Y aunque a los toros, salvo al cuarto, les faltaba alzada, kilos y un trapío más acorde a su procedencia, se movieron y dieron espectáculo, por lo que se podría afirmar que los toros "se crecieron" en el ruedo delante de los toreros.
El lote más parejo en hechuras y juego fue el de Isaac Fonseca, que salió decidido, fiel a su costumbre, a brindar espectáculo. En este sentido, se trata de un torero que sale a vender su mercancía con el corazón en la mano, y aunque no consigue cuajar a los toros, sí que conecta con el público y se entrega sin miramientos.
Dinámico, alegre y expresivo, con una facilidad para llegarle a la gente, el moreliano no acabó de someter al segundo de la tarde, no obstante que la faena tuvo, en todo momento, esa chispa tan carismática que forma parte de su personalidad. Las ceñidas chicuelinas del recibo capotero o varios pasajes de toreo en redondo ligado en los medios, constituyeron la parte central de una puesta en escena muy agradable, simpática, que, tras una certera estocada, le granjeó el corte de la primera oreja.
El quinto fue un toro exigente, no fácil, que carecía de ritmó por el pitón derecho y metía mejor la cara por el izquierdo. Tardó Fonseca en conseguir someterlo, por aquello de que le gusta más ir de lo general –el espectáculo– a lo particular –el toreo– y así fue como le hizo otra faena vibrante y variada, poco poderosa, en medio del jolgorio del público que estaba a favor del triunfo, ya con la "mochaorejas" sonando en el tendido; es decir, la famosa "Pelea de Gallos", que, en determinadas ocasiones, como ésta, suele favorecer el triunfalismo.
Y el triunfo llegó por la vía de otra estocada eficaz, de limpia ejecución, con ese tranquillo que le está dando buenos resultados a Fonseca al colocarse largo en el cite, dejar que el toro se arranque y descuelgue la cara, y mirar muy bien el sitio donde hay que colocar la espada. Y como el toro cayó de inmediato tras el espadazo, la gente no dudó en pedir una segunda oreja que le fue protestada por un sector de la plaza. Al final, como en el futbol, los goles cuentan, y a esas alturas de la tarde el marcador estaba 3-0 a favor del valiente y aguerrido moreliano.
Ginés Marín había estado entregado y solvente con un lote sin fondo, sobre todo el cuarto, el toro mejor presentado del encierro. En ambos ejemplares, el jerezano había estado un cañón con la espada, ejecutando dos de las mejores estocadas de la feria, tanto por su pureza como por su eficacia, y al final se decidió a regalar un sobrero de la misma ganadería, bautizado con el extravagante nombre de "Pichicuas", un juego de canicas al que el popular compositor Chava Flores dedicó una canción.
Pues miren por dónde que el tal "Pichicuas", embistió con mucha clase, como esas vacas de desvieje que luego sacan su fondo de calidad luego de haber dejado una importante lastra, y el jerezano se dio a torear con un temple y una calidad de mucho pulso y temple en una faena de manos a más en la que, al revés que Fonseca, antepuso lo particular –el toreo– a lo general –el espectáculo–, para terminar cuajando el toro de La Punta a placer, sobre todo con la zurda, la de cobrar.
A la hora de entrar a matar volvió a ejecutar la suerte suprema con regusto, dando el pecho, y aunque la estocada fue un tanto trasera, la ejecución resultó, nuevamente, un portento de clasicismo, algo que hoy día, con la espada, ya es mucho decir. Enhorabuena por este rey de espadas, que, en la tarde sanmarqueña, justificó plenamente su inclusión en este cartel.
Con apenas 16 corridas toreadas desde su alternativa, Alejandro Adame tuvo en las manos un lote que no era fácil y que requería un torero con más sitio. De cualquier manera, el tercero de los hermanos Adame matadores de toros enseñoreó una natural elegancia, y unas maneras que, en cuanto tenga un mayor rodaje, van a aflorar con más facilidad para encontrar esos puntos finos de técnica que hoy le pidieron sus dos toros.
A favor suyo hay que decir que buscó hacer las cosas bien a cada palmo de la corrida, consciente de que se tiene que ganar los contratos tarde a tarde, y que lo hecho en la Plaza México el pasado 5 de febrero, fecha en la que confirmó su alternativa en el coso de Insurgentes, no es obra de la casualidad. En Alejandro, el más reciente de los toreros de la "Cosecha del 22" (doctorado en diciembre de dicho año) hay un torero sumamente interesante. Ojo, y al tiempo.