El 16 de marzo de 1997, hace exactamente 25 años, la Fiesta de México vivió dos hechos trascendentes en distintos sentidos: por una parte, el alumbramiento de una futura y gran figura del torero; por otra, la muerte de un joven rejoneador que estaba en vías de consolidar su carrera.

Pero así es de paradójica la vida, y mientras en la plaza "Silverio Pérez" de Texcoco, un chiquillo madrileño cautivaba con su sapiencia torera, en el redondel del coso de Insurgentes, aquella funesta caída segaba la existencia de Lalo Funtanet, un hombre cabal y bueno; un torero con carisma.

Y de esa primera tarde en Texcoco, vendrían las de la plaza "Oriente", de San Miguel de Allende, y luego la Plaza México, ahí donde El Juli acabó por convertirse en un torero consentido y se proyectó al mundo.

Con la reciente y entonada actuación de los hermanos José y Javi Funtanet en La México, el recuerdo de la existencia de su tío Lalo se acentuó, días antes de cumplirse esta doble efeméride, por un lado triste y por el otro, vibrante y luminosa.

Dos hechos tan relevantes que provocaron sentimientos contradictorios; dos hechos que ocurrieron el mismo día, casi a la misma hora, y que hoy no hemos querido dejar de recordar.