Los niños y niñas que se encuentran internados en el Hospital General de la capital zacatecana recibieron este jueves la visita de aspirantes a novilleros, novilleros, y matadores de toros zacatecanos que asistieron con el único fin de obsequiarles dulces, y así sintieran ser parte de la tradición de pedir “calaverita”.

La idea que surgió a través de las plataformas taurinas de NTR Medios de Comunicación tuvo un desenlace exitoso, pues desde hace una semana se invitó a la familia taurina a contribuir con un "granito de dulces"  para así llevarles un momento de alegría a estos pequeñines.

Y fue gracias a la disposición de televidentes, aficionados, y otros sectores como la empresa “Zacatecas, Tierra de Toros”, y Juventud Taurina de Zacatecas, que los becerristas Daniel Cruz, Daniel Estrada Badillo, Rafael Soriano, Rodolfo Martínez "El Rorro", Mariano Sescosse, los novilleros Edgar Badillo y Emmanuel Cuenca, así como los matadores de toros Jorge Delijorge, y Antonio Romero (que no pudo estar presente) visitaron y convivieron además con los niños que actualmente luchan por vencer la enfermedad que los aqueja.

En el área de pediatría del nosocomio zacatecano llegaron uno a uno los toreros para repartir dulces y a cambio recibir una sonrisa como agradecimiento; ahí se conocieron historias de vida, de lucha, unas contadas por los propios infantes, y otras por los padres que buscan un momento de esperanza y consuelo para seguir haciendo frente a este difícil toro de la vida.

Cada uno de los espacios de esta área fue visitada, nadie quedó sin dulces que recibir, incluso los pequeños que se encuentran en cuidados intensivos recibieron ese pequeño detalle que si bien no cambia su situación, sí les permitió disfrutar y saborear un dulce momento de la vida.

El área de urgencias también fue visitada, aunque por los cuidados necesarios sólo pudieron tener acceso dos representantes de la torería de cantera.

Al término de la visita, que fue guiada por Tita Ávalos, y con muchos dulces aún por repartir, los toreros visitaron las salas de espera donde familias completas permanecen con la esperanza de escuchar las buenas noticias en torno a la mejoría de sus pacientes.

La visita tuvo una duración de dos horas que no se comparan con la enseñanza de vida que significó realizar esta noble labor.