Tauromaquia: Cuento de Navidad
Lunes, 31 Dic 2012
Puebla, Pue.
Horacio Reiba | Opinión | Foto: Botello
El recuerdo de aquella gran faena de Manolo a "Amoroso" de Mimiahuapam
Todos conocemos, aunque sea por referencias, el Cuento de Navidad de Charles Dickens. La historia del avaro y explotador banquero Ebenezer Scrooge y del pequeño y desvalido Tiny Tim, con la culminante revelación que tres apariciones fantasmales –su pasado, su presente y su porvenir-- hacen al solitario Scrooge la noche de Navidad. Quién iba a decirnos que el tramo final de este 2012 nos tenía reservada una peculiar versión taurina del célebre relato, con nuestra minusválida y empequeñecida Fiesta al garete mientras el desamor y la mentira se paseaban en triunfo por el ruedo de La México como culminación de una celebración casi privada, pues los tendidos de la gran cazuela pocas veces habrán estado más despoblados.
Ciertas modificaciones inevitables a lo que la genial inventiva de Dickens urdió hace casi dos siglos –justo cuando Paquiro estaba por inscribirse en la escuela taurina que Pedro Romero dirigió en Sevilla– esperan y agradecen la comprensión cómplice del amable lector.
El fantasma de las navidades pasadas
Su visita nos sobresalta, pero alcanzamos a escuchar esto: históricamente, la temporada grande capitalina había entrado ya en calor en el mes de diciembre, y acostumbraba celebrar con cartelería selecta las últimas semanas del año. Así ocurrió desde Fuentes y Gaona hasta Manolo Martínez y Mariano Ramos. He aquí unas cuantas gestas alusivas:
Pasando por alto las temporadas previas a la cancelación de las corridas decretada por el gobierno de Carranza en 1917, conviene recordar que Silveti y Sánchez Mejías dieron una gran tarde en 1920 (el 26 de diciembre), y Gaona y Chicuelo en 1924 (el 24 de diciembre), hazaña que Manuel Jiménez repetiría un año después para cortarle el rabo al sanmateíno "Cartero" (27-12-25); que Pepe Ortiz se estaba imponiendo al Niño de la Palma en su mano a mano del Año Nuevo de 1928 cuando sufrió la gravísima cornada de "Calzorras", de San Diego de los Padres. Y cómo no evocar, enfatiza nuestro inesperado informante, los faenones de Antonio Márquez a "Vanidoso", también de San Mateo (22-12-29), Cagancho a "Reportero" de Zotoluca (27-12-31 en corrida de La Prensa), Armillita y Solórzano y los rabos que les tumbaron a "Pepe Moros" y "Curo Faroles" de La Laguna en otro gran cartel organizado por los periodistas de la fuente (25-12-32), o los dos manos a mano consecutivos (24 y 31 de diciembre de 1933) en que Fermín Espinosa se impuso nítidamente a Domingo Ortega ante sendos corridones de La Punta y Zacatepec –Fermín festejó la Nochebuena con el rabo de "Tendido" y el San Silvestre con el de "Chicuelín", para reincidir el fin de año siguiente cortándoselo a "Petirrojo" de Piedras Negras (30-12-34). En cambio, el 29-12-35 la salida en hombros la compartieron Ortiz, Cagancho y Garza, cartel del arte con dijes de San Mateo.
Al año siguiente, en el apogeo de lo que se conoce como la temporada de la Independencia Taurina de México, volvió Armillita a asumir todo el protagonismo dejando sin habla a los partidarios de Garza y Balderas, con quienes alternaba mano a mano (20 y 27-12-36), pues en plan absolutamente arrasador totalizaría diez orejas, cuatro rabos y la pata de "Pardito" de San Mateo. Al año siguiente, fue Lorenzo quien inmortalizó al torrecillense "Gráfico" en corrida de La Prensa más (26-12-37), y en la navidad del 38, El Soldado alcanzó con "Consentido", otro noble ejemplar de Torrecilla, una de las cumbres de su tormentosa carrera.
Nada de particular ocurrió, salvo que cartelazos y llenos siguieron sucediéndose entre el 20 y el 31 de diciembre, hasta que Garza y Arruza desorejaron sendos laguneros (20-12-42), como anticipo de la célebre corrida de los tres luises –Castro, Briones y el confirmante Procuna, que triunfó al mismo nivel que sus inspirados alternantes (26.12.43). Por su parte, Fermín Rivera, Manolo Vázquez y Guillermo Carvajal –que se presentó cortándole el rabo a "Palomito" de Tequisquiapan– iban a protagonizar la única triple salida en hombros en los anales de El Toreo pero ya en su demarcación de Naucalpan (20-12-53), un invierno en que los dos cosos de la capital ofrecían corridas simultáneas, hecho varias veces repetido a lo largo de las décadas del 50 y el 60.
Ya en la México, el navideño fantasma continuaría registrando sucesos notables ocurridos durante las pascuas de fin de año: 29.12.46: Garza y El Choni desorejan a los de Zotoluca; 28.12.47: Antonio Velázquez obtiene de "Amapolo" de Piedras Negras el primero de sus seis rabos capitalinos; 21-12-52: El Ranchero Aguilar inmortaliza a "Náufrago" de Rancho Seco y Luis Miguel Dominguín corta una oreja mientras su banderillero Juan Armilla era intervenido de urgencia de una cornada penetrante de vientre; 20-12-53: Juan Silveti desoreja y es herido por "Tío Fel" de Zacatepec, por lo que Jaime Bolaños, a quien otorgó ese día la alternativa y tuvo una buena tarde, tuvo que confirmársela al albaceteño Pedrés; 25-12-55: vuelve La Punta tras seis años ausente de La México, pero su preciosa corrida se agota pronto, frustrando los deseos de Velázquez y César Girón; solo Joselito Huerta, que confirmaba, consigue la oreja de "Limonero"; 23-12-62: enorme faena de Huerta a "Romancero" de Mimiahuápam –orejas tras pincharlo, más otro apéndice del quinto– y salida en andas de Jesús Córdoba, que falló al matar; 22.12.63: tarde consagratoria de Jaime Rangel con toros de Jesús Cabrera y Huerta y El Viti como alternantes.
Simultáneamente, en El Toreo, se presenta la ganadería de Reyes Huerta y El Cordobés arma la revolución (cuatro orejas), con lleno rebosante en ambas plazas (y también la víspera en Cuatro Caminos, con motivo del debut de Benítez); 20 y 27.12.64: en La México cortan oreja El Callao y José Huerta, respectivamente; 21.12.69: Faenón de Alfredo Leal al obsequiado "Cuate" de Reyes Huerta y buena presentación del madrileño Ángel Teruel; 28.12.69: Solórzano hijo. Borda el toreo con "Pirulí" de Torrecilla pero pierde el rabo con la espada; 26.12.71: Cuatro orejas y un rabo totaliza un arrollador Cavazos, aunque la faena de la tarde se la cuaja Martínez a "Asturiano" (oreja tras dos pinchazos); 23-12-73: gran faena de Mariano a "Sabroso" de San Mateo, al que desoreja; 22-12-74: con "Corvas Dulces", de Garfias, El Capea cobra su primer rabo en La México, en la tarde de confirmación de Manolo Arruza; 23-12-79: Manolo inmortaliza e indulta a "Amoroso" de Mimiahuápam.
Aquí, nuestro fantasma hace una pausa y se torna melancólico. Luego señala a Alfonso Gaona como autor del caos de los años ochenta, caracterizados por temporadas grandes que podían celebrase en pleno verano o cesar bruscamente. Fue entonces cuando la gente, así agraviada por el desaprensivo empresario, empezó a perder la costumbre de ir a los toros por pascuas navideñas, aunque sin dejar aún de responder al anuncio de buenos carteles. Hasta que la empresa actual de plano la echó del coso con su reiterado irrespeto al toro y al público, obligado a pagar por los carteles económicos de fin de año precios de corrida de lujo.
El fantasma del presente
El pasado domingo 23, transcurridos ya los seis capítulos de otro infumable desfile de inválidas y descastadas reses –para desesperación de tres toreros deseosos de abandonar el modesto lugar que ocupan en el escalafón--, fue indultado un toro de obsequio. Antes, la única oreja concedida se la habían protestado con saña a Alfredo Gutiérrez, que sin lograr faena fulminó a su segundo de soberbio volapié, premiado por Jesús Morales con un criterio claramente anacrónico. Aunque no tan erróneo como el que utilizó para perdonarle la vida a "Revolucionario", ese buen toro de la ganadería de Rafael Herrerías a cuya altura nunca pudo ponerse Angelino de Arriaga, falto de sitio y empeñado en ceder al posturismo sin aguante ni mando el lugar que debió reservar al toreo para estar a la altura del magnífico ejemplar, dechado de alegría y clase hasta que, aburrido, terminó por rajarse, lo que hace más incomprensible el indulto. Y definitivamente bufo el paseo presuntamente triunfal de matador y ganadero.
Lo mostrado por el espectro de tan deplorable presente no cabe en ningún coso medianamente serio ni lo hubiera admitido la misma afición metropolitana de haber estado en la plaza, ocupada esta vez por unos cuantos acarreados cuya encomienda de vitorear a espada y criador amigos pudieron cumplir a sus anchas, arrojando un balde agua helada sobre el historial de la gran cazuela.
El fantasma de las navidades futuras
En el relato de Dickens, la última aparición navideña le ofrece a Scrooge la escena desoladora de su propio porvenir, pero también le concede margen para la enmienda, condicionada a un sincero arrepentimiento y un cambio radical de conducta.
Aunque no es fácil que asuma parecida actitud el taurinismo mexicano en pleno, tan complacido consigo mismo tras el lamentable espectáculo del domingo 23, hay aquí un puñado de valores jóvenes perfectamente capaces de reorientar el rumbo de nuestra fiesta. A condición, claro está, de que el medio no los asimile perversamente; vale decir, que sean ellos capaces de marcar la pauta de un camino nuevo, acompañados por quienes conserven aún el debido respeto por el toro y el toreo como expresión de su amor por la Fiesta.
Habrá que estar muy pendientes y apoyar a fondo cualquier esfuerzo por evadir ese opaco futuro que el fantasma navideño acaba de mostrarnos, imitando al tercer visitante espectral del inmisericorde banquero ideado por el genio de Dickens.
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