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Especial: Recuerdos de una cincuentona

Viernes, 10 Feb 2017    Guadalajara, Jal.    José Humberto Magaña | Foto: Archivo   
Grandes recuerdos en el cincuentenario de la plaza "Nuevo Progreso"
50 Años de una plaza en la que se alimentó, cultivó y creció mi afición, y que empezó en otras dos más: la plaza "Alberto Balderas", de Autlán de la Grana, y el viejo coso de "El Progreso" de esta capital jalisciense.

El "Nuevo Progreso" de Guadalajara, donde la seriedad y presentación del toro que se lidia siempre marca su sello, es la plaza en la que más festejos he tenido la oportunidad de ver desde hace 37 años, comenzando en aquellos años ochentas, durante mi niñez, que se marcó por aprender a leer precozmente más rápido que mis compañeros de clase, motivado por esos grandes carteles que ataviaban las esquinas de esta ciudad, acicateado por mi padre, que me llevó a los toros y promovió mi afición, como la mayoría de aficionados, y que me decía: ¿Quieres saber quién va a torear el domingo?... Pues aprende a leer".

Así, de la mano de él, fui llevado a esa imponente plaza aquella feria de aniversario donde Espartaco y Emilio Muñoz hicieron su presentación. Después vendrían aquellas nocturnas con la condición de levantarme sin ninguna queja al día siguiente para asistir a la escuela. En ellas recuerdo haber visto esos pares al quiebro, en el centro del redondel, de José Nelo "Morenito de Maracay", y si de pares de banderillas hablamos al final de esa misma década, disfruté los innovadores de Vicente Ruiz "El Soro"  con sus peculiares giros, un torbellino en el ruedo.

En esa misma década dónde el entonces jovencito rejoneador lusitano Joao Moura, los hispanos José Luis Palomar y Curro Dúran dieron grandes tardes junto con el arte y personalidad del maestro Antonio Chenel "Antoñete" siempre con su peculiar terno naranja y oro (o acaso era el único, o tenía varios ya que siempre lo vi con ese mismo color?) y Pedro Gutiérrez Moya "El Niño de la Capea", que se convirtió en autentico ídolo y consentido de esta plaza, como lo fue también en esa década Manolo Arruza, y que gracias a ello tuvo una encerrona en la que lleno la plaza.

Misma década en la que Álvaro Preciado en un solo año organizo 43 festejos, siendo el año en el que más festejos he visto en una misma plaza, sin olvidar los espectáculos cómicos taurinos infantiles que en esos años me divirtieron tanto, como los "Hombres Gordos", el "Hombre de dos Cabezas y Tres Pies", "El Chino Torero y su Cuadrilla de Enanitos Toreros y Mini Rejoneadores".

Y esas grandes tardes como novillero del valiente y personalísimo Valente Arellano, y aquellas corridas de selección y de oportunidad dónde Zotoluco hizo su presentación y triunfo o aquella de los siete jaliscienses que encabezó Salvador Villalvazo y Roberto Miguel nos mentó la madre, ocasionando una de las tantas broncas monumentales que me tocó presenciar, casi siempre contra los jueces por negar trofeos, con el clásico "¡1,2,3,…!" Como aquella ya en los noventas contra Juan Hernández por negarle las orejas a Jorge Gutiérrez en un mano a mano con José Mari Manzanares, luego de matar un toro de regalo de Carranco y que embestía paso a paso, siendo la vez que más lentamente he visto torear y que después el propio Jorge me comentó que también era la vez que más despacio lo había hecho.

Ese Jorge que en esa década se convirtió en consentido de esta plaza, luego de una tarde en la que un toro de Manolo Martínez lo corneó y mandó a la enfermería para después salir y cortarle un rabo a su segundo, alternando con el propio Manolo, que esa misma tarde nos dejó boquiabiertos al "pegarle" un farol de rodillas a su segundo toro, y donde también Alejandro Silveti tuvo una gran actuación, siendo una de las grandes tardes vividas en esa etapa de mi juventud.

O como las que el añorado David Silveti nos dio y se corono aquí como el "Rey David", tanto Jorge como él se convirtieron en ídolos en esa década de los noventas en la que Miguel Espinosa "Armillita" se encumbró con aquellas faenas de "Venezolano" y "Tirador", ambos de Campo Alegre, vestido de negro y plata. Qué manera de torear, ¡por nota!, como lo haría en su presentación el malagueño Javier Conde con un toro de Pepe Garfias y el valenciano Enrique Ponce en su segunda tarde en esta plaza, con toros de Real de Saltillo.    

Aquí acompañé por primera vez en el callejón a los novilleros regiomontanos César Garza y Eligio García, la tarde en que se tiñó de rojo y de tragedia con la cornada mortal de Alberto Bricio, al que después le organizaron un festival y toda la familia taurina se volcó con un cartelazo, tarde en la que el maestro Calesero abrió la puerta de toriles y el maestro Joselito Huerta, como ya lo había hecho en otros festivales, bordó el toreo. O como lo hiciera también José Ma Manzanares con un novillo de Pepe Garfias, en otro festival benéfico vestido en traje de calle porque su equipaje no llegó.

Sin olvidar los indultos de El Capea a "Guitarrero", de Cerro Viejo, y el de Jorge Gutiérrez a "Que belleza", de Begoña. Y aquel mano a mano de las máximas figuras de América: Eloy Cavazos y Cesar Rincón.

Y esas novilladas, en los años ochenta con aquellos agarrones de Ureña, Contreras, Murillo, Gonzalez, Ferriño y Ondarza, o lo tardío de la carrera de aquel novillero michoacano Fernando Corral "Corralito", que se pesentó con cincuenta años, o esos otros festejos con Enrique Garza y Alfredo Lomelí; después recuerdo a Cristina Sánchez, El Juli, José María Luevano, Fernando La Hoz, Mario Del Olmo y Diego Bricio, a quien Carlos Rondero invitó una tarde a banderillear cuando éste se encontraba tranquilamente sentado en el tendido, vestido de paisano, y se bajó y puso dos buenos pares antes de regresar a su localidad.

Sin dejar de recordar, ya que hablamos de pares de banderillas, los de Garnica en su última etapa y su emotiva despedida, así como los de El Chatito de Acámbaro, y como ellos grandes subalternos como Beto Preciado y su capote de seda, o los puyazos de Israel Vázquez lanzando su castoreño para encelar a los astados en detalle de gran torería.

Y ya en las décadas de este siglo la irrupción de  los novilleros Ricardo Rivera y Ricardo Frausto, y de Pablo Hermoso, Morante de la Puebla, Daniel Luque, Joselito Adame, Juan Pablo Sánchez y Roca Rey, que entraron de lleno en el gusto de la afición, como El Pana que en una sola tarde "cambió lanzas por cañas".

Son muchos pero muchos los momentos vividos, muchísimos más que quizás se han quedado en el tintero de la memoria pero que ahí en tu ruedo han quedado, convertidos en grandes recuerdos que hoy algunos de ellos quise rememorar, como un homenaje y un tributo a una plaza trascendental en mi afición taurina y que, con su prestigio ganado a pulso por su seriedad y categoría, es un referente mundial de la tauromaquia.

Gracias por tener el orgullo de decir que mi afición se ha alimentado, se ha cultivado y ha crecido ahí… en la plaza de toros "Nuevo Progreso". Muchas felicidades a esta cincuentona, y que vengan otros 50. ¡Cómo no!


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