Con el letrero de "Agotado el boletaje" en las taquillas, el coso meridano registró la mejor entrada al conjuro de los tres diestros anunciados, que protagonizaron esta tarde uno de los carteles más rematados del serial. Y ante un lleno hasta las banderas se corrieron seis toros de la ganadería aguascalentense de San Isidro, flojos en general y de los que destacó el corrido en segundo lugar, un toro al que cuidaron en el caballo y rompió a bueno, para la mejor faena de la tarde.



Con el toro del triunfo, Joselito Adame confirmó el buen momento por el que atraviesa para dar paso a una faena entendida, con estructura y pozo. Enrachado, con triunfos en las principales plazas de aquí y allá, dio rienda suelta a una faena en donde se debe resaltar un mayor asentamiento.


Embebido en el percal, el toro que hizo segundo apenas y recibió un puyazo en la suerte de varas, medida que valió para la faena larga, de muletazos por derecha y al natural con plasticidad y regusto, comunión que puso a la plaza en ambiente de auténtico frenesí. La labor que se antojaba para una fuerte vuelta con las dos orejas, terminó con un auricular, tras el borrón del primer pinchazo.


Con su segundo, un toro flojo y al que su mayor mérito fue pisarle los terrenos, dejarle la muleta en la cara y tirar de él sin desmayo, alcanzó sus mejores momentos hacia la segunda mitad del trasteo muleteril, con el de San Isidro terminando por entregarse para una faena de menos a más que caló hondo en las alturas.


El espadazo entero, trasero y tendido fue correcto argumento para la denegación de la oreja a cargo del juez, Ulises Zapata, a quien abroncaron.


El primero en el orden, fue el sevillano Morante de la Puebla quien continúa con su tirón de taquilla en las plazas del interior de la República Mexicana. Su solo anuncio y el arribo del autobús de su destacada plataforma publicitaria de "El arte no tiene miedo" que todo indica está por culminar, calentaron el ambiente.


Así, el torero hispano hubo de enfrentar lo peor del lote. Dos toros sin malas ideas, hasta con calidad, pero con extrema flojedad. Y pese a ello el de la Puebla del Río lo intentó, siempre tratando de buscarles las vueltas a sus antagonistas y hasta dándose tiempo para esporádicas gitanerías como sucedió en su segundo con aquel afarolado de recibo con la muleta plegada y un molinete abigarrado, que fueron del gusto de los aficionados.

Lo mejor de su actuación, su toreo por mandiles, un par de ellos con su primero y un trincherazo, sin dejar de lado el quite por chicuelinas de su segundo, lleno de plástica y empaque, chispazos que supieron a poco para quienes querían verle enredarse con un toro y bálsamo puro para quienes le siguen tarde a tarde. 

Por lo que toca a Octavio García "El Payo" tuvo una tarde pundonorosa con sus dos enemigos. Su primero fue un toro huidizo al que hubo de sujetar de manera atinada, para luego tratar de meterle en vereda.

Pero el toro tuvo flojedad y el que terminó atacando fue el diestro queretano. Un esbozo de arrimón que le agradeció la gente. Con el que cerró plaza, la historia fue la misma: el toro sin romper y el torero echado palante, hasta terminar por ponerle los muslos como carnada en honesta entrega. Y desde luego que se le entregaron los aficionados.