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Toreo del bueno en el homenaje a El Tortuga

Lunes, 20 Jun 2016    Quito, Ecuador    Santiago Aguilar | Foto: Alberto Gómez   
Cobo expresó su toreo

La pronta y fuerte embestida de la res y la incombustible habilidad de El Tortuga se fundieron, una vez más, en el ruedo de la plaza de toros "Belmonte" en momentos en que el banderillero prendía su último par en lo alto del morrillo, la dramática voltereta posterior consumó un instante fantástico que sintetizó la vida y la lucha librada por el gran Neptalí Casa en su inagotable trajinar de más de medio siglo por las arenas del mundo.

El emocionante episodio se vivió el pasado sábado durante el homenaje que recibió el torero por su despedida de la actividad profesional. Lo cierto es que la tarde fue una inolvidable secuencia de gestos de afecto al veterano subalterno y momentos de toreo del bueno a cargo de quienes hicieron el paseíllo en tan señalada ocasión.

Fue durante la lidia del cuarto de la tarde en que el festejo adquirió niveles sobresalientes, un gran novillo de Campo Bravo permitió que el matador José Alfredo Cobo exprese su toreo en una faena sobria con momentos de categoría e importancia. 

La impecable lámina del astado y sus codiciosas embestidas auguraron la reñida pelea con el picador y el posterior ir y venir tras los vuelos de la muleta en medio centenar de vibrantes acometidas bien administradas por su afortunado lidiador que supo plantarle cara a la res con firmeza primero y clase, mucha clase después, en repetidas series de muletazos cargadas de gusto y torería.

Derechazos y naturales se sucedieron con los ayudados por bajo y pases de pecho, los signos de puntuación de una obra pausada acorde con la personalidad de su ejecutor que al fin pudo mostrar la tauromaquia que lleva en el alma. El indulto del novillo y los máximos trofeos para Cobo sellaron el capítulo central del festejo.

En plan triunfal pasaron por el redondel el diestro Juan Pablo Díaz que trasteó con solvencia a un ejemplar de Santa Rosa y el jinete David Albuja que mostró seguridad y buenas maneras al conducir sus cabalgaduras. Uno y otro recibieron el doble trofeo al final de sus actuaciones.

Dos representantes de la dinastía Puente, saga del recordado Chulla Quiteño también formaron parte del cartel; Edgar Puente hijo no logró acoplarse con el primero de la tarde, en tanto que Edgar Puente III obtuvo un apéndice al cabo de una entonada labor. 

El rejoneador Vicente Arteaga mostró voluntad ante un deslucido astado de San Marcos; a su momento el aficionado práctico Mario José Solano instrumentó una pulcra faena en la que el toreo a la verónica con el capote y al natural con la muleta tuvieron ritmo y arte premiados con una oreja.

El acontecimiento culminó con la notable actuación de Julio Ricaurte valioso novillero riobambeño formado en México que ha vuelto al país para mostrar sus capacidades y talento al lidiar a gusto a una extraordinaria vaca con el hierro de Triana. Llamaron la  atención su colocación al ejecutar las suertes, la despaciosidad con que manejó las telas y el trazo de cada uno de los muletazos que merecieron dos orejas simbólicas.

Al final los toreros triunfadores fueron paseados a hombros junto con El Tortuga que ya acusaba las molestias de la fractura en la muñeca que sufrió tras prender un par de banderillas en la tarde en que Quito le dijo adiós. 


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