No hay que cantar victoria. Aunque de momento se ha desvanecido la amenaza de que se cancelen las corridas de toros en la Ciudad de México, no debemos dormirnos en nuestros laureles pues se mantiene intacta la posibilidad de que el dictamen correspondiente sea llevado al pleno de los diputados en el futuro.
Quién sabe si para cuando entre en funciones la nueva legislatura el tema siga siendo de interés político (ya habrán quedado atrás las elecciones presidenciales) pero hay que tomar nota de lo ocurrido en las últimas semanas, en las que una amenaza real de prohibición provocó una insólita movilización del frente taurino integrado por empresarios, toreros, ganaderos y aficionados que no sólo disfrutan del toreo sino que saben perfectamente cómo defenderlo jurídicamente. Este logro no hubiera sido posible sin la intervención oportuna y fundamentada de Miguel Alemán Magnani, Rafael Herrerías, Juan Castañeda, un grupo de taurinos pensantes, entre ellos Carlos Camacho Dávalos, y la diputada Alejandra Barrales.
Quedó claro que los antis son activos y tenaces, así sus razones provengan del desconocimiento y se acompañen frecuentemente de cólera. Para muestra, el video tan visto en la Red donde Pepe Saborit los entrevista en el Zócalo sobre lo que ocurre durante los festejos en el "rodeo", casi siempre anteponiendo un "tengo entendido" a sus dichos, no vaya a ser que no sean exactos. Uno de ellos dice: "Si los niños van a los toros, hay más riesgo de que se vuelvan psicópatas”. No hay casos registrados de tal cosa. El origen de la psicopatía, trastorno que se caracteriza por la conducta antisocial, el egocentrismo, las amenazas de suicidio pocas veces consumadas y la falta de remordimiento, de ninguna manera proviene de la afición a las corridas.
Una mujer enemiga de la Fiesta admite no saber mucho del tema, pero se aventura a aseverar que la carne del toro no se puede comer por estar "súper tensa". Pero esa carne es perfectamente comestible. No sólo eso, sino que su calidad es alta, si tomamos en cuenta que el toro goza de una alimentación muy sana y balanceada. Es un animal que se desarrolla durante cuatro años para salir a la plaza en plenitud de facultades.
Ésta es una verdadera joya: "Si la gente no comiera carne, tal vez sería menos agresiva". Me cuesta trabajo encontrar conexión entre el consumo de carne y una conducta agresiva. Puedo creer que existe relación entre el consumo de carne y la gordura o el exceso de colesterol o la presión alta pero, ¿qué tiene que ver eso con la conducta agresiva?
Otra barbaridad: "A los toros les ponen una serie de circunstancias (sic) y les clavan tachuelas en las pezuñas. Los ocupa la Domecq… creo. Son mansos y desde su genética buscan jugar, no que los torturen". Que yo sepa, la Domecq fermenta uvas, no cría toros. Además, el toro no es juguetón, no es una mascota doméstica, no es un perrito. Es un animal bravo, fiero, cuyo instinto es atacar, así que de ninguna manera es manso desde su genética. Es "la imagen natural del combatiente", en palabras de Francis Wolff. Por otra parte, la finalidad de la corrida no es torturar al toro. Otros entrevistados aseguran que se les unta vaselina, se les echa aguarrás y se les electrocutan los testículos antes de ser lidiados.
A pesar de todos los mitos y disparates que propagan, no olvidemos que los antitaurinos son intensos y están organizados. Aprovechemos esta experiencia para fortalecer nuestra postura con argumentos y sin caer en sus provocaciones.
Mensaje
El jueves pasado, en el marco de la lucidora entrega del premio Minotauro de la Peña 432 a los triunfadores de la Temporada Grande pasada en la Plaza México, el arriba mencionado Carlos Camacho celebró el hecho de que la Asamblea Legislativa no votara, por ahora, el dictamen para prohibir las corridas en el DF e hizo un llamado para seguir defendiéndolas sin atrabancarse. Se lució con un mensaje en el que resaltó que a los taurinos "lo que nos mueve no es la crueldad, la falta de piedad o la sinrazón y mucho menos la violencia; nuestra defensa recae en el amor a un arte milenario que refleja uno de los rasgos culturales más profundos del ser mestizo, un espectáculo centenario que genera una gran cantidad de empleos directos e indirectos que son el sustento de decenas de miles de familias en nuestro país.
"Nuestro argumento sustancial prevalece: legislar para prohibir las corridas de toros es no solo controversial, sino política y socialmente reprobable. Y no por el hecho de recoger una causa que la sociedad perciba como parte necesaria en la agenda legislativa de cualquier comunidad, sino porque manda un mensaje contrario al que se confiesa como motor original de cualquier iniciativa prohibicionista. La prohibición no es y nunca será parte de la agenda progresista", terminó diciendo Camacho.