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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 27 Oct 2016    Ciudad de México    Juan Antonio de Labra | Opinión   
Sobre la otra lucha de los toreros que no están en el grupo especial
Desde hace tiempo se viene hablando mucho de los toreros de la nueva generación, la que encabeza Joselito Adame desde 2013, tras su destacado paso por la plaza de de Las Ventas de Madrid. Sin embargo, poco se dice de los demás; de esos otros espadas que no forman parte de ese selecto grupo al que las empresas han brindado una gran cantidad de oportunidades.

En esa periferia del primer círculo, cada uno, a su manera, ha librado una batalla decidida y tenaz -a veces callada o infravalorada- pero con un enorme mérito que los obliga a no abandonar una lucha que se basa en la capacidad profesional, con la ilusión de meter la cabeza en las ferias o temporadas de mayor relevancia en el país.

Y aunque ahora más que nunca los puestos escasean, porque se están organizando algunos mano a mano que reducen las posibilidades de "abrir" determinados carteles, serán aquellos mejor preparados, y tal vez mejor relacionados, los matadores que consigan el objetivo de salir de ese desesperante purgatorio taurino en el que se encuentran.

Resulta innegable que en esto del toro no sólo es importante triunfar en el ruedo, sino también fuera, en los despachos, con una estrategia definida y un rumbo que contribuya a situar a cada quien en su real dimensión.

Porque al final, en ese grupo especial ni son todos los que están ni todos los que son, como dice el refrán, y a la menor duda o distracción, a ciertos de ellos se les puede acabar la ayuda paternalista de las empresas que también deberán considerar otras opciones, representadas por toreros que están preparados para dar un salto cualitativo.

En este afán de sana competencia se sustenta el interés de una temporada, como la que está a punto de comenzar en la Plaza México, que será anunciada la semana entrante, y en la que se esperan agradables sorpresas en los carteles, cuya finalidad será engrandecer el nivel de rivalidad entre los toreros, ahora que se avecina una nueva era en la gestión del coso de Insurgentes.

Porque a muchos se les olvida que apenas hace poco más de una década, no había mucho de dónde elegir, y salvo las escasas figuras consagradas que tiraban del carro con enjundia, se perdió una generación de la que hoy día todavía brillan dos o tres toreros veteranos que siguen siendo un atractivo referente de otra época.

Así que las empresas taurinas deben estar siempre atentas a ese otro sector de toreros que gravitan alrededor de la generación más destacada, para tratar de meter “cuñas” que vengan a apretar a los que ya están cómodamente sentados en el sofá de la tranquilidad, con los contratos firmados de antemano.

Porque al final del día el toreo implica un severo sacrificio que pone a prueba hasta la paciencia más recia, aquella sobre la que los toreros marginados suelen rumiar su amargura, para que ésta se convierta en la clave del triunfo cuando se presente la oportunidad anhelada.


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