Las condiciones del ruedo no eran fáciles, pero el sevillano Javier Jiménez logró acomodarse con el cuarto novillo de Los Encinos y bordó el toreo en interminables trazos al natural, aprovechando cabalmente las nobles embestidas de este ejemplar.

Y es que había llovido muy fuerte durante la lidia del tercero, así que Javier tuvo que reponerse a lo encharcado del ruedo y a lo inseguro que se sentía el novillo por esta situación. Al inicio de la faena, el astado resbalaba, así que el novillero tuvo el oficio para torearlo a media altura, sin forzarlo y reponiendo bien el terreno, caminándole de maravilla y sacándole todo lo bueno que tenía.

Con la diestra la situación no levantaba del todo, pero al cambiarse la muleta a la izquierda bajaron los duendes, ya que el novillo se empleaba con gran calidad por este pitón y el hispano mostró una gran facilidad en el trazo, además de sentimiento para dejar brotar el arte y llegarle intensamente a la afición.

Entregado en la suerte suprema, colocó todo el acero y así rubricó su intensa labor. Una oreja de ley fue a parar a la espuerta del rubio torero de Espartinas, mientras que el novillo se fue al destazadero en un arrastre lento que no convenció a todos los presentes, quizá porque no se dejó igual por el lado derecho.

Con el sexto poco pudo hacer, ya que el novillo se colaba y espiaba de continuo acortando el recorrido, con un puntito de genio, aunque eso sí, Javier siempre estudo esforzado e intentando inventarse una faena que finalmente ya no surgió.

Salvador López pechó con los menos toreable del encierro y todo quedó en buenas intenciones. Con su primero dejó algunos destellos con la muleta en la derecha, pero el astado era deslucido y el novillero no logró estructurar el trasteo que el público esperaba.

La cosa parecía ir para arriba con su segundo, pero el novillo vino un poco a menos, recortando el recorrido. El capitalino se desesperó un poco y siempre se esforzó, intentando por ambos pitones, pero la faena ya no tomó vuelo.

Buenos trazos por la derecha, templados y largos, cuajó Alejandro Corona con el primero de su lote, en el que se soltó un fuerte aguacero. Sin embargo, y cuando se resagiaba algo importante, no pudo redondear estas series y la faena completa, pues quizá el novillo necesitaba más espacio y atropelló un poco la distancia.

Su segundo resultó complicado y no hubo acomplamiento, aunque hay que decir que el michoacano no cejó en su intento de triunfo, pese a no contar con los recursos necesarios para poder encauzar la situación a su favor.

Daniel Martín, nacido en Alemania pero criado en Salamanca, no tuvo una buena tarde. Su primero tenía calidad y recorrido, y aunque consiguió algunos buenos momentos, no terminó por entenderlo y fue desarmado en más de una ocasión,  por lo que un sector del público tomó partido por el burel, que fue aplaudido sonoramente en el arrastre

Casi una calca fue la actuación con el quinto de la tarde, ya que el novillo parecía dejarse pero el español nunca se confió e incluso toreó a distancia, lo que provocó que, de nueva cuenta, el público se fuera del lado del astado.