Tauromaquia: Cornadas, en la suerte suprema
Lunes, 06 Jul 2015
Puebla, Pue.
Horacio Reiba | Opinión
La columna de este lunes en La Jornada de Oriente
Fue exactamente en el cruce del clásico volapié: el ligero y astifino astado de La Quinta hundió su pitón derecho en el muslo del mismo lado del torero de Aguascalientes justo cuando éste acababa de enterrar la espada completa en la cruz, se sacudió el bulto de dos rápidos derrotes y,aún lo buscó en el suelo sin conseguir nada más que pisotearlo. Trotó sin rumbo entre el revoloteo de capotes al quite y fue a entregarse unos pasos más allá, cerca del tercio –así de certera había sido la estocada–, mientras las asistencias trasladaban rápidamente a la enfermería al torero herido, que se incorporó a punto del desvanecimiento y arrastrando la pierna perforada. Llevaba una cornada con dos extensas trayectorias que milagrosamente respetó los vasos vitales de la zona. Hasta la enfermería le llevaron las dos orejas.
Sucedió en Burgos el domingo anterior, la única feria de junio que el mexicano logró cazar luego de sus triunfos en Sevilla y Madrid en abril y mayo (me abstengo por esta vez de ahondar en tan flagrante ausencia de reciprocidad). Joselito ya le había cortado la oreja a su primero, había animado los primeros tercios de una corrida asaltillada y embestidora, de la que sus alternantes Fernando Robleño –en línea cada vez más asolerada– y Manolo Escribano –con la bullanga por delante–cobraron cada cual un apéndice, y concluyó, entregándose en el volapié con el resultado descrito, la faena más redonda y completa de su tarde triunfal.
Cada vez más seguro y certero con la espada, el hidrocálido había fulminado a su primero en la suerte de recibir, exactamente el mismo procedimiento empleado para despachar a "Adobero" en Las Ventas mes y medio atrás.
El riesgo de matar según el canon
La historia habla de incontables espadas heridos al practicar la suerte suprema, muchas veces con funestas consecuencias, como ejemplifican los casos de El Espartero, Antonio Montes, Varelito, Manolete y tantos más. Los toreros lo explican señalando que es la única suerte en que, en el momento del embroque, necesariamente se pierde de vista al toro. Lo usual, sin embargo, es que el estoqueador use de algún recurso bien aprendido –"tranquillo", lo llamaban– para aminorar el riesgo y librar el trance con bien. Se habla también de lo fácil que es matar… si uno es capaz de abandonarse a la suerte y volcarse sobre la cruz. Tal como Joselito Adame lo viene haciendo, para justificarse como hombre y como torero. Aunque no con la frecuencia debida, solamente cuando lo contratan y lo dejan vestirse de luces, en España o en México. Pertenece José a esa clase de alternantes que las figuras consideran incómodos. Y que los empresarios mediocres, para abaratarlos, prefieren frenar a promover.
Estoqueadores mexicanos heridos en España
Para nuestros toreros, la experiencia de torear en la península ibérica es tan provechosa como exigente. A pesar de antecedentes reconocidamente ilustres como Rodolfo Gaona, Armillita o Carlos Arruza, no todos la asimilaron bien, por una u otra causa. Entre ellas, la certeza al herir del novillo y el toro españoles, que desbarató muchas ilusiones y amilanó ánimos en apariencia bien templados. Algo hay de mito en esto, como en casi todo. Pero es un hecho que la sangre de las cornadas es la prueba suprema que la valentía profunda debe superar. Y la suerte de matar el momento preciso del ser o no ser, así se trate de asegurar un triunfo, despachar un marrajo o revelarle al mundo –y en primer lugar al propio torero– la realidad de una vocación profesional y una ética personal realmente recia o fatalmente quebradiza.
Cuando uno repasa la historia de la torería mexicana en ruedos españoles, se encuentra con una impresionante cantidad de cornadas de todos los calibres (más de una treintena solamente en plazas de la capital). Intenté recordar, al socaire de la de Joselito Adame en Burgos, heridas recibidas por toreros nuestros al entrar a matar. Y me encontré con las siguientes.
Los Freg, sangres generosas
Este título no corresponde al columnista sino a un poeta (Gerardo Diego), como tenía que ser. Fue precisamente al estoquear a "Saltador", de Contreras, que Miguel Freg, bisoño y prometedor novillero, sufrió en la plaza vieja de Madrid aquella cornada en la yugular que segó su joven vida (12-07-14). Era su primera temporada en España y repetía ante los madrileños tras promisorio debut. Y fue justo al presentarse en Sevilla que Luis, su hermano mayor, ya matador de toros, sufrió una tremenda cornada de la que de momento nadie se enteró –ocurrió al entrar a matar al sexto de Gamero Cívico–, pues la cogida sobrevino al dar un pinchazo y el de Nonoalco se levantó como si nada, empuñó de nuevo muleta y espada y despachó a su heridor de monumental volapié, registrándose incluso un amago de salida en hombros que él declinó argumentando que deseaba que lo revisaran en la enfermería de la Maestranza: despojado del terno malva y oro, le reconocieron una cornada penetrante de vientre.
Gregorio Corrochano, el celebrado cronista del diario ABC, da cuenta de otra cornada a Luis Freg, esta vez en la plaza de Madrid, cuando un toro de Moreno Santamaría se lo llevó por delante como culminación de otro de sus colosales volapiés (27-03-21). "Tiene Freg un estilo de matador muy bonito, muy puro y muy verdad, que no ha sido debidamente estimado", había escrito hacía poco. Como para corroborarlo, el mismo Luis se entregó, como siempre, al estoquear a un buen mozo de Matías Sánchez, que lo enganchó en el centro de la suerte y lo recogió en el suelo sin alterar el semblante sereno de aquel hombre al que en España apodaran "Don Valor" (Madrid, 23-09-23).
Esa ausencia de teatralidad, que también afectó a lo largo de su carrera el impacto causado por su toreo en los públicos, hizo pensar que no estaba herido, pues incluso intentó descabellar al toro, lo cual no fue necesario. Luego resultó que tenía una cornada en el muslo y otra en el costado que le lesionó la pleura. El pronóstico del doctor Jacinto Segovia fue de muy grave, y necesariamente penosa la recuperación de aquel diestro al que los toros hirieron 54 veces, y que fue a perder la vida al volcarse una lancha sobrecargada de turistas en la laguna del Carmen, estado de Campeche.
Luis Freg, ejemplo de pundonor torero, ha sido uno de los estoqueadores que con mayor pureza y autenticidad han ejecutado la suerte suprema en la larga historia del toreo.
De Rodolfo Gaona a Manolo Martínez
La lista de mexicanos heridos en España al entrar a matar la inaugura Rodolfo Gaona en la feria de Córdoba de 1912, que pintaba para ser su mejor año y que justamente este grave percance trastocó. Ocurrió con su primero de Gregorio Campos "al que le había hecho una faena tan completa y de mi gusto como la de Sevilla", apostilla el propio Indio en Mis veinte años de torero. La cornada, en el pecho, lo retiró un buen tiempo de la circulación y además le quitó el sitio.
Historia aparte es la del terno negro y oro que vestía aquella tarde cordobesa, y que protagonizaría una macabra secuela que no es del caso relatar aquí. Poco después, Juan Silveti Mañón era herido leve al estoquear al toro de su confirmación en Madrid, "Zarcillo" de García de la Lama (08-04-17). La siguiente víctima fue el gran matador hidalguense Heriberto García, que cambió la gloria de cortar un rabo en Madrid por la cornada más grave de su vida, por un toro de Bernaldo de Quirós al que, luego de tal faenón, quiso matar recibiendo (20-04-30), sufriendo la herida que frenaría su ímpetu de figura, en México y en España.
Como ocurriera también con el poblano Antonio Campos "El Imposible", que pasó en pocos días de triunfar en San Isidro al calvario de un cornalón que le seccionó la safena en el provinciano coso de Plasencia (09-06-63), el más grave de una seguidilla de percances debidos, según se supo después, a lo avanzado del cáncer de páncreas que finalmente lo abatiría (28-12-64). Fue al estoquear al primero de Manuel Arranz y le llevaron las orejas a la enfermería.
O como a Manolo Martínez en Cáceres (29.09.69), de un morlaco de Pérez Valderrama que lo cogió en la ejecución del volapié, en corrida que ni siquiera figuraba en la agenda del regiomontano, recuperado de dos percances recientes, de menor gravedad, pero incapaz de superar el peso emocional de este tercero, tan grave que casi pierde la pierna debido a una mala intervención quirúrgica in situ, que el doctor Máximo García de la Torre tuvo que corregir urgentemente en Madrid, con la gangrena al acecho.
El último mexicano herido en España al entrar a matar fue Sergio Flores, por el toro de su confirmación madrileña, luego de una faena de enorme entrega y torerismo. "Jareño", de Criado Holgado, pesaba 590 kilos y ya le había lesionado la rodilla al empitonarlo cuando se cruzaba con él muleta en mano, dejándolo muy mermado. La cornada, de dos trayectorias, llegó porque Sergio, afectado en su movilidad, no se pudo ir del toro tras dejar media estocada (05-06-13).
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