Con el primero de su lote había estado un tanto deshilvanado en un trasteo afanoso, pero que no tuvo redondez, ya que el ejemplar resultó incierto en sus embestidas y no se prestaba al lucimiento. No obstante, Luis David se afanó en agradar a lo largo de toda la lidia, con esa alegría contagiosa de la que está dotada su tauromaquia.

El primer espada del cartel, Fermín Espinosa, se presentó vestido de luces en este escenario, y mostró el buen momento por el que atraviesa. Siempre dispuesto, con más desparpajo, y una encomiable actitud, el menor de la dinastía Armillita toreó francamente bien a los tres toros de su lote.

Por su cadencia, temple, y calidad de su trazo, Armillita hoy dejó constancia de su bien aprendido oficio y su magnífico concepto del toreo. Y si así va a estar de aquí en adelante, bienvenido sea su nombre en los carteles, en virtud de que es un torero al que se le han dado pocas oportunidades y hoy demostró en Zacatecas una ilusión renovada.

Platerito dio muestras de valor, pues siempre toreó con un gran asentamiento de zapatillas, y no sólo hizo quites y estuvo muy variado con el capote, sino que también mostró recursos con las banderillas. Se le vio enfibrado, valiente y decidido, pero, lamentablemente, con una técnica estoqueadora deficiente, Un hecho que vino a emborronar en cierta medida su actuación.

La tarde terminó hasta que dobló el último, lidiado en octavo lugar, un sobrero de escaso trapío con el que el torero de la tierra trato de dar espectáculo, aunque, la verdad de las cosas, ya no tenía ningún sentido haber regalado ese ejemplar.

Al margen de esta circunstancia, habría que apuntar que la corrida se vivió con intensidad de alegría, con un cartel netamente juvenil e inédito en este escenario, Muestra fehaciente de que se pueden hacer combinaciones atractivas que sea del agrado del público, como el que hoy llenó el aforo permitido y salió contento de la plaza.