Anecdotario de Giraldés: Un alarde con guasa
Viernes, 13 May 2016
México, D.F.
Giraldés | Opinión
Recuerdo de Nicanor Villalta ante Marcial Lalanda
Después de la época de Rodolfo Gaona, José Gómez "Gallito" y Juan Belmonte, un buen número de jóvenes toreros españoles lograron destacar. Entre ellos, hubo dos de estilos completamente distintos: Marcial Lalanda, muy completo, gran lidiador a quien desde sus primeros años lo llamaron "Joven maestro" y Nicanor Villalta, torero de entrega, basaba sus éxitos, según las crónicas de aquellos tiempos, en la quietud y en su dominio de la suerte suprema.
Lalanda y Villalta alternaron en un buen número de corridas durante muchas temporadas. Marcial fue más completo, tenía mayor dominio, les podía más a los toros y Nicanor se los pasaba muy cerca y los mataba mucho mejor.
Una tarde en la que alternaron en una plaza española de primera categoría, Lalanda después de dominar a su primer toro se puso muy pesado con la espada; el público le chilló con fuerza porque era un torero importante y a esos diestros no se les perdona ningún fallo.
Villalta, en cambio, como sucedía con muchísima frecuencia, mató muy bien al primer toro de su lote y fue ovacionado.
Con su segundo, Marcial volvió a fallar con la espada. ¡Otro petardo! Era un gran lidiador, tenía muchísimos recursos, pero en esa tarde no les encontró la muerte a los toros y fue abroncado.
En el siguiente toro, Villalta estuvo como siempre, muy valiente, muy entregado. Llegó la hora de matar y estando cerca de donde se encontraba Marcial, miró hacia la puerta de arrastre y gritó con fuerza, para que todo mundo lo escuchara: "¡Mulillas... saquen ya las mulillas!" Yo no falló. Efectivamente, no falló, y haciendo muy bien la suerte metió la espada hasta las cintas el toro salió muerto de los vuelos de la muleta. ¡Gran ovación!
Marcial era muy rencoroso, consideró que aquel alarde de Villalta había sido para exhibirlo y como tenía más fuerza que Nicanor hizo cuanto a su mano estuvo por quitarlo de los carteles. Jamás pidió que no lo contrataran; simplemente decía a los empresarios: "Si poner a Villalta está en sus planes, no cuenten conmigo", según cuenta el gran César Jalón "Clarito" en su libro de memorias.
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