Efemérides de feria: Manolo, antes del Corpus
Viernes, 27 Abr 2012
Aguascalientes, Ags.
Xavier González Fisher | Foto: Donaciano Botello
El mandón ya apuntaba el cante en abril de 1969
Tras de su presentación en nuestro serial abrileño de 1967, en una corrida extraordinaria, Manolo Martínez reaparecía en la plaza de toros "San Marcos" en la corrida que daba término a la feria, alternando con Joaquín Bernadó y Alfonso Ramírez “Calesero Chico”, para lidiar un encierro de Suárez del Real.
La corrida adquiría cierta significación, aparte de la propia que le correspondía por su lugar en las celebraciones sanmarqueñas, porque el torero de Monterrey estaba a punto de salir a iniciar su primera campaña en ruedos europeos. De hecho, tras de esta actuación, solamente se presentaría el día 1 de mayo en Tepic, y el 4 en Querétaro ,para matar en solitario toros de Garfias y de allí partir a España, para presentarse en la corrida del Corpus en Toledo, el día 5 de junio de ese 1969.
El triunfo de Manolo Martínez
En su crónica publicada en el diario "El Sol del Centro" al día siguiente del festejo, don Jesús Gómez Medina se ocupa exclusivamente de la actuación del que estaba en camino de ser el "mandón". No hace una sola mención de las actuaciones ni de Joaquín Bernadó, ni del hijo mayor de “Calesero”. Del preámbulo recojo estas impresiones:
"No pudo haber sido más torero el adiós de Manolo Martínez; en pleno triunfo, entre aclamaciones, aplausos y música y llevando consigo las dos orejas del último astado que lidió en Aguascalientes.
"Porque el de la Sultana del Norte se halla a punto de atravesar el charco, en ruta hacia la Madre Patria a donde marcha en pos del espaldarazo consagrador de los públicos hispanos. Pero, antes, busco que su adiós a la plaza que durante estos breves días, se transforma en el aula máxima del toreo, en la academia del arte taurino, revistiése la brillantez y la solemnidad más singulares..."
Manolo Martínez enfrentó esa tarde a dos toros de nombrados por su criador como 'Pepinillo' y 'Ruizeño', los dos de muy diferentes condiciones. Y con ellos realizó dos faenas de gran intensidad de acuerdo con el relato que hace el invocado don Jesús Gomez Medina. El quinto, 'Ruizeño', fue el del gran triunfo y sobre este, el cronista escribió:
"...'Ruizeño', era por el contrario un adversario difícil, peligroso; con fuerza y sentido. Por ello puso en apuros a un banderillero tan diestro como Rutilo Morales.
"Y en el ambiente de la plaza brotó la incógnita: '¿Sería capaz Manolo Martínez de hacerle faena a un enemigo con tales características...?" Pues sí; ¡también al enemigo difícil le hizo la faena y, encima, le cortó las dos orejas! ¿Es o no es todo esto, demostración de torerismo?
"Porque triunfar con el toro dócil, pastueño, que más que enemigo resulta colaborador del torero, esto muchos lo hacen. Vencer, en cambio, tras de remontar la corriente; llegar al éxito tras de haber superado obstáculos y luego de poner en riesgo la epidermis, esto es privativo de los menos. De los ases, de las figuras, de los toreros de época, como este Manolo Martínez.
Pero digamos ahora someramente cómo fue la faena del gran triunfo del reinero. Dos o tres muletazos de exploración como para medir, para calibrar al astado, y acto seguido, sin más trámites, sin nuevas dilaciones, a pararle y a correr la mano y a enrollarse a “Ruizeño” con la seguridad, con la facilidad y la frescura que se emplearían para torear a un toro de cartón.
"A fuerza de aguante, Manolo desengañó al astado. Vamos, se apoderó de él, como se dice en la jerga taurina. Y logrado esto, hizo con el bicho cuanto le vino en gana. Lo toreó por derechazos templados y mandones, rítmicos y señoriales – ¡derechazos de Manolo Martínez! –; se lo pasó por la mismísima camisa en los pases de pecho escultóricos, ajustadísimos. Y además, el péndulo, los molinetes, los de la firma combinados con el trincherazo. ¡Todo cuanto en gana le vino ejecutó!
Y, como epílogo, un espadazo desprendido, que pronto surtió efectos.
"Vendría luego la escena que antes aludimos; el triunfo, el apoteosis de Manolo Martínez; la concesión de las dos orejas, la vuelta al ruedo, las aclamaciones...
"En suma, la entrega de un público plenamente rendido frente a la evidencia de que, con Manolo Martínez, el toreo mexicano está en el camino de adquirir una dimensión y un esplendor que antaño tan solo supieron darle los llamados toreros de época, las figuras cumbres de nuestra torería..."
En efecto, la visión de don Jesús no estaba apartada de la realidad que estaba por venir. Sería cuestión de un par de temporadas más para que Manolo Martínez consolidara su posición al frente de la torería mexicana y, efectivamente, se convirtiera en una figura de épica y de época, todavía a estas fechas "vara de medir" en cuestiones taurinas.
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