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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 07 Ene 2021    CDMX    Juan Antonio de Labra | Opinión     
"...un triunfo apoteósico, cargado de una emoción especial..."
Hoy se cumplen 14 años de la antológica faena de Rodolfo Rodríguez "El Pana" a "Rey Mago", de la divisa de Javier Garfias, al que cuajó aquel 7 de enero de 2007 en la Plaza México. Y la pátina del tiempo que recubre aquella obra artística se ha sumado al trágico final de un torero que, en la última etapa de su vida, se había consolidado como un heterodoxo del toreo.

Porque en medio de la monotonía que ha atenazado a la Fiesta en los últimos años, aquella forma de ser y de torear de El Pana se convirtió en un lujo; un oasis en medio de la nada, mientras su alma penaba en un irremediable purgatorio taurino, hasta que llegó aquel siete del siete, y con él, ese regalo de Día de Reyes, encarnado en el armonioso trapío del toro nacido en la ex hacienda de Los Cues, todavía empadrado por el viejo sabio del puro.

La conmoción colectiva provocada por la faena de El Pana fue total, y como muchas veces sucede con faenas de culto, como aquella otra de Guillermo Capetillo con "Gallero" de Cerro Viejo en 1994, los tendidos de la plaza estaban poco poblados. Sin embargo, con la televisión de por medio, y el brindis de "Rey Mago" a las lumias, que vino después fue una catarsis.

Los aficionados más irredentos, esos que nunca faltan a la plaza, fueron los afortunados depositarios de un triunfo apoteósico, cargado de una emoción especial, la que emana del arte del toreo y se proyecta con toda su fuerza cuando sucede lo inesperado.

Y aquella supuesta despedida se volvió, de golpe, en una agradable reaparición que a Rodolfo le deparó un destino distinto al que amenazaba su espíritu rebelde, pues transitaba por la senda del perdedor.

El triunfo de El Pana fue el triunfo de los desarrapados; de los hombres que nunca dejan de soñar; de los que son denostados en los despachos taurinos, pero que se mantienen firmes, como El Pana, ávidos de seguir siendo y sintiéndose toreros, a la espera de que, cierto día, la virgen también se les aparezca.

Pero 2021 no será un año fácil para la Fiesta, y mucho menos para ellos. Será extraño y distinto, si acaso la pandemia cede y los empresarios consiguen encauzar al espectáculo por un derrotero que sea medianamente rentable.

Porque de otra manera, ni siquiera con otros tres reyes magos, y regalos lujosos de por medio, se vivirá la gloria de otra faena cumbre, de esas que, al paso del tiempo, siguen siendo añoradas por el público que tuvo la dicha de presenciarlas en vivo, tocado por una emoción que a veces resulta sumamente complicado describir con palabras.


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