Este domingo murió Antonio Gala a los 92 años de edad, uno de los creadores españoles más prolíficos y populares de las últimas décadas, que nació en 1930 en la localidad madrileña de Brazatortas, quien desde muy joven mostró una pasión inquebrantable por los toros y las letras.

Gala publicó su obra "Enemigo Íntimo" en el año 1959, con la cual obtuvo el premio Adonais de Poesía, a los que años después se sumaron a sus vitrinas los prestigiosos Premio Nacional de Literatura, Premio del Espectador y Premio de la Crítica de 1972, gracias a su polifacética pluma.

Durante su trayectoria fue gran defensor de la Fiesta y se le vio en repetidas ocasiones como espectador en varias plazas de toros de España, siendo protagonista de numerosas tertulias y reflexiones que marcaron su filia: "El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados", señaló.

Sobresalió también su admiración y cercana amistad con Morante de la Puebla, la cual quedó de manifiesto en aquella entrevista publicada en su día en el Diario El País: "Hablas de manera muy especial porque tú no sólo eres torero por instinto, es que tú toreas con instinto. Tú correspondes al toro en una especie de historia de amor, breve y amorosa".

En su ya icónica novela "El manuscrito carmesí", pieza que ganó el Premio Planeta en 1990, aparecen la culminación de la reconquista —con sus fanatismos, crueldades, sus traiciones y sus injusticias— con la sabiduría, la esperanza, el amor y la religión como elementos que acompañan a la historia.

La obra de Antonio Gala, la dramática, la novelística, la que conformaron y articularon su pensamiento en miles de artículos, en lúcidas páginas de reflexión y ensayo sobre temas tan decisivos como la libertad, el teatro, la historia, España y de manera muy especial Andalucía, participaron sus precupasiones con profundo tono meditativo.