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La libertad de torear con regusto (video)

Sábado, 07 Ago 2010    México, D.F.    Redacción | Foto: Sergio Hidalgo          
Vuela al ruedo del ganadero Jorge de Haro con Adrián Padillo y los otros espadas
Los nombres de los novillos de Jorge de Haro tenían una clara consigna, pues fueron bautizados con nombres alusivos a la problemática de de la Comunidad de Cataluña, donde la Fiesta la han arrinconado alevosamente, en medio de una serie de interese políticos que saltan a la vista de todo mundo.

Y precisamente el cuarto, el último del festejo celebrado hoy en la Plaza Arroyo, llevaba el nombre de "Libertad". Aquella palabra tan universal, cargada de una profundidad que asusta, fue la mejor premonición para que el toreo brotara suavemente en las manos del leonés Adrián Padilla, que estuvo a la altura de las circunstancia. Y si no cortó dos orejas, fue por esos avatares del destino y el haber cogido antes del descabello.

Desde que apareció por toriles, "Libertad" tenía una acusada actitud de humillar, y no sólo su cuello descolgado y su rítmico galope dejó entrever que era un novillo de lío gordo, sino que una aparatosa vuelta de campana termino por confirmar que sí metía el morro, ¡y de qué manera!

Aquel desaguisado presagió lo peor, pues el novillo se levantó maltrecho, y comenzó a aflojar los cuartos traseros. La calma se impuso y le dieron su tiempo, además de un puyazo discreto, según ameritaba aquel golpazo que lo había destroncado por completo.

Y en los primeros compases de la faena, cuando parecía que el de Jorge de Haro iba a derrumbarse, como si fuese la blanca paloma de la paz, esa que representaba su nombre, empezó a revolotear cada vez con mayor armonía y embistió templadamente a la muleta del leonés, que entendió los tiempos y las pausas, el mimo y la distancia.

Así, poco a poco, "Libertad" fue a más; a mucho más, como suele hacerlo el toro mexicano cuando tiene esta clase, se afianzó sobre la arena con una voluntad de lucha tremenda, fiel reflejo del excelente fondo de bravura que atesoraba.

La series de deslizaron con el mismo pulso, y un regusto hasta ahora desconocido para el público que había visto en el novillero leonés un aspirante a cosas buenas, pero tal vez sin imaginar que podía enredarse con “Libertad” de la manera como lo hizo: con las zapatillas clavadas en la arena, la mente despejada, y el corazón en la mano.

Esta es, hasta ahora, al faena más redonda de un torero en lo que va de temporada, y el mérito grande fue que nunca se quedó por debajo de aquel dechado de calidad, un novillo que devuelve la afición a cualquiera que, harto de tanto trapazo sin ton ni son, siente otra vez la grandeza del toreo, a través de esa magia que tiene una muleta muerta por la arena, un tío plantado con seguridad, y la fluidez de una embestida de lujo.

A la hora de matar, Padilla trató de realizar la suerte con la misma despaciosidad con la que había estado toreando al magnífico "Libertad", y aunque perdió un tiempo, en ese afán tan sano de realizar la suerte deletreándola, faltó mayor contundencia para colocar la espada hasta las cintas.

La lenta agonía del novillero liberador de emociones, le hizo perder la segunda oreja que ya tenía en la espuerta, porque una faena de este acabado, en un novillero, debe premiarse con dos apéndices. Él lo sabía, y se amargó al final de la lidia; y ahora tendrá que quitarse ese mal sabor de boca con una nueva comparecencia y seguir demostrando que avanza, porque ser novillero y estancarse es lo peor que puede pasarle a todo aquel que sueña con la gloria.

La otra faena importante de la tarde la hizo el colombiano Camilo Pinilla que, a diferencia de Padilla, enfrentó el novillo menos fácil de torear. Porque el cárdeno de sienes estrechas y pitones blancos sabía bien lo que dejaba atrás, y miraba de continuo a un torero que sacó a relucir un buen concepto, trazo y valor, en un trasteo muy digno que fue premiado con una respetable vuelta al ruedo, después de que mató de media estocada a "toma y daca".

Antonio Vázquez y Michel Matta enseñaron voluntad y un toreo tan rústico como barroco, influenciado de detalles  del Pana donde abundó el toreó por molinetes y las suertes accesorias que el verdadero cause de las embestidas de dos novillos potables, sobre todo el que abrió plaza, que tocó en suerte a Matta.

El cárdeno claro de bonitas hechuras salía suelto de la tela, berreando de continuo, pero dejando estar muy a gusto a Matta, que dio algunos muletazos sueltos con frescura, que no representaron gran cosa en el conjunto de una faena carente de estructura. Y como mató de un infame bajonazo, pues los pequeños destellos de una personalidad agradable, se fueron al vacío.

Antonio Vázquez, por su parte, está curtido en la dureza de las chonadas, y su toreo defensivo no fue lo más viable para un novillo que pedía calma y suavidad. El de Apizaco entró en una espiral de celeridad que le impidió comprender al novillo, y aunque también manifestó deseos de agradar, igual que Matta, resultó obvió que para ser torero se necesita un concepto claro, y saber de qué va la vaina.

La emoción contenida de Jorge de Haro González al finalizar la novillada era evidente, pues este "Libertad" es el toro que sueñan muchos ganaderos mexicanos, el del temple mágico y la embestida de ensueño. Como para no olvidarlo nunca.

Ficha
México, D.F.- Plaza Arroyo. Dos tercios de entrada. Cuarta novillada de la Vigésima Temporada. Novillos de Jorge de Haro, bien presentados, bonitos, variados de pinta, y de juego desigual, de los que sobresalió el 1o. por su nobleza,y el 4o. por su gran clase, premiado con arrastre lento. El 2o. embistió sin ritmo y el 3o. fue complicado. Pesos: 418, 392, 396 y 398 kilos. Michel Matta (blanco y azabache): Silencio tras aviso. Antonio Vázquez (azul noche y azabache): Silencio. Camilo Pinilla (berenjena y oro): Vuelta. Adrián Padilla (lila y oro con remates negros): Oreja. Destacó en varas César Morales, y con las banderillas Fernando García, que saludó tras parear al terce ejemplar de la tarde.


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