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¡Encastado San Román!

Domingo, 25 May 2025    CDMX    Redacción | Foto: Plaza 1           
Digna confirmación del mexicano, en tarde de oreja para Román
Si Román tuvo la suerte de toparse con el único toro bueno del decepcionante encierro de Fuente Ymbro, Diego San Román acudió a Madrid a demostrar que él tiene la suerte en los cojones, como solía pregonar con rabia el indómito venezolano César Girón en los patios de cuadrillas, cuando sus compañeros de terna venían a deseársela al extenderle la mano en el saludo. 

Y, efectivamente, lo del queretano fue andar siempre con "dos cojones bien puestos", ya que no se arredró ni siquiera ante la incómoda y complicada embestida del sexto, con el que dejó en claro que tiene ambición para ser figura del toreo.

La tarde discurría como tantas en Madrid, en medio del tedio de la falta de casta de toros descomunales y las increpaciones del 7 durante las lidias en varas y banderillas, casi todas sin el orden o la destreza que gusta en esta plaza, hasta que saltó al ruedo el alegre "Comisario", otro de los ejemplares de nota alta de la feria, al que ese alegre de los ruedos, Román, el torero de la fácil sonrisa, le dio distancia en los cites desde el mismo comienzo de la faena.

De largo se arrancó el toro a la muleta del valenciano, con una gran clase en su galope y ese tranco que deslumbra en Madrid, y de ese recuerdo de Antoñete, pasando por el otro César del toreo, el colombiano Rincón, se aderezaron ese planteamiento de otra época, que en las muñecas de Román quizá no encontró la finura en el acabado de determinados muletazos.

Una voltereta sufrida en un pase natural, producto de un descuido… o de falta de firmeza, le granjeó ese punto de emoción a la faena que siempre resulta de estos peligrosos trances. Y la concurrencia que había en los tenidos, más castiza y menos verbenera que la de los viernes, le jaleó con fuerza al rematar las series y también la entrega desplegada hasta en las bernadinas con las que abrochó una labor entre altibajos, sin llegar a encauzar del todo ese caudal de nobleza del dichoso "Comisario", que hasta en ese final de trasteo se arrancó de largo al valenciano, que se ajustó angustiosamente en el toreo por alto, con el engaño por la espalda.

El imaginario planteamiento de la estocada se antojaba en la suerte de recibir, debido al tranco del toro. Pero Román optó por irse detrás de la espada en la suerte del volapié, para dejarse la mano atrás y arriba, y pinchar de mala manera, un hecho que restó brillantez al final de una labor entonada y recia que el público agradeció pidiendo la oreja que le concedieron de forma unánime.

El otro capítulo emocionante de la tarde lo firmó el mexicano con el sexto, un toro castaño, de nombre "Judío" (como aquél de Domingo Ortega de La Punta en El Toreo de la Condesa), que tenía cara y cuajo, y al que el picador potosino Eduardo Rivera no consiguió picar con eficacia, no obstante que hizo bien las cosas en la propuesta pero no al mover la rienda con la precisión requerida. En ambas ocasiones, el varilarguero de dinastía acabó moviendo el penco un poco hacia la izquierda, lo que le impidió agarrar arriba sendos puyazos.

El toro llegó a la muleta con excesivo poder, y cuando parecía que pretendía desbordar a San Román, que nunca dudó en sacarlo a la boca de riego, vino el temple en los magníficos naturales, con las zapatillas ancladas en la arena, la cintura de junco y el trazo por debajo de la pala del pitón, para someter ese vendaval de transmisión que anidaba en el comportamiento de "Judío".

La gente sufrió a la par que disfrutaba el arrojo de Diego, que se plantó delante del toro muy decidido, a cara o cruz, y en esos momentos en que el de Fuente Ymbro se le venía de la media distancia con la cara descompuesta, arreando cuando hacía hilo en los remates, acabó por sentir que San Román no se iba a rajar y que echaría el resto con casta de mexicano bravío, para robarle unos muletazos de una autenticidad tremenda.

Los ayudados rodilla en tierra del final de faena tuvieron aroma de toreo antiguo, porque toreó con la mano muy baja, una seguridad pasmosa y esa convicción de alguien que sabía que hoy tenía la cita más importante de su vida con la afición venteña. Y de haber matado de mejor manera, pues colocó tres cuartos de estocada, delantera y perpendicular, otro gallo le hubiera cantado en el resultado posterior a su impactante actuación.

Pero quizá lo más relevante es que Diego San Román, hoy en Madrid, mostró unas credenciales que lo avalan para estar en más plazas de España, adonde seguramente ira a enseñorear ese valor indómito que es la base de un toreo que, con el tiempo, irá puliendo para otorgar a su quehacer una expresión con más matices artísticos.

En los primeros cuatro toros de la corrida pasó poco. Detalles sueltos del veterano Curro Díaz con capote y muleta ante un primer toro noble, el de hechuras más armoniosas del encierro, un toro que no duró nada; y otros más en el cuarto, un ejemplar reservón que ya comenzaba a aguar la fiesta mediado el Ecuador de la corrida, tras una faena intrascendente.

El primero de Román, un castaño suelto de carnes, alto y largo, punteaba de continuo, y como el viento molestaba, no hubo demasiado acoplamiento, el que sí trató de imprimir Diego en el de la ceremonia, un toro manso y huidizo al que le hizo un planteamiento de faena en la que primó la espectacularidad del inicio en los medios, con un valeroso péndulo de rodillas, a la eficacia para convencerlo a embestir sin escupirse de la muleta. A este toro lo mató de una meritoria estocada, pues el de Fuente Ymbro se acobardó y se fue a refugiar en las tablas.

Si hoy el resultado numérico favoreció a Román y no a San Román, el primero con un excelente toro –"Comisario"– y el otro con uno que quería quitarlo de torero – "Judío"–, la impronta que dejó el mexicano tuvo la frescura de lo nuevo, y esa sensación de que del rico suelo de México, de vez en cuando salen joyas escondidas que reflejan destellos de ilusión, como la que hoy brilló en la hora del crepúsculo madrileño.

Ficha
Madrid, España.- Plaza de Las Ventas. Decimoquinto festejo de la Feria de San Isidro. Más de tres cuartos de entrada (21 un mil, tres espectadores), en tarde calurosa, con algunas ráfagas de viento. Toros de Fuente Ymbro, bien presentados, algunos de mejores hechuras, sin fondo y deslucidos en su conjunto, salvo el 5o., que tuvo boyantía, clase y transmisión; y el 6o., que fue complicado y aportó emoción. Pesos: 590, 552, 557, 568, 566 y 561 kilos. Curro Díaz (rosa y oro): Silencio en su lote. Román (sangre de toro y oro): Silencio tras aviso y oreja. Diego San Román (lila y oro): Silencio tras aviso y palmas tras aviso. Incidencias: San Román confirmó con el toro "Infortunado", número 27, negro listón, con 590 kilos. El queretano brindó el segundo toro de su lote al ganadero Pepe Marrón.

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