Para los aficionados contemporáneos y seguidores de Enrique Garza fue un gusto acompañarlo en su Aniversario de Plata  esta tarde en su tierra natal, donde por la mañana el Alcalde, Emeterio Arizpe, había develado una plaza en su honor.

Llegar a 25 años como matador de toros se dice fácil, pero pocos pueden darse el lujo de celebrarlos toreando, como lo hizo Garza al lado de dos pilares de la baraja taurina mexicana como lo son Eulalio López "El Zotoluco" y Arturo Macías.

De entrada su festejo fue exitoso ya que por primera vez en mucho tiempo la Plaza de Toros Cadereyta registró una gran entrada, casi lleno en Sombra y poco más de tres cuartos en Sol, lo que se traduce a que en la región hay mucho interés por que se reactive la fiesta brava.

Fue una pena que el encierro de Golondrinas, bien presentado en general, con excepción de los corridos en cuarto y quinto sitio que tuvieron poca cornamenta, no dieran el juego esperado y deslucieran la labor de los toreros.

Para Zotoluco fue una prueba dura enfrentar al primero de su lote que saltó al callejón y que sacó a relucir su falta de fuerza desde los primeros lances.

El maestro de Azcapotzalco no se desesperó en el intento y comenzó a mimar al de Golondrinas con muletazos a media altura, cuidando que no rodara por la arena. Fue así como con tirabuzón le arrancó muletazos de mucho valor. Falló con la espada y se le escapo la oreja.

Ante su segundo estuvo esforzado, pero el socio no colaboró al quedarse parado en la arena. Hubo de meterse en los terrenos del toro para, otra vez, obligarlo a la embestida. mató de estocada y se le concedió la oreja.

Ante otro débil, el festejado estuvo muy dispuesto y arrancó aplausos del respetable al cubrir el tercio de banderillas. En su  trasteo por ambas manos se vio fácil, con muletazos de calidad y cambios de mano de pintura. Mató de entera delantera desprendida y se le concedió la oreja.

Su segundo de la tarde tampoco le permitió lucir pues desde el tercio de varas el toro se dolió y llegó justo de fuerza al último tercio.

Dio la impresión de que Garza no se acomodó a plenitud con el golondrino, pues muchos de sus muletazos fueron sin enredarse con él por la faja. Mató de pinchazo y estocada.

El que corrió con un poco más de suerte fue Arturo Macías, quien con su característico estilo, conectó con el público en sus lances de capa, quites por saltilleras y un inicio trepidante con la franela en el centro del ruedo.

Y ahí en los medios, sin moverse, corrió la mano de un lado a otro llevando embebido en la muleta al astado para cuajar los mejores muletazos de su labor.

El cierraplaza fue complicado y se desplazaba con la cabeza muy suelta, pero Macías no escatimó esfuerzo y lo que pudo ser una merecida oreja quedó en una cerrada ovación.