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Fonseca y "Brigadier" se dan la mano

Miércoles, 14 May 2025    CDMX    Juan Antonio de Labra| Foto: Plaza 1           
Cortó la oreja en Madrid a un gran toro de Pedraza de Yeltes
La buena suerte de Isaac Fonseca brilló otra vez en Madrid, pues hoy, como el año anterior, le tocó el mejor toro del encierro de Pedraza de Yeltes, de nombre "Brigadier", que pesó la friolera de 667 kilos, y resultó magnífico desde el tercio de varas hasta que el moreliano lo tumbó de una buena estocada al segundo viaje, para cortarle una oreja que, seguramente, le servirá para volver a Las Ventas a lo largo de la temporada.

En este sentido, la primera cita de los toreros mexicanos este año en el llamado "Mundial del Toreo", ha sido con el pie derecho, y eso motiva a la afición azteca en momentos complicados para la tauromaquia, además que viene a reivindicar al país como segunda potencia taurina que siempre está en pugna por abrir espacios para los nuestros en España.

La tarde había comenzado con un primer toro de Román que fue manso pero que tuvo transmisión y llego a la muleta exigente, pues a veces arrollaba con violencia y a Ángel Gómez Escorial se le venció de forma dramática cuando lo estaba lidiando en banderillas, y a punto estuvo de echarle mano de fea manera.

Cuando tocaron a muerte, el risueño valenciano tuvo que ponerse serio y trató de plantarle cara con la muleta en la zurda, no obstante que el viento le impedía mantenerla cuadrada, y así consiguió un par de tandas estimables antes de quitárselo de en frente con una estocada entera, un tanto perpendicular, que fue suficiente para ganarse una simpática vuelta al ruedo.

Después saltó a la arena un toro bien hecho, quizá el más armonioso de todos, pues teniendo la corrida excesiva romana, hubo toros cuya construcción no se salía de ese canon de trapío agradable a la vista. Este ejemplar, primero del lote de Jesús Enrique Colombo, acabó siendo noble, pero le faltó chispa, y por más que el torero venezolano quiso añadirla, al final sólo alcanzó a demostrar sus facultades en banderillas y su contundente manera de estoquear, mediante una estocada deprendida y delanterilla ejecutada con mucha rotundidad. De esta guisa terminó la lidia, debajo de un chubasco que duró varios minutos y que obligó a la gente a distraerse sacando mangas, paraguas y gabardinas, además de buscar el tejadillo de los lugares disponibles en las gradas y andanadas.

Con el primero de su lote, un ejemplar negro y basto de hechuras, Fonseca no lo vio claro porque el de Pedraza de Yeltes fue un tanto andarín en la muleta y era incómodo, ya que embestía con la cara a media altura y reponía mucho. El toro lo trajo un tanto aperreado, mientras el moreliano trataba de pasarlo de muleta con cierta desconfianza y sin decir nada al público. Mató de una estocada delantera y caída, y se retiró entre silencio.

El cuarto, otro toro de capa colorada, también estuvo cerca de coger a Gómez Escorial en banderillas, y llegó deslucido a la muleta de Román, que le hizo una faena que no tuvo ningún calado en el tendido, hasta que se dio a pinchar y, acto seguido, a fallar con el descabello, y la gente le cayó encima con justa razón.

Las cosas pintaban mal al aparecer en el ruedo el quinto, el segundo del lote de Colombo, que fue bravucón en varas y llegó con algo más de motor al tercio de banderillas, en las que el venezolano le ganó la cara con tanta facilidad que acabó clavando tres pares a cabeza pasada, un hecho que no agradó al sector más reaccionario de la plaza.

En la muleta, el de Pedraza de Yeltes se desplazaba con soltura, pero sin humillar, y tirando derrotes cuando Colombo lo remataba por alto, en otra faena sin relieve, salvo por el esfuerzo desplegado, y debajo de otro ligero chubasco, además de las continuas ráfagas de viento que soplaron a lo largo de la corrida. Volvió a entregarse en la estocada y cobró un espadazo entero y desprendido, pero de solvente ejecución.

Así estaba la tarde, desangelada y desapacible, hasta que salió por toriles ese ferrocarril llamado "Brigadier", al que Fonseca saludó hizo lucir mucho en el tercio de varas, ya que lo puso en suerte en dos ocasiones de largo, la última a varios metros de distancia del caballo que montaba el picador Borja Lorente. Y como "Brigadier" se arrancó con un galope franco y el puyazo cayó arriba, la ovación del público no se hizo esperar, un hecho que, sin duda, le puso todo a favor al mexicano.

Fiel a su concepto del espectáculo, Fonseca comenzó la faena citando de rodillas, en los medios, y se quedó muy quieto en ese inicio mientras el toro acudía humillado, obediente y con ritmo a la muleta de Isaac, que luego se puso de pie para centrarse con las excelentes embestidas del toro.

La faena mantuvo su tono de emoción, pero también de estructura, con series de pocos muletazos, pero con el compás abierto y medio engaño por la arena, girando en los talones con seguridad, y llevando al toro cosido a los vuelos. Y así creció el trasteo en intensidad, en medio de la expectación del público, que estuvo alentando a Isaac en las series de naturales y los largos pases de pecho con los que abrochó las tandas.

A estas alturas de la corrida, daba la impresión de que la gente había olvidado ya los minutos sufridos bajo la lluvia y el viento frío, y el júbilo renació en el tendido y fue creciendo en los templados ayudados por alto mirando al tendido, con Fonseca roto a su expresión y sintiendo el toreo, a la par de una embestida que conservó su calidad hasta el último aliento, la de un toro cuyo nombre se inscribirá entre los mejores de una feria a la que todavía le queda mucha cuerda.

Llegado el instante de entrar a matar, Fonseca se perfiló encorvado y largo, como le gusta, y con la punta de la espada mirando al cielo, y se fue derecho tras el acero para señalar un impetuoso pinchazo del que salió rebotado, afortunadamente ileso. Esta mácula no le quitó la concentración de la cabeza, y aunque el toro se afligió y se fue a tablas, ahí mismo lo fulminó Fonseca de una buena estocada que le puso en las manos la anhelada oreja, un digno premio a lo que había hecho ante el bravo "Brigadier", con el que terminó por darse la mano tras la noble batalla librada en los medios del amplio redondel venteño.

Dentro de once días, el domingo 25 de mayo, está anunciado Diego San Román para confirmar su alternativa, y el miércoles 4 de junio Joselito Adame regresará a esta plaza luego de tres años de ausencia. Ahí queda el ejemplo de Fonseca para ambos, a la espera de que también tengan esa buena estrella de llevarse un toro de premio grande, como el aguerrido moreliano.

Ficha
Madrid, España.- Plaza de Las Ventas. Quinto festejo de feria. Tres cuartos de entrada (17 mil 882 espectadores), en tarde lluviosa y fría. Toros de Pedraza de Yeltes, hondos, con mucha romana, de juego variado, de los que destacó el 6o. por su bravura y calidad, premiado con vuelta al ruedo. Pesos: 630, 595, 597, 619, 624 y 667 kilos. Román (azul azafata y oro): Vuelta tras aviso y pitos tras aviso. Jesús Enrique Colombo (sangre de toro y oro): Vuelta tras aviso con petición y silencio. Isaac Fonseca (azul azafata y oro): Silencio y oreja tras aviso. Incidencias: Sobresalieron en banderillas Juan Carlos Rey y Tito Robledo, que saludaron una ovación en el 6o., y en la brega Raúl Ruiz, en ese mismo toro al que Borja Lorente picó bien y se retiró entre palmas.

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