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Anecdotario de Giraldés: Garza y el color azul

Viernes, 29 Jul 2016    Tijuana, B.C.    Giraldés | Opinión   
Lorenzo Garza le tenía manía al color azul
Algunos toreros son muy supersticiosos, pues están convencidos que vistiendo ternos de ciertos colores tendrán buena suerte y, en cambio, usando otros de distintos colores todo les saldrá mal, según las circunstancias que han rodeado este tipo de experiencias desagradables para ellos.

Lorenzo Garza sufrió dos o tres cornadas grandes y graves vistiendo ternos de color azul, con bordados en oro o plata. El toro "Chavalillo", de Torreón de Cañas, lo hirió en El Toreo de la Condesa una tarde en que estrenaba un vestido celeste y plata. En Barcelona un toro le atravesó el muslo izquierdo vistiendo de azul y oro.

Años después compró un Cadillac azul y pocos horas después de haberlo sacado de la agencia, un cafre que manejaba un camión materialista se le fue encima y el coche del torero de Monterrey quedó convertido en chatarra. Garza estaba convencido de que el color azul le traía muy mala suerte, y no solamente no lo vestía en su ropa de calle, sino que solía alejarse de quienes llevaban prendas de dicho color.

En la casa del maestro José Alameda se comía muy bien. Tenía una cocinera, Pilar, que guisaba de maravilla. Cuando yo iba a México, don Pepe tenía la amabilidad de invitarme a comer a su casa. Recuerdo bien una ocasión en la que que me convidó. Pilar iba a hacer un cocido madrileño. Siendo mexicana, le quedaba mucho mejor que a muchas madrileñas. Poco antes de la hora en que habíamos quedado sonó el teléfono:

"Le hablo para hacerle saber que invité a Lorenzo Garza. A él le gusta muchísimo el cocido que prepara Pilar. No se vaya usted a poner nada de azul, pues Lorenzo le tiene manía a ese color", me dijo el maestro.

En esa comida la pasamos de maravilla. El Ave de las Tempestades, como también le apodaban, y el maestro Alameda, hablaron sin parar; yo lo escuchaba, aprendiendo y disfrutando.

De pronto, sonó el teléfono, que estaba en una mesilla junto a la mesa del comedor. El maestro contestó y algo le decían y él apuntaba en una libreta. Garza estaba a su izquierda y de inmediato se dio cuenta del color de la tinta con la que Alameda apuntaba: era azul. Al colgar, Pepe tuvo que responder una pregunta del torero norteño:

"Oye, Pepe, ¿cómo es que escribiendo tan bien como escribes, lo hagas con tinta azul?

La respuesta de Alameda fue muy elocuente, porque le contestó con otra pregunta: "¿Te has dado cuenta, Lorenzo, de que los billetes de cincuenta pesos son azules?"

Si pensarlo un segundo, Garza respondió de manera aguda e ingeniosa: "Mira, Pepe, el dinero, de cualquier color, quita la mala suerte".

Alameda y yo nos miramos con asombro y acto seguido rompimos en una sonora carcajada de la que Lorenzo Garza fue cómplice.


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