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San Isidro: Casos y ocasos (y III)

Lunes, 24 Jun 2024    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | La Jornada de Oriente   
Ultima entrega de los toreros que pasaron por la Feria de San Isidro
Estábamos en que el ninguneo contra diversos diestros de valía por parte de los oligopolios taurinos de España ha alcanzado sus grados más aberrantes en el caso de toreros no españoles, a los que históricamente han preferido ignorar, salvo cuando se les coló algún fuera de serie al que, aun a regañadientes, tuvieron que incorporar a su órbita. 

Fuera de eso, el elemento foráneo solamente ha funcionado allá como complemento de carteles modestos y con vistas a pechar con divisas poco gratas. Nada tiene de extraño, entonces, que la cartelería isidril de este año se apegara a dicha regla, descontadas las excepciones de Roca Rey y Castella, únicos extranjeros con dos tardes a su disposición.

La legión extranjera

Al lado de las dos figuras mencionadas –el limeño y el de Beziers– hubo una corrida por coleta para el colombiano Juan de Castilla, el venezolano Jesús Enrique Colombo, el francés Juan Leal y los mexicanos Leo Valadez, Ernesto Tapia "Calita" e Isaac Fonseca, anunciados con hierros que ni en broma admite la zona alta del escalafón.

Y sin embargo, los que sobresalieron no fueron el par de ases mencionados –Roca y Castella– sino el mexicano Fonseca –que de los ocho foráneos fue el único que cortó oreja– y el colombiano Juan de Castilla, plantadísimo ante los miuras pero no en plan tremendista sino de torero clásico y templado. Con mayor suerte al matar habría merecido incluso alguna oreja (19-05). Ese domingo, Jesús Enrique Colombo refrendó dignísimamente el talante alegre y bullidor en todos los tercios de la torería venezolana, con su valentía tradicional y su buen sentido del toreo. Como valentía serena y sin tacha marcó la única actuación del galo Juan Leal, que se quedó con cuatro toracos de Pedraza de Yeltes por lesión de Juan José Espada y cornada de Isaac Fonseca y en ningún momento volvió la cara ni dejó de arrimarse y exponer. 

Mexicanos

Mientras Calita quedó inédito ante un lote topón y paradísimo de Ibán (12–05), Leo Valadez precedió a su paisano Isaac como huésped de la enfermería venteña. Se había arrimado sin tregua al encastado bicho de Fuente Ymbro que le pegó seria paliza al intentar una arrucina y que, en la suerte suprema, se lo echó de nuevo al lomo causándole una dolorosa luxación de hombro, por lo que su fugaz participación isidril se limitó a ese único toro y la sentida ovación que lo acompañó al hule.

Figuras a la deriva

Ni Morante –bajo de moral y con su proverbial mala fortuna con los lotes–, ni Manzanares, que lleva demasiado tiempo vegetando, ni Castella, empeñoso pero frío e inexpresivo en general, encontraron su toro ni su feria. La excepción pudo ser Talavante, que sin embargo tampoco la libró, pese a compartir con Borja una muy buena mano para sortear. De entrada estuvo bien a secas (oreja de un endeble abreplaza de Puerto de San Lorenzo, (23-05), y hasta muy bien con el excelente "Rebeco" de Juan Pedro (oreja pese al bajonazo, 29-05); su desgracia fue encontrarse con otro toro de nota ("Tejonero" de Santiago Domecq, 31-05) para, en vez de aprovecharlo, perderse en un mar de indefiniciones que acabó por malograrle la faena, de modo que al final la única ovación fue para el magnífico astado.

Mención aparte reclama Roca Rey, cuyo pleito con el "7" tomó ya carta de naturaleza y parece destinado a durar. De todos modos, pudo desorejar al primero que le soltaron  porque le impuso su imperioso mando de mano baja y zapatillas enterradas en la arena sobreponiéndose al genio y mansedumbre del de Mayalde, pero tardó éste tanto en doblar que en vez de oreja sonaron dos avisos, a los que se sumarían los tres del imposible quinto (24-05).

Y con lo peor de Victoriano del Río, no encontró ese mínimo resquicio que tan a menudo explota para satisfacción de sus ciegos detractores, que sólo pusieron cara de disgusto al verlo bordar los dos quites, en toros ajenos, que el resto de la concurrencia celebró, aunque sin la fuerza de otros años (07-06).

Será cosa de preguntarnos si los nombres que siguen acaparando los carteles de relumbrón en las ferias no se estarán quedando obsoletos, por demasiado vistos y reciclados a estas alturas e independientemente de sus logros pasados. No sería el caso, sin embargo, de los ocupantes del comentario que viene a continuación.

Ante la adversidad, asomos de buen toreo

El fracaso ganadero perjudicó sobre todo a Daniel Luque, Uceda Leal, Juan Ortega, Pablo Aguado, reducidos a detalles confirmatorios de su clase y potencial toreros conocidos, en tanto pesaba sobre todo la indiferencia del público hacia los confirmantes García Pulido (10-05), Alejandro Fermín 15-05), Jorge Martínez (24-05), Cristian Parejo (25-05) y Víctor Hernández (30-05), buenos toreros en ciernes con el inconveniente, mal de la época, de que todos ellos siguen los modos estándar del toreo actual.

De últimas, en la semana ganadera, el peligro sordo de los toros de José Escolar conspiró contra las buenas intenciones de Robleño, Román Castaño y Gómez del Pilar (04-06), en tanto el clima se ponía en contra de Antonio Ferrera y José Garrido cuando sus dos últimos adolfos daban al fin trazas de embestir (06-06). Al fallido mano a mano Ureña-Borja con una dura y desigual victorinada se refirió ya la columna de la semana anterior. 

Rejoneadores y novilleros a gran nivel

Este sumario balance de ninguna manera podría omitir la mención de tres puertas grandes no necesariamente menores, previas a las que se abrieron para los matadores Borja Jiménez y Fernando Adrián. En la segunda novillada, Roberto Martín "Jarocho" terminó por imponerle el llamativo mando de una zurda asevillanada a un utrero de Fuente Ymbro encastado y violento (21-05); y en las dos corridas de rejones, la de la despedida de Madrid de Pablo Hermoso de Mendoza con excelentes toros de El Capea (18-05) hubo postrera oreja a la maestría de Pablo y dos para su hijo Guillermo, que fue quien salió en hombros esa tarde de sábado.

Y en la corrida de Los Espartales (01-06), Diego Ventura desorejó por partida doble al segundo suyo para firmar su vigésimo novena puerta grande de Las Ventas; en su actuación anterior (25-05) había compartido cartel con Cayetano y Ginés Marín en uno de tantos festejos sin historia.

Una oreja por barba le cortó a la notable novillada de Fuente Ymbro los prometedores noveles Alejandro Peñaranda e Ismael Martín (21-05) y más de una pudo cobrar Alejandro Chicharro si llega a matar bien a los de Guadaira y Torrehandilla (28–05), en tanto se celebraba con la vuelta al ruedo el torerismo de Samuel Navalón, otro buen candidato a la alternativa… y a la incertidumbre consiguiente (14-05). 

Excelente trabajo subalterno

Ya viene siendo costumbre establecida que la lidia esté a cargo de excelentes profesionales de a pie y de a caballo, incluso tratándose de animales que cumplen malamente en varas y acumulan dificultades en el segundo tercio, como fue esta vez el caso. Lo que no impidió que Juan Carlos Rey se revelara como un excelente banderillero, con valor, sabor y estilo, que no dejaron de derrochar colegas suyos como Los Chacón, José y Antonio, Fernando Sánchez,  Juan José Trujillo, Joao Ferreira, Morenito de Arles, Abraham Neiro, El Fini, Vicente Herrera, Sergio Blasco, Iván García, Jesús Arruga, Javier Ambel, Raúl Ruiz, José Mora, Ángel Otero, Jorge Fuentes, Julio López, Daniel Duarte y Tito Robledo, formidable subalterno que fue, por cierto, el único que, por su exceso de "romana", nos recordó las obesas figuras de tantos picadores y banderilleros de antaño. Entre los mencionados hay también excelentes bregadores a una y dos manos, de los cuales yo destacaría a Iván García, Javier Ambel, Álvaro Montes y Raúl Ruiz, a riesgo de omitir a algunos más no menos puestos y eficaces.

Entre la gente de a caballo, con menos ocasiones de lucimiento por la floja pelea de la mayoría de las reses, sobresalieron Manuel José Bernal, Pedro Geniz, Juan José Peña, Alberto Sandoval, Manuel Cid y Juan Melgar. También con anticipadas disculpas por alguna inevitable omisión. 

Conclusiones

1)  Se batieron todas las marcas en cuanto al número de espectadores: la empresa Plaza 1 reportó un total de 564 mil 353 espectadores para los 23 festejos de feria, lo que da un promedio de 20 mil 902 por tarde –hubo trece de "No hay billetes"–.

2)  No obstante, la programación adoleció de los vicios habituales: concentración de figuras en unos pocos carteles con las ganaderías de siempre y demasiados saldos toreros y ganaderos en el resto, con algunos nombres que ya no deberían tener cabida en Las Ventas y trato injusto para otros con merecimientos muy superiores. 

3)  Preocupante bajón en la calidad del ganado, incluso en materia de trapío, que como se sabe no es lo mismo que peso o cornamentas disparatadas. 

4)  Signos de alarma en cuanto a la falta de motivación y respuestas estilísticas, que no técnicas, de los ases veteranos: hoy duran más que en ninguna época anterior y habría que preguntarse si es en bien o en perjuicio de la fiesta, más monótona que nuca; 

5)  Y ligado a ese tema, la emergencia venturosa de otros toreros con propuestas estéticas y planteamientos en alguna medida innovadores. Son ellos, precisamente, los que vienen pidiendo ese sitio que los ases consuetudinarios, aliados a las casas empresariales, se obstinan en reservarse para sí con notable cerrazón.


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