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La Tauromaquia de nuestra libertad

Miércoles, 30 Dic 2020    Mérida, Yuc.    Antonio Rivera | Especial   
Es un grito incontenible de protesta encerrado en once letras
Cuando abrí el mensaje, sentí un relámpago de asombro admirativo. Libertad. Así de pura y aguda, sucinta, tan encendida. Una Libertad que partía en dos el cartel que anunciaba para el 20 de diciembre de 2019 la vuelta de la fiesta brava a un escenario emblemático: la plaza de toros Cancún. 

Desde abajo hacia el cielo, la intervención modifica el espacio artístico del cartel y lo complementa con la causa primigenia de la Tauromaquia: Libertad. La imagen no podría ser más expresiva.

El cartel se despliega sobre un campo azul enmarcado por un galón en oro, con los machos amarrados en el costado derecho. Se delinea el exterior de la plaza, con insertos de flores, hojas y alamares áureos, en un bello conjunto que realza los nombres del mano a mano histórico: Pablo Hermoso y Diego Silveti, con cuatro toros de Marrón.

Se celebraría el trigésimo aniversario del magnífico coso cancunense, así como la reapertura luego de casi tres años de ilegítimas prohibiciones de las distintas administraciones municipales de Cancún, renuentes a extender el permiso protocolario para dar festejos taurinos. Si la forma es fondo, la renuencia al permiso equivale –letra con letra– a una prohibición explícita.

La Libertad que interviene el cartel, se erige en un antes y después del día anunciado. El antecedente nos traslada al 26 de junio del 2019, cuando el Congreso quintanarroense abusó de la autoridad democrática concedida e inopinadamente aprobó una prohibición de la tauromaquia en todo el estado, sin consideración alguna del valor de una tradición con raíces de casi cinco siglos de celebraciones patronales en múltiples localidades del estado, en un atentado legislativo contra la libertad de ejercer el derecho de acceso a su cultura.

Luego vendría la lucha con tintes épicos para reabrir las puertas de la plaza de toros Cancún, en la que, a trancas y barrancas, se partió plaza a la hora que indica el cartel libertario. El devenir de esa tarde histórica, con la intervención ilegítima de la policía local tratando de interrumpir la corrida y el postrer indulto del toro que cerró plaza, ha sido registrado en las crónicas de esa noche memorable.

Es en el después de los excesos autoritarios que la intervención artística de la voz universal de Libertad en el cartel, adquiere su mayor dimensión. Es un grito incontenible de protesta en once letras; de inconformidad ante el poder que somete y quebranta el estado de derecho, un grito de Libertad que sacude el corazón al recuerdo de los inagotables próceres caídos en su afán de alcanzarla, para que, a la vuelta de los tiempos, unos cuantos la conculquen arbitrariamente. 

En el toreo, el significado de Libertad permea los rincones y espacios de su naturaleza. Desde el primer llamado de la vocación, torear es un acto de infinita libertad. Por silente que parezca, la asunción del sacrificio a través de la tortuosa cornada y la exposición a la vida misma, dispuesta a ofrendarse al ritual místico, es un clamor de Libertad; una liberación íntima e incesante de nuestra fragilidad humana, que se agiganta ante las dos astas de bravura en Libertad, siempre capaces de "morir matando" en curso libre de sus facultades y destino ancestral.

La intervención deletrea Libertad colocando escalones hacia el tendido del cursus, hábitat emocional de los aficionados que responden libres al llamado de la celebración taurina. Libres para acudir a dar testimonio del ejercicio místico y artístico de una tradición liberada de tantos eufemismos de la doble moral etnocentrista. 

La flama libertaria encendida por la intervención pictórica, alcanza a los poseedores de la maravillosa juventud, esa naturaleza tan propia y libre para asumir una actitud rebelde y disruptiva, capaz de atreverse a ir allá, donde todo parece ajeno y lejano, siendo libres para conocer otras expresiones artísticas y culturales, fortaleciendo su juventud con las vivencias incomparables de un mundo taurino pleno de fuerza histórica y emocional, de héroes de verdad y un animal venerado, enfrentados a su destino. Un grito de Libertad para la juventud que quiere y puede decidir por sí misma lo que le es propio o ajeno, rebelde ante los embates impostores de culturas ajenas a la nuestra.

Así fue cuando abrí el mensaje. El asombro de admiración al conjunto artístico, me llevó a ver la firma: la obra intervenida de Libertad es creación de la artista plástica mexicana Alicia Ochoa. Basta abrir la página www.aliciaochoa.com para apreciar su trayectoria y sensibilidad artística en los destellos deslumbrantes de su colección de capotes de paseo, o un mentón trémulo al liarse, o la cintura disuelta en una media, por no hablar de los invisibles sueños de gloria de un chaval sin tiempo. 

El orgullo surge cuando se descubre el alcance de sus reconocimientos: En 2012, el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, selecciona la obra "Capote Rojo" para ilustrar el cartel de la corrida de La Beneficencia en la Plaza de Toros de Las Ventas en Madrid, España. En el 2014, su obra "Saber ver" obtiene el primer lugar en "El Certamen de Pintura del Cartel Taurino" convocado por la Empresa Taurodelta y su obra ilustra el cartel de la Feria de San Isidro de ese año. 

Nada que no provenga de la misma fuente de la sensibilidad y genio de la artista, manifiestos en la intervención de su propio cartel para el recuerdo: Libertad. 

Así de pura y aguda, sucinta, tan encendida, la Tauromaquia de nuestra Libertad.


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