La corrida, tercera de la temporada en la Monumental Monterrey en lo que va del año, suponía que los tendidos registrarían una mejor entrada, luego del buen sabor de boca que dejó meses atrás el extremeño Miguel Ángel Perera, base del cartel de este día.

A esto le agregamos la expectación por la reaparición de Arturo Macías, festejando sus 12 años de alternativa, y de Luis David Adame, quien haría su presentación en el coso titular de Monterrey.

A principios de la semana se anunció el cambio del encierro de Villa Carmela por uno de La Estancia, de los que al final se lidiaron cinco y que cabe resaltar que dieron buen juego para los de a caballo, destacando los dos tumbos que le propinó el segundo de la tarde a Ricardo "El Zurdo" Gaytán,  y la buena vara de Rafael Bolaños "El Tinjo" al cuarto del festejo.

Sin embargo, los cinco en conjunto, sumados al sexto de Montecristo y al de regalo de El Vergel, resultaron faltos de casta, sosos, llegando al último tercio sin transmisión ni emotividad.

Con el abreplaza, muy abanto de salida, Perera logró sujetarlo en el capote y domeñarlo con la sarga en una faena derechista y una tanda de naturales que le fueron fuertemente jaleados. Mató tras dos viajes con la espada y un golpe de descabello y escuchó aplausos en el tercio.

Ante el segundo de su lote estuvo en el mismo tenor, empeñoso y por encima de las condiciones de su ejemplar, logrando muletazos de uno en uno. Tras la estocada entera, pasada, se retiró en silencio.

El peninsular había hecho un gran esfuerzo luego de actuar la semana pasada en la Feria de Aguascalientes, para luego viajar a Sevilla,  España y regresar hoy a Monterrey, solo para enfrentarse a un lote que no le permitió mayor lucimiento.

Macías, que es garantía en el cartel por sus múltiples triunfos en esta plaza, llegó decidido a complacer a la afición más aún tratándose de su décimo segundo aniversario de alternativa pero también se estrelló con un lote poco propicio que sólo le permitió realizar dos trasteos efectistas, pero sin llenarle plenamente.

Fue por eso que decidió regalar un sobrero de El Vergel, en el que tuvo buenos pasajes y que coronó de estocada entera en buen sitio que valió para cortarle la única oreja de la tarde, alzándose como el triunfador.

Finalmente el menor en la terna, Luis David Adame, pudo haber cortado una oreja en cada astado de su lote, no por las condiciones de sus ejemplares si no por la voluntad y buenas hechuras que demostró el menor de la dinastía al estar por encima de sus ejemplares.

Adame cayó de pie pues sus templados muletazos fueron coreados por la afición. En su primero tuvo petición de oreja que le fue negada, de no haber sido por la mala colocación de la espada. De su segundo también había "prendido" en una serie por dosantinas justo bajo el tendido de la raza de sol, pero también malogró su labor con el acero la posibilidad de cortar la oreja.