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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 19 Ene 2017    Ciudad de México    Juan Antonio de Labra | Opinión     
...espera que la Plaza México abandere un movimiento de liderazgo...
La actividad taurina en el país entrará en una fase muy atractiva a partir de estos días, no sólo por la reanudación de la Temporada Grande de la Plaza México, sino también por el arranque de la prestigiosa feria de León, las corridas de la “Santa María” de Querétaro, el Aniversario 50 de Guadalajara, así como el entusiasmo que despiertan los carnavales, capitaneados por Autlán y "Jalos".

Empresas grandes, medianas y chicas, hacen sus respectivos esfuerzos por llevar gente a sus cosos, no obstante la incertidumbre económica del momento, pero con la tranquilidad de que la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México no arremetió en contra de la Fiesta, lo que representa un paso adelante en su férrea defensa, encabezada ahora con rumbo por Tauromaquia Mexicana.

Entretanto, se espera que la Plaza México abandere un movimiento de liderazgo que contribuya a dar cohesión a todas esas iniciativas empresariales a las que favorece mucho la repercusión mediática de lo que acontece en el máximo escenario, que a veces resulta decisiva la buena salud del espectáculo.

Y en medio de este trabajo titánico, ahí están los toreros como principales protagonistas, comprometidos por hacer bien las cosas, a sabiendas de que se viene una época difícil que ya se arrastra desde el año anterior, ya que los carteles cada vez están más cerrados y la competencia por abrirse huecos no es sencilla, sobre todo para los veteranos o aquellos que no forman parte del entramado de apoderamiento de las empresas.

De tal forma que esta circunstancia deberá de ser un filtro natural para que se sostengan y avancen los más consolidados, y que rivalicen con el puñado de figuras ultramarinas que por estos días reforzarán las combinaciones, dando brillo a muchos de los carteles.

Aunque en el campo bravo el trabajo es más lento, y no está a la vista del aficionado, seguramente que los ganaderos mexicanos ya tienen conciencia de la importancia de tratar de mejorar y encastar sus hatos por el bien de una Fiesta que se encuentra en un momento crucial para sentar las bases que le permitan resurgir con fuerza.

Pero será el desempeño de cada empresa, de cada torero, de cada ganadero, del que se desprenda esta inercia que necesitan los toros para enviar un mensaje de unidad y progreso, en aras de sacar adelante un espectáculo que lucha a brazo partido con una enorme diversidad de ocio, y la desenfrenada comercialización de la corriente animalista.

Los medios de comunicación están obligados a aportar también su parte en esta labor, sin dejar de señalar, con argumentos, aquello que no está saliendo bien a fin de que se enmiende, y con un afán propositivo de que la Fiesta retome su relevancia como un espectáculo que tiene una honda raíz cultural como ninguno otro en el mundo.


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