El 27 de noviembre de 1994, hace justamente 20 años, la Plaza México fue testigo de uno de los acontecimientos más relevantes de la última parte del siglo XX, pues aquella tarde tuvo verificativo el indulto del gran "Zalamero", de la ganadería de Manolo Martínez, cuajado por Manolo Mejía.

"Zalamero" se convirtió aquel día en uno de los astados más famosos lidiados en el coso de Insurgentes y se ubica dentro del pequeño grupo de los 28 toros indultados en la historia de este redondel capitalino.

Manolo Mejía encabezó el cartel de aquella corrida, cuarta de la Temporada Grande 1994-1995, y alternó con el valenciano Enrique Ponce y el regiomontano Arturo Manzur, ante el encierro de Manolo Martínez y una gran entrada que llegó prácticamente a los tres cuartos de aforo.

De corinto y oro, Mejía lidió a "Zalamero" en el segundo turno y, tras la suerte de varas, ejecutó un vistoso quite por fregolinas. Luego de cubrir lucidamente el segundo tercio, brindó su faena a Miguel Alemán Magnani y eslabonó un trasteo en el que brilló la largueza de muchos de los muletazos.

El toro de Manolo Martínez tuvo mucho fuelle y bravura, acudiendo codicioso a la roja muleta de un Manolo Mejía que dio rienda suelta a la inspiración, quizá como pocas veces a lo largo de su carrera y en lo que fue una faena consagratoria, mientras el público comenzaba a agitar sus pañuelos en demanda del indulto.

Este gran toro siempre fue a más y tuvo mucha duración. No fue un ejemplar fácil, como nunca es sencilla la bravura, pues quería "comerse" la muleta y contó con transmisión.

Finalmente fue concedido el premio para el estupendo toro, que fue motivo de orgullo para su criador, el maestro Manolo Martínez, que acompañó a Mejía en una pletórica vuelta al ruedo. Esta tarde significó el posicionamiento de Manolo Mejía como uno de los toreros más importantes de México.

Herrado a fuego con el número 555 y 511 kilos de peso, "Zalamero" era hijo del semental 72 de la "J", de San Martín, y luego de ser indultado se convirtió también en un destacado semental.
 
Manolo Martínez se lo obsequió al propio Mejía, que tiempo después lo vendió a Manuel Fernández, ganadero de El Rocío, donde dejó importante descendencia y además pasó por un histórico el proceso de clonación. "Zalamero" murió precisamente en esta vacada poblana, en agosto de 2009, cuando contaba casi con 19 años de edad.

Acompaña a este texto el vínculo al video de aquella faena, publicado en el portal multimedia YouTube.