El 26 de septiembre de 1984, las estremecedoras imágenes por televisión del torero español Francisco Rivera "Paquirri", herido de gravedad en la Plaza de Pozoblanco, provincia de Córdoba, daban cuenta de la verdad que se vive desde siempre en la Fiesta Brava.
Habían transcurrido apenas unos minutos desde que el manso toro "Avispado", de la ganadería de Sayalero y Bandrés, marcado con el número 9 y con 236 kilos en canal, le había herido del muslo derecho al intentar llevarlo al caballo, destrozándole materialmente la pierna desde la ingle y produciéndole una mortal hemorragia.
Era un miércoles de feria en Pozoblanco y esta sería la última tarde del torero antes de viajar al día siguiente a América, donde planeaba decir adiós a su profesión.
Los boletos de avión con destino a Venezuela, para él, su esposa Isabel Pantoja y el pequeño Kiko, de sólo siete meses de edad, jamás se utilizaron.
Entre el barullo y la confusión de aquella modesta enfermería de pueblo, carente de lo más indispensable para atender una cornada de tal magnitud, la voz del torero, como en la misma plaza, puso el orden necesario:
"Doctor, yo quiero hablar con usted por favor. Tranquilo... la cornada es fuerte, tiene al menos dos trayectorias: una pa'cá y otra pa'llá, abra todo lo que tenga que abrir y lo demás está en sus manos. Eh, tranquilo...".
Con esas palabras y esa frialdad enfrentó Paquirri a la muerte.
"El torero mas poderoso, popular e imbatible de España moría en Pozoblanco, una plaza de tercera a causa del pitón de un toro chico, para descrédito de quienes hacían campaña de ninguneo contra una Fiesta puesta en la picota por supuestos fraudes y que habían conseguido situar al torero en los sótanos sociales y sin credibilidad.
"En realidad el toro nunca ha dejado de herir, ni de repartir cornadas, pero fue la muerte de Paquirri y un año después la de José Cubero "Yiyo", las que recuperaron la idea de riesgo y de muerte cierta para la fiesta de los toros", señalaba años más tarde un editorialista de Televisión Española.
Falla humana
"Intentaron hacer todo lo que humanamente pudieron hacer, pero yo creo y firmo que la muerte de 'Paquirri' fue fallo humano, total y seguro", afirmó Antonio Rivera, hermano menor de Francisco, quien no da crédito aún de cómo su hermano permaneció casi una hora en la enfermería de la plaza, desangrándose.
La carretera, angosta y llena de peligrosas curvas que conducía a Córdoba, imposibilitó una mejor asistencia médica para el torero. Lo correcto según Antonio, era que el médico pinzara las arterias y que un helicóptero trasladara a Paquirri a Córdoba.
"Murió antes de llegar a Córdoba, prácticamente 4 kilómetros antes, en el Hospital Militar", dijo Francisco Rossi, chofer de la ambulancia.
A partir de la muerte de Paquirri es cuando el Reglamento Nacional de España instauró las Unidades Médicas Móviles, en aquellas plazas de precarias enfermerías.
Crónicas que matan
"(La muerte de Francisco) fue como un toque de atención, ya que en aquella época se decía que las figuras lo que toreaban eran perros, que no hacían nada y que lo que hacían por los pueblos no tenía validez.
"Se olvida que las grandes figuras han muerto en pueblos, Talavera de la Reina (Joselito, 1920), Linares (Manolete, 1947), Pozoblanco (Paquirri, 1984), Colmenar Viejo (Yiyo, 1985)", expresó Roberto Domínguez, matador en retiro al referirse a las mordaces crónicas de influyentes periodistas de aquella época.
"Ha tenido que ocurrir esto (la muerte de Paquirri) para abrir los ojos a mucha gente, por ejemplo la muerte de Paquirri en Pozoblanco le tocó a él, pero pienso que le podría haber tocado a cualquiera, porque no se da importancia a nada, ni siquiera a tener una enfermería en condiciones. Eso ocurrió en Pozoblanco, pero pudiera haber tocado a cualquier otro torero en cualquier otra plaza", señaló Enrique Ponce.
Finalmente el ganadero Fernando Domecq, también habló de lo lastimosas que suelen ser algunas crónicas y de seudo periodistas que al cobijo de sus diarios, hieren con sus opiniones infundadas a los toreros.
"Un periodista muy famoso de la época decía que había poco peligro últimamente.. yo le dije: "delante mío no lo digas, porque tengo una foto donde salimos a hombros los tres toreros y yo, y a esos tres toreros los mató el toro".
Fue Paquirri el más importante de su época
Francisco Rivera "Paquirri" fue uno de los cuatro hijos de un matrimonio humilde. Nació en Zahara de los Atunes, Cádiz, el 5 de marzo de 1948 y murió el 26 de septiembre de 1984, a los 37 años de edad.
Su padre, Antonio Rivera Alvarado, conserje del matadero de Barbate, Cádiz, había sido novillero de joven y seguía siendo un enamorado de la fiesta taurina y soñaba con ver a sus hijos Francisco y José, convertidos en grandes figuras del toreo.
Los dos hermanos se criaron juntos y aprendieron a torear a la vez en el matadero municipal de Barbate.
Antonio, el padre, pasaba todo el día con sus hijos enseñándoles el arte del toreo y los niños apenas si fueron al colegio aprender a escribir.
"Nos obligaba ser toreros, como el que es hijo de militar tiene que ser militar o del médico, médico.. no había más remedio, si no toreabas te pegaba, te daba una zurra", dijo José Rivera "Riverita", en una entrevista para Televisión Española, de donde está extraído este documento.
El trabajo del padre le ayudaba en su propósito de formar a sus hijos como toreros. Encerraba las vaquillas y los becerros que llegaban al matadero, para que sus hijos los torearan por las noches.
La ilusión de Antonio Rivera le llevó a montar una plaza de toros de madera en Barbate, cabe recordar que era padre de cuatro hijos y con su sueldo de conserje, montar una plaza de toros supuso un enorme esfuerzo económico para la familia.
En esa plaza dieron sus primeros capotazos Francisco y José, y el pueblo de Barbate fue testigo del inicio de dos toreros de corte muy diferentes.
Pocos años despues, Francisco lograría ser el torero más admirado y aclamado de toda España.
El mayor, Jose Rivera "Riverita" pasaría sin pena ni gloria por los ruedos españoles, siempre a la sombra de su hermano Paquirri.
"Paco era un torero de una raza, de un pundonor y una hombría algo fuera de lo normal. Mi padre lo enseñó a ese tipo de toreo y Riverita era el toreo de pellizco, de arte, suave, el toreo que componía un pase y decía la gente ¡olé!, sin estar pegando un pase", expresó en la entrevista Antonio, el hermano menor de Paquirri.
"Yo era clásico y él era un torero poderoso", asegundó Riverita.
Los dos jóvenes toreros prometían llegar a lo más alto, pero Francisco tenía algo difícil de encontrar, era valiente y ambicioso, se acercaba al toro más que nadie y nadie lo detenía en sus ganas de triunfar.
"Paquirri era un torero de una raza especial, era un toreo de valor, no era conformista, porque para ser torero no se puede ser conformista, era un torero que cortaba hoy dos orejas y mañana quería cortar tres. Cuando los amigos o los demás toreros cortaban oreja, él se enfadaba porque siempre quería ser el mejor", recuerda Antonio.
En 1965, con 17 años de edad, consiguió que José Flores "Camará", quien había sido apoderado de Manolete, se fijará en Francisco para ser su apoderado.
Con 18 años de edad, al año siguiente tomó la alternativa en Barcelona de manos de Paco Camino y comenzó una carrera de éxito que duró 20 años.
"Paquirri" irrumpió en los ruedos españoles en un momento de grandes figuras, toreros irrepetibles de la talla de Antonio Ordóñez, Manuel Benítez "El Cordobés" y Curro Romero, eran los que figuraban en los carteles de las grandes ferias españolas.
Con su valentía, casta y poderío, Paquirri supo ganarse con la entrega, el respeto y admiración de todos los tendidos, quería ser el mejor, no temía a las cornadas y siempre quiso dar espectáculo, aunque en ello se le fuera la vida.
Admirado y codiciado por las mujeres, Paquirri se casó con Carmina Ordóñez, hija del maestro del toreo Antonio Ordóñez, en la Iglesia madrileña de San Francisco el Grande. Con ella tuvo dos hijos, Francisco (1974) y Cayetano (1977), herederos del físico y pasión de Paquirri, pero su matrimonio sólo duró seis años.
En segundas nupcias se casó nueve años después con la tonadillera del momento, Isabel Pantoja, en Sevilla, con quien procreó a Francisco "Kiko" Rivera Pantoja (1984), quien fue bautizado una semana antes de la corrida en Pozo Blanco.
Francisco Rivera "Paquirri" se convirtió gracias a su arte, su valor, pero sobre todo a su perseverancia en el torero más importante de su época, pero la suerte no estuvo de su lado, su destino se truncó una tarde de septiembre de 1984, cuando solo tenia 37 años.
Toda España lloró la muerte de Paquirri como la de un hijo, pero su nombre y su toreo quedaron grabados desde entonces y para siempre en la historia del toreo.
Con su muerte, Paquirri dejó un patrimonio de 700 millones de pesetas de la época y sus cuatro fincas quedaron repartidas de la siguiente manera:
La finca "Cantora" fue para Isabel Pantoja y su hijo Kiko. Las fincas "Los Rosales" y "Garlochín", para sus hijos Francisco y Cayetano. La finca "El Robledo" y la casa de Barbate, para sus hermanos y sus padres.
Su forma de torear, la vida que llevó y su muerte le han convertido en un auténtico mito del toreo a 25 años de distancia.