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Catrina torera

Viernes, 09 Mar 2018    Morelia, Mich.    Quetzalcóatl Rodríguez | CC Tres Marías   
...El grabado tiene que sugerir la ilusión del mundo sensible...
José Guadalupe Posada representa, sin duda alguna, el caso de un cronista popular que hizo del grabado un poderoso instrumento de crítica social. Su trascendente obra está acompañada de la muerte, simbolizada en la calavera como su personaje más sobresaliente, convertidos en "calaveras" desfilaron en sus grabados miembros de la oligarquía porfiriana, aguerridos soldados zapatistas, científicos y, por supuesto, varios toreros de su época.

El afamado artista plástico al igual que varios de sus contemporáneos, era aficionado a la tauromaquia, constancia de ello son las planchas en madera, zinc y otros metales que grabó con temas taurinos, a los que trabajó con su manera por de más imaginativa, ingenua e irónica, figuran en los ruedos de aquellos tiempos pretéritos, toreros españoles como El Gallo, Frascuelo, Machaquito, Guerrita y Mazzantini, a los que daban pelea los aguerridos mexicanos Arcadio Ramírez "Reverte Mexicano", Vicente Segura, Ponciano Díaz y Rodolfo Gaona.

El grabado tiene que sugerir la ilusión del mundo sensible, un juego donde la sensibilidad induce a asociar las causas y los efectos, una ilusión resultado de varios fenómenos, entre ellos el lenguaje personal del artista, sus facultades plásticas y sus recursos técnicos; en opinión del poeta tabasqueño Carlos Pellicer: "Posada sabía que el ojo humano está educado para ver los colores; de ahí que manejara el blanco y negro y la variedad infinita de los medios tonos, para obligar al ojo a crearse la ilusión de colorido".

Entre sus imágenes taurinas destacan "Calavera Torera", "El retrato de Ponciano Díaz", "De la vida arriesgada de los picadores", "Desde la barrera", "Don Chepito toreador", "Gaona el Indio Grande", "Ora Ponciano", "Tauromaquia", "La Charrita Mexicana" y su sobresaliente juego de la "Oca Taurina", interesante compendio de su visión sobre la tauromaquia, presentando en cada una de las casillas la interesante evolución del toreo, desde el salto con garrocha y al trascuerno, recortes, pases de pecho y muerte del toro.

Colaborador de las ediciones "La Patria Ilustrada" y "La Revista de México", José Guadalupe Posada junto con Manuel Manilla son representantes de una contracultura del llamado Porfiriato en México, de la misma manera que lo son los corridos y los juguetes teatrales que publicaba en ediciones de bajo costo Antonio Vanegas Arroyo, en dicho de Carlos Monsiváis ambos personajes –Posada y Manilla– "No son verdaderamente artistas populares, sino hombres formados en los aledaños de la cultura oficial (…) pregoneros de los héroes populares, relatores de horrores reales o imaginados".

Detrás de su aparente simplicidad, las creaciones de posada denotan un dominio del movimiento y del ritmo, una perfección ya alcanzada, ajena a toda actitud esteticista; Posada, al igual que Goya y Picasso, no era ajeno a la tauromaquia, una de sus más antiguas litografías de toros tiene inclusive cierto aire goyesco, a lo cual se presta el atuendo de los lidiadores de aquellos tiempos. Su conocimiento magnifico de las suertes lo llevó a reproducirlas, entre otras, en la edición “Argos” donde también colaboraba.

En México aparecen a fines de siglo XIX las historietas mudas, ilustraciones reproducidas por la fábrica de cigarrillos "El Buen Tono", idea que surgió gracias a la influencia que tuvieron las novelas por entregas de Charles Dickens, a la par, la caricatura política alcanzó su apogeo; José Guadalupe Posada y otros artistas sostuvieron una lucha gráfica contra la opresión desde la época del presidente Santa Anna, la caricatura política tuvo sus características propias que Manuel González Ramírez nos dice: "Fue un mensaje al alcance de las grandes masas que nada leían, porque no sabían leer. Con ella, la agitación les entró por los ojos".

Posada abarcó desde ilustraciones publicitarias en empaques de cigarros, cajas de cerillos, etiquetas para cajas de puros, carteles circenses, cinematográficos y taurinos; para Posada el grabado implica su lenguaje verdadero, con el que logra una comunicación plástica propia con necesaria autonomía, dice lo que tiene que decir –como la poesía, sin necesidad de ser explicada– dando a la tauromaquia un lugar preponderante en la prensa diaria y, como taurino entendido, supo comprender el proceso evolutivo del rito taurómaco como un retrato fiel de una realidad que quedó en la memoria de aquellas sociedades.

Bibliografía:

González Ramírez, Manuel. "La caricatura política, tomo II", Fondo de Cultura Económica, 1956.

Haces, Carlos. "Los toros en José Guadalupe Posada", Ediciones del Ermitaño, Letra y Color, 1985.

Monsiváis, Carlos. "Notas sobre la cultura mexicana del siglo XX en Historia General de México", tomo II, El Colegio de México, 1976.

Pellicer, Carlos en "José Guadalupe Posada Ilustrador de la vida mexicana", Fondo Editorial de la Plástica Mexicana, México, 1963.


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