...cuando aparece en la arena, con su trapío a cuestas y sus...
La plaza "Nuevo Progreso" de Guadalajara cumple este sábado 50 años de su inauguración, y a largo de este tiempo, sobre todo de un par de décadas a la fecha, se ha convertido en un referente del México taurino, tanto por la categoría de sus festejos como la seriedad de su toro.
Asistir a una corrida en esta plaza es sinónimo de garantía en el más estricto de los sentidos, ya que el aficionado verá precisamente eso que le anuncian; es decir, “una corrida de toros”.
Se cumple medio siglo de vida de una plaza que en su día fue rival de "El Progreso", el asolerado coso de San Juan de Dios demolido en 1979 de manera absurda, pues hoy día formaría parte de ese precioso andador que va desde la Plaza de Armas y remata en el Hospicio Cabañas, atravesando el Teatro Degollado y la Catedral, que luce sus altas torres como dos pitones de oro.
En esta plaza comencé mi carrera en los medios. Fue con aquella primera entrevista que le hice a Álvaro Preciado cuando era gerente de la empresa. Ese breve texto se publicó en las páginas del añorado semanario “El Redondel”, el domingo 12 de octubre de 1986… hace poco más de treinta años.
En esta plaza asistí con gran entusiasmo a todas las corridas con motivo del cincuentenario de don Nacho García Aceves como empresario, en aquel año de 1981 en que trajo a Espartaco y a Emilio Muñoz como las dos máximas novedades de España. Y acompañé muchas veces a mi tío Paco Madrazo a los corrales cuando era el veedor de los toros que compraba el famoso empresario, que sellaba sus tratos con un apretón de manos.
Ahí vi faenas cumbres de mi ídolo Pedro Gutiérrez "El Capea" cuando apenas era un jovencito que soñaba con ser torero, y que el día que no me tocaba ir a los toros trenzaba faenas al viento en el patio de mi casa, escuchando la voz del maestro Pepe Alameda, que salpicaba de entusiasmo el despertar de mi locura a través de la magia de la radio.
Ahí conviví intensamente con Federico Garibay, inolvidable amigo con el que creció mi afición viendo toros desde la meseta de palco de la empresa. En esta plaza acompañé a mi madre una de las últimas corridas a las que asistió en su vida, con ese saber callado y sensible que brotaba con naturalidad cuando hacía uso de su elegante pluma.
Y en mi tierra perdí a tres compañeros entrañables, corresponsales de este portal, como lo fueron Fernando Barrera, Charly Flores y Enrique Rivas "Joselito", que lucharon de manera incansable por abrirse camino en el complejo medio taurino.
También en Guadalajara transmití la primera corrida por Internet en directo que se hizo en la historia del periodismo taurino, en el año de 2008, tratando de innovar y hacer cosas por mi cuenta, libre de cualquier atadura.
Pero lo más trascendente, es que, en esta plaza, también comprendí algo muy significativo: que el toro debe ser el rey de la Fiesta, y que cuando aparece en la arena, con su trapío a cuestas y sus pitones intactos, aquello que hacen los toreros delante de él, cobra el mayor de los sentidos… y provoca el mayor de los respetos.