La noche del 25 de agosto pasado, Sergio Flores, y en el sexto del festejo, de nombre "Huasteco", se plantó de hinojos frente a la puerta de toriles con afanes de triunfo, a como diera lugar. El de Xajay salió al ruedo como una locomotora, y el joven tlaxcalteca se convertía en esos precisos momentos en carne de cañón, pues el toro se lo llevó por delante.
Las escenas que pudieron captarse son escalofriantes, pues lo trajo entre los pitones, campaneándolo por aquí y por allá, como si fuese un guiñapo. Después de soltarlo, y dado el nivel de drama que se generó, todo apuntaba a una auténtica tragedia.
Por fortuna, y ya superada la crisis, el parte médico, aunque dramático, tranquilizaba a quienes imaginaron lo peor. La oportuna intervención del Dr. Héctor Guerra Malacara, Jefe de los Servicios Médicos de la plaza “Fermín Rivera”, permitió que el espada pudiera superar aquel trance e incluso a 48 horas del percance, Sergio ya daba sus primeros pasos en el Hospital de Beneficencia Española, en la hermosa ciudad de San Luis Potosí.
Afortunadamente el accidente ocurrió en una plaza de primera categoría. Imagínense ustedes lo que habría sucedido en plazas de segunda o tercera categoría, o en aquellas donde no se cuenta incluso con una enfermería y/o ambulancia.
Este asunto nos lleva a recordar cierto informe que es un auténtico “garbanzo de a libra”. Allá por 1864, sólo que en Aguascalientes, el torero indígena Severiano Montes, sufrió una cornada en la axila derecha con lesión de la arteria de dicha región. Quien atendió aquel caso, del que salió librado el diestro aborigen, fue el mayor del ejército de intervención francés, el Dr. Jules Aronsshon. El caso, se publicó en la entonces reconocida Gaceta Médica de México, cuya versión aparece en francés.
Lo notable del mismo, es que se trata de un "parte médico" en toda forma, lo que lo ubica como un antecedente clave para esta indispensable labor que hoy día siguen realizando los médicos de plaza.
De igual forma, y en parecidas circunstancias, allá por los años 80 del siglo pasado, Antonio Lomelín también sufrió un percance, luego de intentar lancear con el capote y de rodillas, recibiendo una lesión por cuerno de toro en la axila derecha que le desnudó el brazo derecho, en lo que los doctores llaman “desguantamiento”. El recordado Xavier Campos Licastro lo intervino como profesional que siempre fue.
Estos datos, que comparto con ustedes, es el resultado de un trabajo de investigación, en el que el Médico Cirujano Ortopedista Raúl Aragón López y quien esto escribe, estamos realizando de un tiempo a esta fecha. Se trata de la “Historia de la cirugía taurina en México”, donde su solo propósito nos lleva a ubicar datos que se remontan desde el periodo virreinal y hasta nuestros días.
En tal propósito, pretendemos dar una explicación sobre la manera en cómo ha evolucionado la cirugía, quienes han sido los médicos más eminentes que han participado en esta labor, historia de las plazas de toros, espacios en los que durante muchos años no existieron sitios destinados a una enfermería (aspecto que se logró en 1886 y 1895 respectivamente).
Esto, debido a lo impuesto en sendos reglamentos taurinos, el que estuvo en vigor en la ciudad de Toluca, y luego en la ciudad de México, aunque existe un antecedente más. Se trata del ordenamiento que las autoridades dieron al asentista de la plaza de San Pablo, esto en 1845, para que "se provea de un botiquín y de los hilos vendajes que fueren necesarios para el auxilio de los heridos. Véase: Salvador García Bolio: "Asistencia médica. Plaza de toros de San Pablo. 1845)".
El primer volumen abarcará desde 1526 y hasta 1946, año en que dejó de funcionar “El Toreo” de la Colonia Condesa. El segundo, va de 1946 a nuestros días. En ambos casos, pretendemos incluir los casos más notorios y documentados sobre cornadas, con objeto de someterlos al análisis riguroso que la ciencia y la historia exigen. La iconografía localizada nos ha sido muy valiosa para definir, desde su sola lectura, aspectos si no evidentes, sí los necesarios para entender cuán necesaria es su presencia en aspectos como la cinemática del trauma, por ejemplo.
Entre la valiosa información que hemos recabado, se encuentra por ejemplo aquella destinada a conocer el desarrollo de una institución que hoy día sigue dando lustre. Me refiero a la “Sociedad Internacional de Cirugía Taurina”, la cual se fundó en noviembre 1974, bajo el propósito de exponer el tratamiento de heridas por cuerno de toro, y cierre primario de las mismas. Su impulsor, el ya citado Dr. Campos Licastro, revoluciona la terapéutica quirúrgica al cerrar las heridas por cuerno de toro, que antes quedaban abiertas y convertirlas de heridas traumáticas a heridas quirúrgicas, suturándolas; dejando drenajes de “pen rose por contra abertura”. Las actividades de difusión permitieron celebrar el primer Congreso Internacional de Cirugía Taurina en la CDMX.
En marzo de 1971, se organizó el primer "Curso de Actualización en Traumatología Taurina", auspiciado por la División de Estudios Superiores de la Facultad de Medicina de la U.N.A.M. Asistieron médicos de plaza de diferentes estados del país. Allí, se pudo comprobar que efectivamente faltaba mucho más por lograr en cuanto al mejoramiento de los Servicios Médicos de las Plazas, tanto en su aspecto físico, como en la estandarización de los procedimientos. (Datos tomados de la publicación "Sociedad Internacional de Cirugía Taurina", 1990).
En noviembre de 1974, se realizó el primer "Congreso Internacional de Cirugía Taurina" en la Unidad de Congresos del Centro Médico Nacional del Seguro Social, con la asistencia de profesionales de países como España, Venezuela, Perú, Colombia, Ecuador y evidentemente del país anfitrión: México. Allí quedó instituido el emblema que ahora la representa. Se trata de la imagen de la Virgen de Guadalupe, bordada en el capote de paseo, propiedad de Jaime Rangel, entonces Presidente de la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos, misma que figura en el emblema, por haber sido el único adorno que su puso en el Salón de Juntas de aquel Congreso.
Posteriormente se conformó el "Capítulo Mexicano" de dicha Sociedad, iniciando con las primeras "Jornadas Nacionales de Cirugía Taurina" en la ciudad de Aguascalientes allá por 1977. Con trabajos expuestos por los jefes de servicios médicos de las plazas de toros de la República Mexicana, se dio el natural intercambio de experiencias en el tratamiento médico-quirúrgico de las heridas por cuerno de toro, a que quedan expuestos quienes actúan en un ruedo, e incluso fuera de él.
Desde el año 1944, en los Servicios Médicos del Departamento del Distrito Federal, el Dr. Xavier Campos Licastro recibía y atendía a numerosos novilleros, que por motivos económicos y estando completamente desprotegidos por las agrupaciones de toreros, requerían servicios de emergencia. En el Hospital de la "Cruz Verde", también conocido como "Dr. Rubén Leñero", eran internados y operados por el entonces estudiante de medicina. Esto le hizo comprender la necesidad de que los cirujanos taurinos de todo el mundo se agruparan en una Sociedad Científica, que quizá algún día pudieran extender su mano y vigilar en todos sus aspectos esas vidas, a las que las ilusiones propias de la juventud, llevaban hacia grandes desgracias, por la gravedad de sus lesiones y peor aún la falta de técnicas quirúrgicas adecuadas.
En marzo de 1977, la Secretaría General de la Sociedad, logra salir a la luz el primer número de la Revista "Cirugía Taurina", órgano oficial de la Sociedad Internacional de Cirugía Taurina, con la colaboración de todos los Capítulos que forman a la Sociedad.
En mayo de 1979, el Dr. Xavier Campos Licastro, estando en Madrid, encarga a la célebre "sastre" de toreros, Isabel Navitidad, La Nati, la confección de un capote de paseo de color blanco, en el que –según las intenciones de Campos Licastro– "aparecerán las rosas de los Congresos efectuados y en que deberán anexarse cada dos años, otra rosa, como aquellas del sueño que había tenido en Madrid y que fue secundado en Colombia, para que en Venezuela se le agregará la cuarta rosa de oro, la firma de los presidentes de los congresos y la bandera de los países organizadores".
También en mayo de 1979, nos sigue contando el recordado cirujano, "aprovechando la magnífica calidad de realización de escudos de armas del gran amigo de los Cirujanos Taurinos, Sr. José María Sotomayor, se le pidió elaborara el escudo de la Sociedad Internacional de Cirugía Taurina, en el que aparece, naturalmente el Capote de Paseo, blanco, con rosas y la imagen de la Virgen de Guadalupe, tal y como se hizo constar en los Estatutos de dicha Sociedad, fundada en 1974".
El escudo-emblema del Capítulo Mexicano de la Sociedad Internacional de Cirugía Taurina, obra del pintor John Fulton, lo conserva el Dr. Jorge Uribe Camacho, actual Presidente de esta organización.
Finalmente mencionaré que hace unos días y en Tlaxcala, se celebraron las XXIX Jornadas Nacionales de Cirugía Taurina, en homenaje al Dr. Fausto Adolfo Baltazar Ibarra, bajo la presidencia del Dr. José Antonio Zamora Lomelí, donde hubo nutrida participación de especialistas, llevándose a cabo, entre otras actividades la aplicación del "Manual de atención pre-hospitalaria en pacientes politraumatizados", dirigida por el Dr. Francisco Eduardo González Sánchez.
Aprovecho para mencionar que el XXX Congreso de esta eminente sociedad, se efectuará en octubre del 2018 en la ciudad de Guadalajara, Jalisco.