales, pero respetando lo que los demás también creen, sin tratar de convencerte de nada. Es más fácil llegar a tener acuerdos y cambiar perspectivas cuando se escucha y se dialoga, que cuando se grita, se condena o se insulta.
Para finalizar he comprendido el porque a esta profesión se le llama arte (y el arte no es la muerte del animal) sino todo lo que hay detrás, fuera de la batalla final, la tauromaquia posee diálogos, las reuniones son siempre cálidas y respetuosas entre los individuos que se encuentran en ellas. Se cantan coplas de canciones pertenecientes a una cultura, se citan escritores, se recita poesía, La confección de los trajes de luces a manos de sastres y costureros que han heredado esta profesión, también es arte. La calidad humana con la que se tratan estas personas hoy día es un arte. Se autodenominan los "taurinos", como uno solo. "Todos nos conocemos y saludamos porque al estar en la plaza somos una familia", me comentaba el novillero José Rodrigo Cepeda hace unos cuanto días.
Entiendo porque en la casa, mi abuelo citaba "Vida estamos en paz", de Amado Nervo, y "A Rosario", de Manuel Acuña. Porque siempre había música y folclor y gente yendo y viniendo.
Mi abuelo fue torero y padre de 16 hijos, a ninguno le falto absolutamente nada, porque era un hombre con los valores bien puestos, trabajador y amoroso, con nosotros y su entorno. Culto. Leía demasiado a pesar de no haber asistido a una escuela porque el nació en plena Revolución, se crió en un carreta y aprendió hacerse hombre, a sobrevivir de entre miedo de la guerra, del hambre, de la desigualdad. Viajó a León y allí se volvió banderillero y comenzó a torear, uno de sus maestros fue el gran Joaquín Rodríguez "Cagancho".
Ojala la gente que condena la tauromaquia, hubiera tenido la oportunidad de tener un abuelo como el mio. Tal vez sería un poco como yo. Tal vez serían mas humanos, mas cultos, mas respetuosos, mas amables, mas tolerantes, mas educados, mas abiertos. Tal vez se darían a la labor de la investigación constante con las herramientas correctas para tener argumentos sólidos para defender su postura. Tal vez serían capaces de manifestarse sin recurrir a la violencia. Y tal vez sería mas fácil convivir y hacer menos tensa la desigualdad de opiniones, sin amenazar, insultar y desear la muerte de un semejante, por defender la vida de un animal.
Seamos coherentes y conscientes con nuestras acciones y pensamientos. Dejemos de lado la hipocresía y la falsa moral. No imagino el pensamiento de la gente que es antitaurina, que desea la muerte de un torero, de un niño que sueña con serlo… hacía un carnicero… ¿será acaso el mismo deseo de muerte tan encarnizado?
Tal parece que los valores de modernos, fueran la intolerancia, la violencia, la falta de respeto y la ignorancia…
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