Lleno de suficiencia, defendiendo su sitio de figura y haciendo frente al mal encierro de Xajay, Joselito Adame se erigió triunfador en la corrida del 93 aniversario de la plaza Monumental de Mérida tras el corte de la única oreja de un festejo lleno de matices que para fortuna de los diletantes terminó con éxito.
El marco era esplendoroso, los aficionados respondiendo al llamado de ir vestidos de blanco para la celebración y los tendidos a tope para ver a dos figuras, un mexicano y un español en un mano que prometía, más aquello se fue poniendo cuesta arriba ante el deslucido juego de los toros queretanos.
Con su primero, un toro hecho y derecho con 570 kilos sobre los lomos, el español Antonio Ferrera anduvo esforzado y profesional, tratando de agradar a los aficionados pese a las pocas prestaciones de su antagonista, que desde un principio acusó corto recorrido, punteando engaños, por lo que se tradujo en una labor esforzada, aunque con pocos dividendos.
Su segundo no fue más. Un toro soso, deslucido y que poco se prestó para el lucimiento. No obstante también lo intentó, le buscó las vueltas, aunque al final se quedará con las ganas.
Con el santo de espaldas, a su tercero no había por dónde meterle mano. El toro, bien presentado, pero sin fondo alguno, empezó por arrollar, hasta terminar rayando en la mansedumbre. Y como el diestro atinadamente se negara a banderillearon, los presentes que iban sumiéndose en el desgano se lo reprocharon. El malestar fue creciendo en las alturas culminando en una fuerte bronca que creció tras ponerse pesado con la espada.
Joselito Adame fue la otra cara de la moneda. Resuelto y con actitud de figura durante toda la tarde, terminó por poner a la plaza en un clamor coreando su nombre y gritándole torero, tras su destacada participación en el albero.
Realizó una faena de muleta poderosa con su primero. El toro, que provocó sendos tumbos a los varilargueros Daniel y Omar Morales, enviando al primero al callejón y, posteriormente, ocasionando una fractura al caballo de la contraquerencia.
El toro le exigió al hidrocálido y le pidió el carnet, por lo que hubo de emplearse a fondo, haciendo gala de sitio y aguante hasta meterlo en vereda. El de Xajay no permitía concesiones, ni equivocaciones, a lo largo de una faena de mucha transmisión, en la que hubo muletazos por derecha, ante el contento general del público. Colocó un estoconazo en la yema y un golpe de descabello, pero el toro tardo el doblar privándole de cortar trofeos.
Con su segundo, un toro reparado de la vista que puso a sudar a las cuadrillas, Joselito anduvo en torero, a paso de figura. Con base en doblones metió al toro en la canasta hasta hacerle faena, remando contracorriente y defendiendo su sitio de figura.
El que cerró plaza fue el que más se dejó torear de todo el encierro, aunque sin rayar en excelsitudes. El de Xajay se desplazó para dar paso a una faena con estructura. El de Aguascalientes anduvo con banderas desplegadas cuajando lucido tercio de banderillas y una faena de muleta que fue un dechado de recursos, con el toro viniendo a menos, ya que embestía con la cara a media altura. Joselito realizó una faena enterada, midiendo terrenos, cuidando embestidas, que terminaron por enderezar la corrida, poniéndole tono triunfal a una tarde que a esas alturas se encontraba abrumada.