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Desde el barrio: Amenazas externas...

Martes, 27 Mar 2012    Madrid, España    Paco Aguado | Opinión   
La columna de este martes
Ha llegado a España con alarma la noticia de ese proyecto de reforma de ley que pretende prohibir los toros en el Distrito Federal. Con su habitual estrategia, a base de triquiñuelas de despacho y ladino oportunismo, los antitaurinos se han infiltrado en los laberintos políticos mexicanos para seguir minando el futuro del espectáculo a base de golpes de efecto.

Nadie sabe aún qué pasará en la votación definitiva de la cámara local, pero por mucho que, como parece, los diputados echen para atrás el proyecto, esta secta de fanáticos ha conseguido de antemano uno más de sus preciados objetivos: sembrar la duda entre la gente y, sobre todo, entre los medios de comunicación, cada vez más tendentes a hacer espectáculo de lo superficial sin profundizar ni dar seguimiento a las informaciones.

Es decir, que una lectura ligera, sobre esta superficial forma de hacer periodismo, puede hacer creer que los toros, a día de hoy, se van a prohibir irremediablemente en todo México, como considera ahora una gran parte de los aficionados que no han sabido interpretar bien la confusa noticia que ha llegado a este lado del Atlántico.

El hecho coincide, curiosamente, con la publicación de los carteles de una feria de San Isidro que, a no ser que los historiadores digan lo contrario, va a contar con la mayor presencia de toreros mexicanos de toda su historia, como reflejo inequívoco del buen estado de salud de la tauromaquia azteca.

Resulta triste, pues, que este gran momento se vea ensombrecido por las amenazas externas. Pero, en realidad, algo falla en el mundo del toro de ambas orillas cuando un grupo de sectarios puede permitirse el lujo de desequilibrar las que deberían ser unas estructuras fuertes y saneadas como reflejo del gran nivel de sus protagonistas.

Pero tanto acá como allá esas estructuras padecen graves problemas internos, fundamentalmente por la falta de visión de unas empresas taurinas sólo pendientes de su beneficio inmediato y no del prestigio del espectáculo. Y así, la propia Taurodelta, al frente de la plaza de Las Ventas, ha cerrado un abono isidril mediocre y poco atractivo, como es costumbre, pero del que sacará mayores réditos económicos que en anteriores temporadas a costa de desinflar la ilusión del aficionado.

Una sustanciosa bajada de tres millones de euros en el canon a pagar a la Comunidad de Madrid, una subida de un cinco por ciento en el precio de los boletos, la presencia, por fin, de la televisión de pago y el alejamiento forzado de varias de las más caras figuras, sobre la base de un abono "cautivo" de 18 mil espectadores, harán que el cuarteto empresarial de Las Ventas gane en tiempos de crisis mucho más que en los de bonanza.

Conviene poner estos asuntos encima de la mesa ahora que la empresa y Roberto Domínguez, como apoderado de El Juli, se han enfrascado en una agria guerra de cifras con la que se busca menoscabar el prestigio del torero madrileño. Hagamos cuentas, sí, pero hagámoslas todas. Y sepamos que la crisis no justifica una Feria de San Isidro tan decepcionante en la que Taurodelta escatima hasta en las corridas de rejones, con una única actuación (por las dos y hasta tres de otros años) de Pablo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura. Evidentemente, los rejoneadores más caros con abismal diferencia.

La cita anual más importante del toreo, ese "Mundial" con el que algunos se llenaban la boca no hace tanto, no puede permitirse más la ausencia de las máximas figuras del toreo actual, dos de las cuales precisamente son madrileñas. Porque es así como, quitándoles ilusión al aficionado y estímulos a los toreros, el final llegará antes incluso de lo que pretenden los antitaurinos.


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