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Historia: Sobre el escritor Luis G. Inclán

Miércoles, 22 Jun 2016    Ciudad de México    Francisco Coello Ugalde | Foto: Hugo Aranda | Archivo   
El texto de todos los miércoles

Luis G. Inclán vino al mundo el 21 de junio de 1816, con lo que ayer martes se celebró el bicentenario de su nacimiento. Fue un hombre emprendedor, amante del quehacer campirano. Administró haciendas tales como Narvarte, La Teja, Santa María, Chapingo y Tepentongo poniendo en práctica conocimientos de la agricultura que le permitieron ser llamado en varias ocasiones a medir tierras, pero sobre todo, a administrar la plaza de toros de esta capital y en Puebla, cuando Bernardo Gaviño coqueteaba con la fama. Esto debe haber ocurrido entre la quinta y sexta décadas del siglo XIX.

Este escritor, impresor, periodista y charro a la vez, tuvo el privilegio de publicarse asimismo “todos los recuerdos de cuanto había integrado su felicidad campirana”.

Su quehacer literario incluye una excelente novela de costumbre: ASTUCIA. EL JEFE DE LOS HERMANOS DE LA HOJA O LOS CHARROS CONTRABANDISTA DE LA RAMA.

Tal novela, conjunto de estampas mexicanas de mediados del siglo XIX, cuya carga de valores son los de la injusticia social, es descubierta por Inclán en la persona de “Lencho” quien constantemente sentencia: “Con astucia y reflexión, se aprovecha la razón”.

En esta ocasión, entenderemos uno de sus quehaceres vinculados con festejos taurinos ocurridos en 1863. En medio de una oscuridad que de pronto suele ser generosa para brindarnos luces sobre el pasado taurino mexicano, van apareciendo algunos datos aislados sobre lo que fueron y significaron algunos personajes con quienes todavía tenemos una deuda.

Dicha deuda debe quedar saldada en el momento de realizar algo más que una ficha biográfica, puesto que a partir de diversos documentos como carteles, se puede reconstruir el paso que trazaron diestros como Pablo Mendoza, quien surge en el panorama a partir del arranque de la segunda mitad del siglo XIX y todavía le vemos participando algunas tardes, casi 30 años después, estimulando a su hijo Benito, misma acción que en su momento realizó Ignacio Gadea, acompañando a su hijo José, demostrando que su longevidad taurina no era impedimento para seguirse ganando las palmas de los aficionados.

Regresando a la identificación de Pablo Mendoza, nada mejor que incluir una crónica en verso, escrita por Luis G. Inclán, el famoso autor de la novela de costumbres “Astucia”, asiduo asistente y participante también en diversas corridas de toros, efectuadas en la plaza de toros del Paseo Nuevo, en los años previos al segundo imperio. Veamos lo que se fascinó don Luis con la corrida del 30 de agosto de 1863.

LA JARANA. PERIÓDICO DISTINTO DE TODOS LOS PERIÓDICOS. T. I., septiembre 4 de 1863, Nº 10. Toros.-Cuestión del día.-El Señor D. Luis G. Inclán, íntimo amigo nuestro, se ha servido obsequiarnos con la siguiente:

-¿Fuiste, Juan a la corrida

este domingo pasado?

-Si Miguel, quedé prendado,

Estuvo muy concurrida

Y magnífico el ganado.

Toros de hermoso trapío,

Limpios, francos y bollantes,

Revoltosos, arrogantes,

Valientes, de mucho brío,

Muy celosos y constantes.

En continuo movimiento

Estuvo la concurrencia

Celebrando a competencia

Con gran placer y contento,

De Pablo la inteligencia.

Lucieron los picadores,

Los diestros banderilleros,

Los locos, los capoteros,

También los estoqueadores,

Figuras y muleros...

De los fuegos, ¿qué diré?

Bien combinados, lucidos,

Generalmente aplaudidos;

Muy complacido quedé

De mis paisanos queridos.

-Con eso querrás decirme

que aún irás a otra función?

-Con todo mi corazón,

si me gusta divertirme

y no he de perder función.

-Pues eso está reprobado

por gente más ilustrada.

-Yo no les pido la entrada,

mi dinero me ha costado,

mi voluntad es sagrada.

Que ellos la pasen leyendo,

Papando moscas, rezando

Yo ya solito me mando,

Y no me ando entrometiendo

Ni costumbres criticando.

-Al querer la abolición,

(Deja la barbaridad,)

Solo es por humanidad...

-Dime, Miguel, sin pasión

¿Es envidia o caridad?

Yo estoy por toros y toros

Aunque empeñe mi chaqueta,

Con placer doy mi peseta,

Mientras otros al as de oros

Pierden hasta la chaveta.

Plaza "muy concurrida", toros bravos, "limpios, francos y boyantes". ¿Habría alguna competencia entre dos ganaderías, como se estilaba entonces? Atenco y El Cazadero proporcionaban ganado constantemente para dichas contiendas siempre en busca de un triunfador. Y Pablo Mendoza, junto con toda su cuadrilla, incluso los locos, a los ojos de Luis G. Inclán, de lo mejor. Bueno, hasta los fuegos fueron sensacionales. Aprovecha también la forma de hacer una crítica velada a las clases ilustradas que reprochan y critican esta costumbre, pero “...no me ando entrometiendo”, en momentos en que algunas voces pugnan por que se prohíban las corridas, arguyendo el incremento que debía aplicarse a las rentas municipales. 

Su afición que es explícita no puede ser más evidente en los versos con que cierra su impresión sobre la corrida más reciente, versos que van así:

Yo estoy por toros y toros

Aunque empeñe mi chaqueta,

Con placer doy mi peseta,

Mientras otros al as de oros

Pierden hasta la chaveta.


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