El grupo "Tradiciones y Cultura" es heredero directo del romántico impulso de aquella "Asociación Taurina de Puebla" empeñada en mantener con vida la pasión por la Fiesta en una ciudad crónicamente castigada por sus empresarios de toros… o la ausencia de ellos.
Y este jueves 19 puso en marcha, un año más, su ameno ciclo de conferencias y mesas redondas titulado "Los Toros hablados" desde que la antigua Asociación lo puso en marcha por los años 60 del siglo pasado, teniendo por emblema la simpática caricatura improvisada a vuelapluma por José Alameda en una mesa de café, delante de los socios fundadores, de los cuales permanece en pie el exnovillero poblano Héctor Budar, que con Álvaro Sánchez, Jaime Oaxaca, Miguel Ángel de la Garza, Toño Moreno y Jaime Silva integra el grupo responsable de mantener la llama votiva de la afición, sometida hoy a tantos vientos y tempestades, así como, localmente, a ominosos silencios, eventualmente rotos por festejos como los de la corta feria que el pasado viernes reabrió El Relicario.
Villanueva y Ponce de León
Al calor de la ya célebre corrida de los abuelos verificada en Tlaxcala el sábado de Gloria, los invitados a inaugurar el ciclo “Los Toros hablados” fueron esta vez los matadores Miguel Villanueva y Raúl Ponce de León, en un mano a mano evocador del que sostuvieron de novilleros punteros, hace 49 años. La copiosa asistencia colmó el salón de la Casa del Torno para un evento moderado con conocimientos, discreción y tino por el amigo Álvaro Sánchez.
Miguel Villanueva, oriundo de Apizaco (29-09-49), rindió tributo al padrinazgo de Jorge “El Ranchero” Aguilar, maestro y valedor de cuantos maletillas con hechuras recalaban por Piedras Negras y otras ganaderías de la región cuando Miguel era un adolescente. Como su rival y amigo Raúl Ponce de León, la Plaza México lo lanzó al estrellato aquel verano del 69, impresionada por su clase y su finura, rasgos que pudimos volver a admirar la inolvidable noche del 31 de marzo.
La alternativa la tomó en Ciudad Juárez de manos de Raúl García, testigo Manolo Martínez y toros de Suárez del Real (07-06-70). Se la confirmaría en la México Calesero hijo, con “Vago” de Rancho Seco, en presencia de Ricardo Castro (07-03-71). Y su andadura como matador sería tan larga como llena de obstáculos, como las de tantos toreros de su generación.
En materia de estilo, Raúl Ponce de León era la entrega con sello y el valor con hondura. Capitalino de nacimiento (29-01-50) y sobrino del “Ranchero” Aguilar, el año de su revelación se adjudicó el estoque de Plata y conmocionó a una afición que, según recordaban ambos, “en las novilladas llenaba la México de media plaza para arriba”. También se doctoró en la fronteriza Ciudad Juárez por mano de “Finito” y ante Mario Sevilla, toro “Huracán” de Santacilia (19-07-70). En la capital su padrino de confirmación fue César Girón –toro “Brisquero” de Manuel de Haro—y los testigos “Finito” y el propio Mario Sevilla (24-01-71). Ni él ni Villanueva tendrían ocasión de torear en España. Y en México más bien poco y casi siempre el tipo de ganado que rehuían las figuras.
Los entretelones
Precisamente ése fue su problema, como ambos rememoraron sin pizca de amargura: que los mandones de la época –Martínez, Cavazos, Rivera, Ramos, Lomelín-- acaparaban fechas incluso en pueblos chicos, cerrando el paso a los jóvenes. Villanueva declaró haber procurado sacar esa rabia jugándosela a fondo en esas pocas corridas en que los ases se dignaban alternar con él.
Pero cuanto mejores resultados obtenía, más obstinadamente lo marginaron. Ponce, luego de recordar que Curro Rivera “era el único de los de arriba que accedía a sortear reglamentariamente cuando alternábamos con él”, declaró que su pelea de verdad “era con el miedo”, y vencerlo su satisfacción mayor. Tampoco se queja porque “torear es una experiencia incomparable, maravillosa; la única por mí vivida que, en sus momentos culminantes, me ha elevado a la gloria”. Ambos fueron despedidos con ovaciones y coros de ¡To-re-ro, To-re-ro… !
Programa
“Tradiciones y Cultura” anuncia para este jueves 26, con la conducción de Héctor Budar, al cronista capitalino Mauricio Locken para hablar de “El Pana: el último romántico”. Y el jueves 3 de mayo, siempre a las 20:00 horas y en la Casa del Torno, Miguel Ángel de la Garza moderará la charla del ganadero de El Grullo, Juan Carlos González, quien disertará sobre la “Libertad de encastes”. Habrá que llegar temprano para alcanzar lugar, vista la enorme afluencia de público que suscitó el evento inaugural.
Sevilla a distancia
Decir que no es lo mismo estar en la plaza que ver la corrida por televisión es una perogrullada. Pero negarle al aficionado –o al columnista—la posibilidad de opinar acerca de lo visto por ese medio audiovisual es un despropósito. Lo que sigue son algunas impresiones acerca de la segunda semana de la sevillana feria de abril, que como se sabe tuvo su punto culminante el lunes 16, con el indulto de “Orgullito” de Garcigrande y la rotunda tarde de El Juli, que paseó cuatro orejas –dos simbólicas—y abrió la única Puerta del Príncipe de la feria.
Dos toros admirables
“Orgullito”, negro, muy bien hecho, quinto de la tarde del lunes 16, 528 kilos de depurada nobleza, embistió no menos de ochenta veces a la muleta de El Juli, que se complacía en llevarla a rastras para conducir larga y templadamente las embestidas sedeñas, reunidas y rebosadas del de Garcigrande. La petición de indulto empezó a poblar de pañuelos el graderío con bastante anticipación a que Julián se decidiera a finalizar su faena, encandilado como estaba en seguir bordando el toreo tal como él lo siente –obligando por bajo y prolongando las suertes en redondo--. El perdonado fue un toro “amexicanado”, es decir, extraordinariamente dócil y humillado, alegre y suave, capaz de repetir una y otra vez sin dar muestras de agotamiento y hasta mejorando si cabe el son y la continuidad de su embestida. No se mató en los caballos, abrió el hocico pronto y a veces escarbó, pero nunca dejó de acudir al cite. El típico toro de la ilusión.
Al día siguiente salió en segundo lugar “Encendido”, con 525 kilos, un negro mulato bajito y fino de Núñez del Cuvillo. Era toro de vuelta al ruedo, arbitrariamente negada por el presidente. En su modo de acudir a los engaños y bajar el morro tuvo tanta clase e incluso un ritmo más vivaz que el indultado, de ahí que terminara por crecerse en vez de atemperarse conforme avanzaba la faena de José María Manzanares. Y el alicantino se vació con él, en tandas largas y despaciosas por ambos pitones, perfectamente rematadas y administradas. Su estocada recibiendo fue un poema. Y justo el premio de dos orejas.
Hubo otros toros buenos, como “Chumbo” de Domingo Hernández (día 16: El Juli, dos orejas), “Opaco” de Jandilla (18: El Juli, vuelta al ruedo), “Gavilán” de Cuvillo (17: se le fue para arriba a Manzanares, obligándolo a cortar en seco la faena para evitarse un mal rato, e incluso un “Asturiano” del mismo hierro (oreja a Talavante, que supo moldearlo muy bien). No fueron nada malos el primero y el último de Fuente Ymbro, “Hechizo” y “Observador” (21). Pero predominó la mala nota de las huidas a tablas y la sosería –incluso con ahorro del castigo en varas, mal universal—y encierros tan decepcionantes como los de García Jiménez (día 13), Victorino (14), El Pilar (18), Jandilla (19) y Juan Pedro Domecq (20). Lo cual arroja déficits en bravura, poder y casta realmente preocupantes.
De jueces a jueces
Así como hay árbitros de futbol localistas o fáciles de amoldarse a los intereses de los poderosos a cambio de otros dispuestos a aplicar el reglamento imparcialmente, la Maestranza tiene un surtido de presidentes que van del rigor inexplicable –como la señora Anabel Moreno, que ignoró unánime petición de oreja para José Garrido (18) o el individuo que le negó la vuelta al ruedo a “Encendido”— a los más obedientes y adaptables a los vientos que corran. No parece casualidad que José Luque, el juez que indultó a “Orgullito”, sea el mismo en 2013 lo hizo con “Arrojado” de Juan Pedro Domecq. ¿Y dónde ubicar al señor que se resistió a sacar el pañuelo cuando el graderío albeaba, en solicitud de una oreja para El Juli, que, incomodado por el viento, había hecho una faena intermitente a “Opaco”, el único que hizo honor al hierro de Jandilla el jueves 19, para despacharlo de un bajonazo descarado?
Yo diría que precisamente en ese sitio, el palco de la autoridad de la Real Maestranza, desde donde, manteniéndose firme, supo velar por los fueros del mítico coso sin ceder a los necios impulsos de un público impresionable y ramplón. El mismo que obtuviera el premio de la oreja para una faena de toreo periférico e intrascendente al cuarto de Domingo Hernández el lunes 16.
Pero eso ya es meterse con la sensibilidad y la sabiduría legendarias de la Real Maestranza, a menudo olvidada por quienes ahora pueblan sus tendidos. Materia más que jugosa para nuestra próxima Tauromaquia