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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 26 Ene 2017    Ciudad de México    Juan Antonio de Labra | Opinión     
...el impacto mediático de la reapertura de la plaza ha tenido una...
El regreso de los toros a la Santamaría de Bogotá es un logro mayúsculo para la Fiesta, porque ahora sí se han restaurado en la capital colombiana las garantías constitucionales y eso es de mucha trascendencia para cualquier democracia que se precie de ser madura.

Y a reserva de los desmanes y provocaciones ejercidas por los violentos grupos antitaurinos el domingo pasado, el impacto mediático de la reapertura de la plaza ha tenido una repercusión mundial, de la misma manera que las tuvo en nuestra contra cuando se dio la cancelación de los toros en Barcelona.

Ahora toca turno al sector taurino español, y a sus responsables más directos, para que se sientan motivados a volver a dar toros en la capital de Cataluña, ahí donde la Monumental se convirtió en uno de los bastiones más significativos de la tauromaquia a lo largo de varias décadas, y donde pervive el anhelo de escuchar otra vez el agudo sonido del clarín.

Con estas acciones, se demostraría que el toreo está unido, y ahora sí, luchando sin reserva por la defensa de la Fiesta a ambas orillas del Atlántico. Es verdad que la lenta reacción de los taurinos ha permitido el avance animalista en contra de los toros, pero hoy día resulta elocuente para la sociedad, sobre todo aquella parte que no le interesan los toros, pero tampoco su prohibición, que los aficionados tienen derecho a la libertad de elegir la forma de desarrollar su personalidad.

Otro duro golpe a la aberrante cultura del animalismo, es que la primera Constitución de la Ciudad de México que está a punto de promulgarse, no se mete con la Fiesta, porque se temía que pudiera venir una fuerte embestida prohibicionista de origen. Así, de un plumazo. Pero se han movido bien los hilos políticos para que esto no sucediera.

Sin embargo, en una ciudad cuya política de gobierno es la apertura y la tolerancia, resultaría impensable que se legislara en contra de las garantías de determinados sectores de la población, en virtud de que los políticos están obligados a gobernar para todos, y hacer llevadera la convivencia de la mejor manera posible.

Las distintas muestras de apoyo y felicitaciones hechas a la afición colombiana por el significativo triunfo de la libertad, representan la esperanza de que se organice una sólida plataforma de defensa de la Fiesta con carácter internacional, que consiga su aprobación como Patrimonio Cultural Inmaterial ante la UNESCO.

Y en este empeño hay que trabajar con pasión, aportando cada quien lo que pueda, porque sólo de esa manera se conseguirá blindar a la Fiesta como un rasgo de identidad cultural de aquellos países donde el toreo queda como ejemplo de vida, con sus valores y enseñanzas a las que nosotros sí somos sensibles.


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