Un cierre histórico de temporada el que vivió esta tarde "La Macarena", de Medellín, con indulto de un bravo toro de Ernesto Gutiérrez y las dos orejas y rabo simbólicos para Manuel Jesús "El Cid", que tuvo una actuación de auténtica apoteosis.

Tuvieron que pasar 50 para que se concediera otra vez un rabo en esta plaza y fue a manos de El Cid, que esta tarde hizo lo más importante de su temporada colombiana. La del indulto fue una faena larga, que no alargada, templada, soberbia de principio a fin, en la que el bravo toro de Ernesto Gutiérrez, de nombre "Talabartero", le permitió estar como quiso.

Pudo hacer su toreo vertical, ligado, reposado y con desmayo en muchos pasajes de la faena. El toro se lo permitió, porque se dejaba rozando la perfección en cada pase de muleta baja, metiendo la cara humillado y con ritmo y fijeza excepcionales. La plaza se volvió un hervidero en cada serie y apenas promediando la faena estalló el clamor del indulto que hizo más clara la buena faena del torero de Salteras.
 
Tras el indulto, el rabo histórico, que si se mide con el rasero del resto de la temporada 2011 de "La Macarena" y, siendo generoso con una afición que resiste con altura los embates de los grupos antitaurinos, se hace justiciero. El Cid brindó el toro al subalterno John Jairo Gómez, que se retiró esta tarde.

En el segundo ya El Cid había puesto al público de pie, gracias a una faena vibrante en la que cuajó al toro por ambos pitones, exhibiendo el temple y el gusto que había extraviado y que trae en franca recuperación. Cortó las dos primeras orejas de la tarde después de intervenir con acierto con el descabello.

Luis Bolívar cortó una oreja al toro que cerró plaza y para el que un sector del público también pidió el indulto. Aunque está lejos del nivel para el que se ha preparado su temporada americana, sigue siendo el Bolívar combativo de casi todas las tardes en las que el público reconoce su entrega.

Su faena duró, el toro también, no así su paciencia para acoplarse con el toro. Una muy buena estocada no bastó para que el toro doblara rápidamente y, parado en su casta, trastabilló tanto tiempo que hizo escuchar un aviso, a pesar del cual le concedieron la oreja y hasta la segunda se pidió, sin eco en el palco.

Antes se topó con un toro sin transmisión al que apenas pudo sacar algunos muletazos, en una faena que, como el toro, se vino a menos. Voluntad del torero que intentó correrle la mano en el comienzo de faena, en un corto pasaje que esperanzaba con otro desenlace, porque el toro tuvo un buen comienzo.

Con más pena que gloria pasó Victor Puerto por Medellín. Sin poderle a sus toros. Apenas dejó algunos detalles de torería y gusto en una serie de naturales al cuarto de la tarde, al que empalmó un bello quite por chicuelinas, que lamentablemente no pudo rubricar con la muleta porque el toro se rajó muy pronto. Su esfuerzo le valió saludar una ovación.
 
El que abrió plaza supuso el trago amargo de la corrida, porque allí Puerto firmó un trasteo intrascendente, con aviso incluido después de dos pinchazos antes de la estocada al toro que transmitió tan poco como el torero.