Ayer en Las Ventas de Madrid, el subalterno Raúl Ramírez sorprendió a propios y extraños con la impecable ejecución del salto de la garrocha, resucitando una suerte antigua y que en tiempos modernos ha quedado prácticamente en el desuso dentro de las corridas de toros.
En algunas ocasiones, los grupos de recortadores españoles realizan esta añeja suerte en el marco de la gran variedad de saltos que ofrecen al público, pero el uso de la garrocha no es común para los aficionados que acuden a festejos de luces.
De acuerdo a los registros con los que contamos, el salto de la garrocha ya se ejecutaba en el siglo XVII y con mayor frecuencia en el XVIII, como queda constancia en varios grabados de la época. Particularmente, la belleza con la que Francisco de Goya los representa en su Tauromaquia.
Algunos de sus principales exponentes en aquellos tiempos fueron Martincho, Juan Apiñani y Falces, entre muchos otros. El salto de garrocha era una suerte que generalmente se ejecutaba de salida, con el toro entero y después de que rematara en las tablas.
Ya en el siglo XIX su ejecución comenzó a ser menos frecuente, aunque todavía era común verla en las plazas de toros. Para el XX, prácticamente desapareció en los festejos taurinos, y en España solamente realizaban esta suerte algunos toreros, como José Calabuig, Aurelio Calatayud, El Chico de Madrid o Antonio Porras, entre algunos más.
En México, algunos de los últimos matadores que realizaron el salto de la garrocha fueron Jorge de Jesús "El Glison" y Alfredo Ríos "El Conde", o el novillero Hilario "El Oaxaco", así como en alguna ocasión el también novillero Claudio Montiel.
Acerca de su ejecución, Luis Nieto la explica de la siguiente manera en un artículo publicado en portaltaurino.com:
"El saltador escogerá el terreno atendiendo a las condiciones del toro. Saldrá en la rectitud del toro y lo alegrará con el movimiento del cuerpo o bien con la voz, para que parta hacia él. Al llegar al centro de la suerte, que el torero debe medir con precisión, clava la garrocha en el suelo, se apoya en ella y, elevándose como si fuese a vadear un arroyo, va a caer por los cuartos traseros del cornúpeta, llevándose el palo algunas veces y soltándolo en la mayoría".