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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 24 Nov 2022    CDMX    Juan Antonio de Labra | Opinión     
"...Hay que divulgar la noticia a los cuatro vientos: el sur de..."
Las fuertes presiones ejercidas en contra de la prohibición de las corridas de toros en Francia han surtido el efecto esperado, y hace apenas unos minutos, en el pleno de la Asamblea, el diputado Aymeric Caron retiró su propuesta en contra de las corridas que tanto revuelo mediático provocó en los últimos días a nivel nacional.

Ya desde ayer el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, adelantaba que no habría prohibición de las corridas este jueves 24 de noviembre, lo que no sólo alentaba al sector taurino local, sino al resto de países donde la tauromaquia sigue siendo un rasgo de identidad de determinados pueblos.

Así como en Francia los toros existen en la franja sur, tanto en el este, con sus emblemáticos coliseos de Nimes y Arles, así como en el oeste, con sus famosas ferias de Dax o Mont de Marsan, por citar sólo algunos de sus escenarios de primera categoría, se trata de una cuestión eminentemente cultural que viene de siglos atrás.

Y es que el toro sigue siendo un poderoso símbolo de la naturaleza de la que deriva su veneración en ese ritual llamado "lidia", que está cargado de elementos antropológicos, históricos y sociológicos, cuya prohibición no se puede decidir, de manera autoritaria, desde ninguna asamblea legislativa.

Porque a la mayoría de los políticos se les olvida que ellos no deciden, ni tampoco el Estado, qué es cultura en el marco de las tradiciones de un país; ni tienen potestad sobre la manera en que la gente desea educar a sus hijos. Así que la palabra clave seguirá siendo "tolerancia", la que debe imperar para garantizar los derechos de las minorías que viven en un marco de legalidad.

La avalancha de protestas y manifestaciones de los taurinos franceses, tanto profesionales como aficionados en general, fue escuchada a gran escala en un país que, desde le época napoleónica, sentó las bases jurídicas y constitucionales que se convertirían en un modelo a seguir en cualquier nación que se preciara de buscar el respeto y la equidad entre sus habitantes.

Aquellos viejos principios emanados de la Revolución Francesa, acuñados a finales del siglo XVIII, siguen vigentes: "Libertad, Igualdad y Fraternidad", y sobre ellos se edifica el concepto de respeto que debe prevalecer en las sociedades democráticas.

De momento, la fiesta de los toros seguirá existiendo, y este revés constituye un importante referente para los demás países donde cada vez son más insistentes los ataques prohibicionistas, pues ha quedado en evidencia la relevancia de respetar las tradiciones y salvaguardar una especie única en el mundo, como lo es el toro bravo, que hoy día vive amenazado por un perverso discurso animalista.

Hay que divulgar la noticia a los cuatro vientos: el sur de Francia es territorio taurino, ahí donde los políticos han comprendido que la tauromaquia forma parte fundamental de una añeja tradición que es preciso reconocer y respetar.


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