…La música ha sido compañera inseparable de las corridas de toros...
En todas las plazas de toros donde se celebre un espectáculo taurino, ya sea una becerrada para aficionados, hasta una corrida de toros, será requisito indispensable una banda de música, esa valiosa colaboración artística presente durante el colorista y ceremonioso paseíllo, o bien de forma estelar, como fondo evocador de las grandes faenas de muleta que los diestros suelen realizar en los momentos de mayor inspiración de su arte.
La música ha sido compañera inseparable de las corridas de toros, hermandad registrada desde aquellas Reales Fiestas de Toros que se celebraron en la Plaza Mayor de Madrid el primer jueves del mes de junio de 1681, cuando: "no faltando jacareros inquietos que con sus guitarras y otros instrumentos, unos se entretienen cantando y otros, menos sosegados, sirven de despertador a los madrugadores de la tela y la plaza".
Lo anterior, un prólogo e incipiente boceto de la música en los toros que más tarde habría de cuajar en el llamado pasodoble taurino tan íntimamente ligado al mundo de la tauromaquia, ese ritmo tan genuino y a la postre representativo de la música española, con rasgos que persisten a través del tiempo por su peculiar y elocuente estilo.
Cuando se trata de bucear sobre los orígenes de esta particular pieza musical, algunas son las opiniones sobre ello, desde un alumbramiento que procede de la tonadilla escénica que servía como conclusión de los entremeses y bailes escénicos del siglo XVIII, posteriormente utilizada en los actos de comedia, para finalizar en los diferentes tipos de pasodobles.
Otra tesis lo señala como el posible arranque de algunas danzas que se introdujeron en la España del siglo XVII que entre las de carácter más alegre y adecuadas al temperamento hispánico serían su antecedente directo y finalmente, también circula aquella indagatoria que postula la de un tipo de marcha militar de compás binario que adquirió popularidad durante la Guerra de Independencia Española.
El pasodoble se trata de una tocata-baile español muy típico, en compás de dos por cuatro, con movimiento algo airoso, con una frase introductoria que, tanto melódica como armónicamente, gira en torno al acorde dominante con variaciones en la entonación melódica del segundo tetracordo descendente del tono menor.
Asimismo, esta práctica musical consiste en el respeto de unas normas o reglas de original y sencillo patrón estético, sin grandes complicaciones técnicas, ligero movimiento de frases, a su vez colocadas en correcta ligazón con sentido musical y, aunado a ello, su amenidad e interés histórico descriptivo del ritmo.
España y en general la región mediterránea y por ende América, encontraron en el pasodoble un exponente ideal para mostrar la idiosincrasia y el carácter de cada pueblo o región determinada, nada mejor que la música para reflejar de forma fidedigna, el variado crisol hispánico; esto traerá como consecuencia una división del pasodoble a saber de los diferentes estilos:
Pasodoble regional: A cada localidad o región su pasodoble, por caso los de llamado acento gallego, entre los que destaca el Puentearas, considerado el más universal de este espacio geográfico; otros aparecen con acento asturiano, tal es el caso de Oviedo que dedicó a esta ciudad el músico Pascual Marquina Narro.
A Navarra y su gente se le distingue con pasodobles tales como: No te vayas de Navarra, del músico Rafael Jaén, o Honrando a Navarra, que se trata de un homenaje musical los sanfermines a cargo del autor Julio Nuel. Mención merecen por su elevada cantidad y popularidad, los de acento andaluz que incluyen aires flamencos: Nerva, de Manuel Rojas y En er mundo, de Jesús Fernández Lorenzo.
Pasodoble marcha: En ese caso los giros melódicos y armónicos han de ser más sencillos para facilitar su ejecución mientras se va desfilando, se tiene por caso: Los voluntarios, del autor Jerónimo Jiménez, El pasodoble de la Bandera, de la revista "Las Corsarias" del granadino Francisco Alonso o Soldadito español y Las carabineras, de Jacinto Guerrero.
Pasodoble-concierto: Aspira a ser más solemne y clásico, con una primera parte un tanto agresiva o arrogante y, una segunda, también llamada trío, que se caracteriza por su naturaleza melodiosa. Aquí podemos encontrar a: Suspiros de España, de Antonio Álvarez Alonso, Gerona, Valencia y Triana, del maestro Santiago Lope.
Finalmente, el pasodoble-canción: Surge al propio tiempo del declive del cuplé y alcanzará su mayor apogeo durante las décadas 50 y 60 de pasado siglo XX, un pueblo que encontró en la copla y en sus intérpretes, el alivio a las limitaciones y carencias. Ejemplo de ello se encuentran los intérpretes Pepe Marchena, Pepe Blanco, Concha Piquer, Impero Argentina, Lola Flores, Rosita Ferrer y un largo etcétera.
Por otra parte, puede decirse que pocos ritmos españoles son tan representativos del donaire y singular arrogancia de cada pueblo, las plazas de toros con su pasodoble como dueño y señor del sorprendente y sugestivo espectáculo, una presencia que da mayor énfasis y realce a los alardes tanto de valor como de arte que los diestros imprimen a sus faenas.
Cabe mencionar que los músicos mexicanos ocupan un lugar de primer orden dentro de las partituras del orbe taurino, el investigador Nicolás Rangel nos pone al tanto de los remotos antecedentes sonoros cuando refiere al coso de San Pablo en el año 1788: "Habrá de firme una orquesta, compuesta de veinte diestros profesores, que llenarán los intermedios tocando varias serenatas, clarinetes, clarines y otros instrumentos bélicos, para que sin embargo del rumor, sobresalga y brille la música"
Mención especial merece el músico Luis. G. Jordá, autor del pasodoble Minuto, dedicado al matador Enrique Vargas, considerado el primer pasodoble torero compuesto en México y, en mismo puesto de privilegio aparece el maestro Genaro Núñez, director por varias décadas de la banda de música tanto del Toreo de la Condesa, como la Monumental Plaza México.
Rafael Gascón fue un prolífico autor de ritmos toreros entre los que destacan: Machaquito, Gaona, Belmonte, o el tan vigente Cielo Andalúz de arraigo tan particular en tierras mexicanas y que su autor dedicó a la Banda de Policía y a su entonces director Velino M. Presa, con una letra que adaptó José F. Elizondo.
Dentro de este género musical, Alfonso Esparza Oteo dejó para la posteridad: Alma de España, Mantones y claveles, Orticínas y Lorenzo Garza. El investigador Juan S. Garrido cuenta en su haber con piezas taurinas como Balderas, Morenaza y Calesero poeta y torero.
Qué decir de Agustín Lara y su estilo tan particular, con Silverio, Fermín y Novillero, además, otros varios autores mexicanos han dedicado parte de su obra al pasodoble, entre ellos destacan figuras como Joaquín Pardavé, Luis Arcaraz, Alberto Domínguez y Álvaro Carrillo.
En conclusión, con el pasodoble ya sea en España, en México o Hispanoamérica, nos encontramos ante el garbo y la gracia de sus temas musicales, en permanente consonancia con sus fines descriptivos, que revelan desde sus primeros compases el afán de cantar y de propagar la belleza y colorido de la tauromaquia, sus ídolos, sus mujeres y todo cuanto rodea a está artística y singular práctica llamada tauromaquia.
Bibliografía:
Sanz de Pedre, Mariano. "La música en los toros y la música de los toros". Musigraf Arabí, Madrid, 1981.
Galán, Pedro. "El pasodoble torero". Noriega Limusa, Ciudad de México, 1990.
Silva Berdús, Juan. "Música y toros. El pasodoble torero". Fundación Escala del Éxito, Madrid, 2000.
Rangel, Nicolás. "Historia del toreo en México, época colonial, (1529-1821)", Imprenta Manuel León Sánchez, Ciudad de México, 1924.