El rejoneador portugués Diego Ventura ligó su segunda salida a hombros ante la afición meridana tras el corte de tres orejas, en corrida con diversos matices en donde los toros para los de a pie pusieron la tarde cuesta arriba.
Ante un lleno a reventar, se verificó la quinta corrida de la temporada en la Monumental de Mérida, un festejo sui géneris en donde el triunfo grande vino con una faena "a la antigua" por parte del caballista lusitano en la que, con base en el toreo fundamental -sin mayores florituras-, se echó a los aficionados a la bolsa; en tanto Alejandro Martínez Vértiz naufragaba en aguas turbias, pagando caro su inclusión en esta corrida.
Pero vamos por partes. Con los toros de Rancho Seco, destinados para rejones, Ventura se apuntó nuevo éxito. Una faena valiente y entregada con su primero, ante un toro que se prestó para el lucimiento de sus caballos estrellas.
Destacando sobre manera en el tercio de banderillas, el caballista protagonizó una faena atractiva, con encaro al juez de plaza al negarse a tocar la música y al final, aquello terminó en rabieta. Los aficionados le pitaron la oreja recibida tras despachar al tercer intento, por lo que el portugués tiró el apéndice al callejón, negándose a dar la vuelta al ruedo.
Lo de su segundo terminó por erigirse como un notable espectáculo ecuestre. El toro, reservón, apenas y se prestó para el lucimiento, por lo que Ventura hubo de dar paso a una faena a la “antigua”. Para mejor ocasión quedó el toreo de costado, las mordidas de “Morante”, el teléfono y la amplia gama de suertes acostumbradas, para lucir como destacado jinete.
Acicateado por lo sucedido con su primero y la falta de toro con su segundo, Ventura volvió a encarar al juez exigiendo la música. Y como en el pedir está el dar, los timbales callaron.
En actitud digna de encomio los aficionados que colmaron la plaza, lejos de abroncar al usía hicieron sonar las palmas al unísono durante toda la faena y aquello que se desbordaba, se llenó de ambiente y entrega total a una labor limpia, sobria y efectiva, en un pasaje que seguro el caballista guardará en las memorias de su presente temporada.
Y de ahí para adelante la corrida se puso cuesta arriba. Alejandro Martínez Vértiz, primer espada de los de a pie, terminó por naufragar de manera lastimosa ante el segundo de su lote: un toro hecho y derecho con 614 kilogramos y ofensiva cornamenta, en el que predominó el descastamiento.
De inicio, hasta parecía que saldría bien librado el coleta, más una mala mirada atrajo las dudas dando paso a un petardo gordo. A las espantadas, el toreo a distancia y sobre piernas, los aficionados respondieron con olés de chunga y pañuelos blancos a media faena que terminaron por agobiar al diestro que, en lugar de cortar por lo sano, alargó aquel trago amargo que derivó en charlotada.
Para "redondear" el pasaje, salió rebotado de la estocada quedando tendido en la arena, con un golpe en la rodilla, por lo que abandonó el ruedo cargado por los socorristas. Un auténtico despropósito.
Por lo que toca a Octavio García "El Payo", tuvo una actuación entregada y torera. Con su primero, un toro inválido, anduvo entonado. Digno de encomio que lo intentara sin reservas, con la muleta a media altura sacando partido, por lo que al final se lo agradecieron los aficionados. Su segundo, un sobrero de Huichapan, no tuvo un muletazo.