Aunque la mala entrada no correspondió al interés que debería haber provocado este magnífico cartel, con dos novilleros importantes despidiéndose del escalafón para tomar la alternativa, y el debut de uno que viene arreando con fuerza, el festejo dejó momentos interesantes, y el juego de los últimos dos novillos dejaron constancia del prestigio de la divisa morado y verde.

Miguel Aguilar se llevó en el sorteo uno de ellos, el quinto, al que había que hacerle las cosas con firmeza de procedimientos para hacer que sacara la calidad de embestidas que traía dentro. Lo recibió con una larga cambiada de rodillas para luego torearle bien a la verónica, y en la muleta, resuelto a redondear la tarde, le comenzó a torear de rodillas en los medios. 

Había que ponerse a la distancia y dar los toques, y cuando ocurrió, el toro regaló embestidas de calidad. Aunque el trasteo decayó hacia el final, Miguel finalizó con manoletinas de rodillas para caldear el ambiente, lo que después de un pinchazo y tres cuartos de espada en buen sitio, lo hicieron recibir su segunda oreja del festejo.

Ya había obtenido la oreja del segundo de la tarde, un novillo que embistió a media altura por el pitón derecho y que se revolvía en un palmo de terreno por el izquierdo. Con él, Miguel estuvo firme y lo despachó de un espadazo entero que hizo que el público sacara los pañuelos solicitando la concesión del trofeo.

Con la salida a hombros, el hermano menor del recordado Mario Aguilar, cerró el capítulo de su etapa novilleril, esperando venga un doctorado que le permita dar continuidad a una carrera bien llevada en el escalafón menor. 

El queretano Juan Pedro Llaguno también triunfó al obtener la oreja del cuarto novillo, al que le hizo una lidia completa con capote, banderillas y muleta.

Con el capote estuvo bien, toreando de recibo a la verónica y en el quite por chicuelinas. Tras cubrir el segundo tercio, inició su faena con muletazos de mucha clase toreando relajado y por bajo. Aprovechó el mejor lado del novillo, el derecho, y por el izquierdo extrajo pases de mucho mérito, exponiendo. Tras un pinchazo dejó una estocada entera, que le valió el corte de una merecida oreja.

En su primero, más complicado, no desaprovechó para cubrir el segundo tercio. El novillo se vencía en los muletazos por el lado derecho y por el izquierdo pudo sacarle pases de mérito, ganándole los pasos. Mató de media estocada y tres descabellos, antes de retirarse a la barrera entre palmas.

Al igual que Aguilar, Juan Pedro cerró de esta forma una carrera novilleril que terminó de manera fuerte, esperando que en el doctorado en la Plaza México pueda mostrar que su buen concepto del toreo se adaptará sin problemas y evolucionará ahora delante del toro.

Por su parte, Arturo Gilio estuvo a punto de obtener, cuando menos, un trofeo del novillo que cerró plaza, de gran calidad en las embestidas. Con el capote lo recibió de manera heterodoxa, toreando por gaoneras, que ya de inicio le granjearon la entrega del público. El de San Martín llegó con recorrido al último tercio y pidiendo distancia, y aunque en los primeros compases no hubo tanto acoplamiento, el novillo respondió con largas y enclasadas embestidas cuando se encontraba la muleta a la distancia que precisaba. Entonces llegaron los muletazos más largos y rotundos de la tarde, que corrieron por cuenta del torero de Torreón. Lamentablemente, la posibilidad de obtener algún trofeo se esfumó tras fallar con la espada.

Su primero resultó complicado, áspero y que buscó hacerse dueño de la escena durante toda su lidia. A resaltar un par de banderillas de mucho mérito de Víctor Mora, asomándose al balcón a pesar de las complicaciones que había desarrollado el novillo.

Arturo aprovechó los momentos en el que el de San Martín acometía a la muleta, ya que se distraía, volvía contrario, se rajó hacia tablas y deambulando prácticamente pisó cada rincón del ruedo. Para más inri, tras una media tendida que no fue suficiente, se alargó el trámite previo a la actuación del puntillero, y la gente aplaudió la larga agonía del novillo que, al no doblar con prontitud, estuvo a punto de hacer que sonara el tercer aviso que por fortuna no cayó.

A pesar de todo esto, la gente reconoció el esfuerzo de Arturo Gilio tocándole algunas palmas, y queda pendiente que mejore su técnica con la espada para que sus actuaciones puedan tener la trascendencia que merecen.