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Decálogo de la defensa de la tauromaquia

Sábado, 15 Feb 2025    Guadalajara, Jal.    Antonio Casanueva | Foto: Archivo   
"...defender un México donde la cultura y la libertad no se someten...
Una vez más, la tauromaquia enfrenta intentos de prohibición bajo argumentos simplistas que ignoran su profundidad cultural, ecológica y económica. Hace poco, el Congreso de la Ciudad de México convocó a un parlamento abierto para debatir una iniciativa que pretende prohibir espectáculos con animales, incluidas las corridas de toros y las peleas de gallos.

Esto confirma la recurrencia de los ataques y la ausencia de matices en los argumentos prohibicionistas.

Este debate no debe simplificarse ni limitarse a prejuicios. Entenderlo requiere abrirse al diálogo y reconocer los matices culturales, antropológicos y ecológicos que la tauromaquia aporta. Solo desde este entendimiento es posible tomar decisiones informadas y justas.

Defender una corrida de toros no es solo proteger un espectáculo, sino resguardar diez principios esenciales..

1. Nuestra libertad. Esa capacidad de elegir qué queremos ver y cómo queremos vivir, sin imposiciones. Prohibir los toros no protege a nadie, es limitar la libertad de elección y abrir la puerta a un modelo autoritario de imposiciones culturales.

2. La dignidad humana. Que se expresa en el coraje y la superación personal que los toreros encarnan.

3. El equilibrio ecológico. Porque sin el toro bravo desaparecerían miles de hectáreas que hoy son refugio de biodiversidad.

4. El toro bravo. Una especie única, creada y cuidada con esmero por generaciones.

5. El bienestar animal. Garantizando que los toros vivan en libertad y con respeto a su naturaleza hasta el último momento. Frente a la vida en confinamiento y la muerte anónima de otros animales, el toro bravo vive en plena libertad y encuentra un final donde es el protagonista, no una víctima invisible del consumo masivo.

6. Nuestro patrimonio cultural. Porque la tauromaquia es parte de nuestra identidad como mexicanos.

7. El respeto a la diversidad cultural. Para que cada comunidad conserve sus tradiciones sin ser discriminada.

8. La importancia del arte. Porque cada faena es una obra efímera, donde el torero transforma la fuerza bruta en poesía visual, conectando con el espectador en un diálogo de emociones profundas. Además, elementos como la música, los trajes y el propio escenario expresan la sensibilidad y la individualidad de todos los que participan en el espectáculo.

9. Los valores que la tauromaquia transmite. Son el sacrificio, lealtad y respeto por la naturaleza, principios esenciales en la formación de una sociedad que pone al ser humano en el centro. 

10. La economía. Que se fortalece con las miles de familias que viven de esta actividad.

Cada uno de estos diez puntos merece una explicación más detallada, que abordaremos en un trabajo posterior. Pero su simple enunciación ya deja claro que no se trata solo de gustos o tradiciones: el objetivo es proteger nuestra libertad y evitar que una prohibición abra la puerta a muchas más.

Defender la fiesta brava no es mirar hacia el pasado, sino apostar por un futuro que respete su diversidad, celebre su creatividad y valore su capacidad de inspirar. Al hacerlo, no solo protegemos una práctica; defendemos un México capaz de unir tradición y modernidad, de encontrar en su pluralidad su mayor fortaleza.

Este decálogo no es solo un manifiesto, sino una invitación al diálogo. No defendemos solo una tradición o un espectáculo, sino los valores que nos definen como sociedad y nos hacen verdaderamente humanos.

Proteger la tauromaquia es defender un México donde la cultura y la libertad no se someten a la intolerancia. La pregunta es: ¿permitiremos que nos digan qué podemos ver, sentir y celebrar?


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