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Manolo Arruza y su confirmación en Madrid

Martes, 20 May 2025    Ags, AGS.    Xavier González Fisher | Infograma: LM   
Se cumple medio siglo de que toreó en la plaza de Las Ventas
Manolo Arruza inició su andar por los ruedos vestido de luces en ruedos de España. Se presentó como novillero en San Roque el 12 de agosto de 1972 y el siguiente año realizó ya una campaña en forma en aquellas tierras, en la que toreó 33 novilladas, a pesar de comenzar su actividad a partir del mes de julio por haberse fracturado una mano en los tentaderos del invierno, terminando la temporada como uno de los toreros del llamado “escalafón menor” más interesantes del ciclo, junto a Paco Alcalde y Carlos Escolar "Frascuelo".

Regresaría a México para recibir la alternativa en Guadalajara, el 24 de octubre de ese 1973, de manos de Eloy Cavazos y con el testimonio de Curro Leal, con toros de Jesús Cabrera. Cerraría esa temporada aquí en México con 16 corridas toreadas.

El año de 1974 fue de una gran actividad para el hijo del "Ciclón Mexicano", porque logró completar 42 tardes en ruedos de España, en una temporada en la que allá también actuaron los matadores mexicanos Mariano Ramos, Rafael Gil "Rafaelillo" y Manolo Martínez, y los novilleros Marcos Ortega, Fermín Espinosa "Armillita" y Arturo Magaña.

A esos festejos toreados en ruedos hispanos habrá que sumar los 14 que sumó aquí en México, incluida su confirmación de alternativa en la Plaza México el 22 de diciembre, de manos nuevamente de Eloy Cavazos y llevando como testigo a Pedro Gutiérrez Moya "Niño de la Capea", con toros de Garfias. En total ese 1974, sumó 56 corridas de toros entre España y México.

Un constante "baile de corrales"

La feria de San Isidro del año 75 corrió del día 8 de mayo al 1o de junio de ese año, constó de dos novilladas y veintiuna corridas de toros. En las que observo con cierto asombro que Paco Camino y Rafael de Paula fueron anunciados con los toros de Palha, y el Niño de la Capea con los de Pablo Romero, ganaderías en estos días etiquetadas como "duras", que tienen sus "especialistas", y a las que las figuras se les enfrentan, si acaso, una vez en la vida, en medio de un preparado anuncio de una "gesta extraordinaria".

La realidad es que de los encierros que se anunciaron a la afición y al público, muchos se quedaron en el papel, porque a pesar de que ya estaba en funciones el "toro del guarismo", los problemas en la interpretación de lo que es el trapío y así, el encierro del 13 de mayo, de Amelia Pérez Tabernero fue rechazado desde el primer reconocimiento. Eso hizo que Eloy Cavazos se saliera de la combinación y su lugar lo ocupara Rafael Gil "Rafaelillo", quien así cumplió su segunda tarde en el ciclo.

Igual, las corridas de Atanasio Fernández (día 23), José Luis Osborne (día 24) y Juan Pedro Domecq (día 31) fueron rechazadas en el primer reconocimiento y sustituidas por ensaladillas de sobreros de otras ganaderías. El criterio de las autoridades y de la afición madrileña iba cambiando y también, el de los veedores de don Livinio Stuyck, ya en su antepenúltima feria, estaba decadente, porque otros encierros fueron también rechazados en parte y remendados con sobreros de diversas procedencias afines a la empresa Nueva Plaza de Toros de Madrid, S.A.

El encierro para el 20 de mayo de 1975

Omití deliberadamente en el apartado anterior mencionar que los toros anunciados para la décimo segunda corrida de ese ciclo isidril tampoco pudieron pasar el fielato del reconocimiento. El cartel originalmente presentado era con toros de los herederos de Carlos Núñez, "propiedad de don Manuel González", para Palomo Linares, Francisco Rivera "Paquirri" y Manolo Arruza, de Méjico, quien confirmará la alternativa.

El ganadero Manuel González era nada menos que el diestro sevillano retirado Manolo González, quien apenas el año anterior había adquirido de los hijos de don Carlos Núñez, el hierro, divisa y ganado que anunciaban como Churriana, encastado en lo de su casa y en donde mantenían reses marcadas con el hierro matriz y con el propio. Así, el encierro que escogió para presentarse en la capital española, era con seis ejemplares que llevaban en el anca la "R" circulada, razón por la cual se hizo ese extraño anuncio de su debut ganadero.

Pero la ocasión se frustró, porque el encierro no fue aprobado y fue sustituida por una de Benítez Cubero, que según a quien se lea, tuvo o no tuvo trapío. Con esos mimbres se daría la confirmación de alternativa de Manolo Arruza.

Una confirmación envuelta en la nostalgia

Las relaciones de todos los diarios hacían referencia en mayor o menor medida, a que, en la fecha, se cumplían nueve años del fallecimiento de Carlos Arruza, padre del toricantano. Quizás los apuntes más sentidos en ese aspecto, fueron los de Francisco Baruqui, en el diario tapatío "El Informador" y de Antonio Bellón, al entrevistar a don Andrés Gago, apoderado del confirmante y que lo fuera también de su padre, en "Pueblo", de la que recojo:

"Andrés Gago estaba en el burladero de apoderados, con la colilla de su puro mantenida por un palillo, quemando tabaco y nervios. Y fue justo al final de la primera faena de Manolito, en el momento en que el chaval recibía la oreja, cuando Andrés no pudo más y rompió a llorar. «Es un momento –decía– muy difícil para mí. Son demasiados recuerdos... Si Carlos pudiera ver a su hijo...» «¿Recuerda mucho Manolo a su padre, don Andrés?» «Sí, se parecen. Pero Carlos era un hombre y Manolo es un chiquillo...» Y no pudo más, rompió a llorar. Hay que decir que Andrés Gago había dejado de esta profesión de apoderar y que regresa a ella por fidelidad y cariño hacia Carlos..."

Por su parte, Vicente Zabala Portolés, en el ABC madrileño, es más severo y hasta exagerado en su valoración de lo realizado por Manolo en el toro de su confirmación:

"Manolo Arruza, pese a su apellido, no venía con la vitola de figura. El hombre no se permite improcedentes exigencias. Mató de una estocada baja y se le concedió una oreja que algunos protestaron. El recuerdo de su padre, muy querido en Madrid en una época triste y angustiosa para el país, flotaba en el ambiente. Por la voluntad del muchacho y por las añoranzas de tiempos que, históricamente, no fueron mejores en ningún sentido, se le otorgó el trofeo...”

Para él, la oreja que cortó y que resultó ser la única de la tarde, fue más que nada, un reconocimiento a su ascendencia torera y no precisamente un premio a su labor ese día. A veces, los escribidores de toros, por mucho que entiendan, exageran en el rigor de sus apreciaciones como en esa tarde lo hizo don Vicente.

Decía arriba que don Francisco Baruqui también cubrió el festejo, aprovechando su anual asistencia al ciclo isidril. Entre otras cuestiones escribió:

"Si Carlos Arruza viviera... Feliz, muy feliz que estaría. Manolo, su hijo torero ha hecho honor en la arena misma que pisara su padre y en la que tantas y tantas huellas dejara, a la casta torera, al profesional orgullo, al amor propio por ser... un Arruza... A nueve años de la muerte de su padre, hoy, en este día, una habitación del hotel Gran Vía, antiguo, incómodo, albergaba como años atrás, a otro Arruza...

"Ayer a Carlos, hoy a Manolo... Y qué torero ha estado, principescamente vestido con terno champaña y oro, luciendo añejo capote de paseo que de su padre fuera, confirmó su alternativa. Ha cortado oreja. De su capotillo salieron, echándose a la espalda, con gallardía, serie de ceñidas gaoneras que arrancaron los primeros olés. Con los palos, seguro, preciso, certero, haciendo gala de facultades y conocimiento pleno de los terrenos. Ha clavado por ambos lados y al sesgo, al cuarteo. Uno impresionante, citando sobre el estribo de frente al toro y en corto palmo que levantó al público de sus asientos.

"Con la muleta asentado, tranquilo, centrándose estupendamente con un toro un poco tardo, pero con son y clase que le ha permitido estar a mucha altura... Series medidas de ayudados por bajo con la derecha, naturales espléndidamente rematados. Todo a la distancia justa, ni un paso más, ni un paso menos. Las palmas fuertes le habrán sonado a gloria, ha triunfado. Dejando una entera desprendida se ha hecho merecedor de una oreja. Vuelta entre aplausos... Manolo Arruza cayó de pie..."

La descripción de la actuación de Manolo Arruza en esta relación es la más completa y quizás la menos sesgada, por una razón que veremos enseguida. Para la estadística, el toro de la confirmación se llamó "Loco", iba marcado con el número 18, y se le anunció un peso de 561 kilos.

El fruto de una buena tarde

El cartel de ese día 26 de mayo estaba formado originalmente por Rafael de Paula, Paco Camino y Francisco Ruiz Miguel, con toros portugueses de Palha. El torero de Jerez fue suspendido por una gran bronca que causó en Barcelona en días anteriores, por lo que la sustitución se le ofreció a Manolo Arruza como recompensa a su bien lograda tarde de confirmación y el cartel quedó en el papel con los toros portugueses para Paco Camino, Ruiz Miguel y Manolo Arruza. Allí también hubo "baile de corrales", pues solamente se aprobaron tres de los de Palha, completándose el lote con otros tantos de don Joaquín Buendía.

Esa segunda tarde, lluviosa, no fue tan fructífera para Manolo Arruza como la de su presentación, pero pudiera ser materia para un nuevo comentario. Hasta otra oportunidad.


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