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Wolff destaca los valores universales de la Fiesta

Jueves, 02 Dic 2010    México, D.F.    Redacción | Foto: JAL   
El filósofo francés ofreció el pregón taurino por los 50 años de

El reconocido filósofo francés Francis Wolff, que ha destacado por presentar siempre argumentos de peso a favor de la Fiesta Brava, estuvo presente en la primera corrida de la Feria de Quito el pasado lunes, donde leyó un sentido pregón.

A continuación reproducimos, de forma íntegra, el texto que leyó Wolff al inicio del festejo:

"Aficionados quiteños, ¡bonjour! Vengo del extremo del mundo antiguo a traerles el saludo de la afición francesa.

Ya me encuentro en mi casa gracias al calor de vuestra acogida y de vuestra alegría. Ya soy Ecuador, porque hoy, todos los aficionados del mundo somos Ecuador.

Desde siempre he sabido que Ecuador estaba en el centro del mundo, y que Quito estaba en el centro del Ecuador. Sin embargo, en el primer día de esta feria de los cincuenta años,  siento que hay más. Sé que, hoy día, Quito está en el centro del planeta. De aquí a pocos momentos, aquí mismo en el centro de este ruedo, algunos de los mejores toreros del mundo harán girar este planeta, embargando en su ronda a los hermanos de aquel magnífico novillo de Vistahermosa indultado hace un par de años.

Algo de la bravura de “Sopladito” animará el alma de los que van a morir. Así se transmite la vida y la rueda del mundo.

Si ahora y aquí yo me encuentro en casa, es porque cada aficionado se encuentra con en su casa siempre que hay toros bravos y hombres capaces de crear belleza afrontándolos. ¡Sí! La Fiesta de los Toros es universal y la universalidad de la fiesta está en sus valores propios.

¿Los valores? ¡Si, los valores! Valores para la animalidad, valores para la humanidad. Es verdad, tenemos deberes para con los animales: no son cosas que podamos utilizar como se nos antoja. Son seres vivos: por lo tanto debemos respetar sus condiciones naturales de vida. Por respeto a la biodiversidad, debemos preservar el ganado bravo y por lo tanto defender las prácticas tauromáquicas que lo mantienen vivo. Y además, debemos respetar la bravura del toro, su vida insumisa e indomable- la mejor vida libre posible-, y su muerte- en la que se defienda contra quien impide esa libertad. ¿Tenemos derecho de matarlos? Sí; porque sólo viven con ese fin. Pero matándolos como Dios manda, o sea, respetando su condición de bravos. Pero los valores de la Fiesta son ante todo humanos.

Admiremos las virtudes del torero en sus cuatro oficios. Tienen que lidiar un animal peligroso, lo exige coraje, osadía y sangre fría. Tiene que afrontarlo en público, lo que exige vergüenza, dignidad y pundonor. Tiene  que dominarlo, es decir obligarlo a actuar en contra de su naturaleza, lo que exige inteligencia, mando y dominio de sí mismo.

Por fin, debe matarlo, pero ¿cómo? Arriesgando su propia vida. Eso exige valentía y resolución, y más aún, lealtad porque hay que matarlo de frente, sin engañarlo ni mentir al público.

Valor, dignidad, inteligencia, voluntad, dominio de sí mismo, lealtad. Son algunas de las virtudes que los aficionados venimos a admirar. Estos son los valores que queremos transmitir a nuestros hijos y nietos. ¡Pero qué buena! La presencia de los jóvenes a nuestro lado, la promesa de la transmisión de nuestra propia afición a nuestros hijos ya los hijos de nuestros hijos y que aprendan a respetar al toro bravo desde los 7 años de edad, para poder amarlo hasta los 97!

Algunos creen que, nosotros aficionados, somos perversos o crueles ¡nada más falso! Acudimos a la plaza para admirar a toros bravos y a hombres de valor.

Acudimos a la plaza por el placer que nos produce la Fiesta y por la comunión espiritual, es decir, para sentir juntos que las mismas emociones, los mismos pavores y los mismos regocijos nos mueven al unísono. Acudimos a la plaza para sentiré que nuestras tensiones se apaciguan al mismo tiempo,  en el mismo ¡Ole! Acudimos a la plaza para sentir el escalofrío de la gran faena en la cual el artista se convierte en un poder caótico en una fuerza tranquila y armoniosa, que parece obedecer sin esfuerzo a su voluntad.

Si, aquí dentro de poco, vamos a vivir juntos momentos mágicos en los cuales nuestras emociones se mezclaran y se juntarán uniéndose.

Yo mismo, no me acordaré si estoy en Sevilla, Nimes o México. Ni siquiera sabré si estoy en Quito o en el suroeste de Francia, ya que no hay una feria francesa en la cual no se cante, todos juntos al son de las bandas el famoso “Chulla quiteño”.

Si ya está, lo sé, lo siento.
Yo soy el chullita quiteño,
 La vida me paso encantando
 Para mí todo es un sueño,
 Bajo  éste mi cielo amado.

Todos nosotros dentro de un ratito, ni seremos de Ecuador, ni de España o ni de Francia, nos reuniremos en una misma voz, en los mismos Olés. Seremos la Plaza de Toros de Iñaquito.
50 años de la Plaza de Quito, 50 razones para defender la Fiesta de Quito.

Por eso, ya no me dirijo a vosotros, aficionados quiteños si no a ella ya que ahora a la hora de la salida del toro somos uno. Somos todos de ella, la saludo, la felicito y le grito: plaza de toros de Iñaquito! ¡Que viva eternamente! ¡Feliz Cumpleaños!"


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