Tauromaquia: Toreros colombianos en Mexico
Lunes, 18 Ago 2014
Puebla, Pue.
Horacio Reiba | Opinión
La columna de hoy en La Jornada de Oriente
Cierra esta serie César Rincón. Palabras mayores. No por nada se trata del diestro americano más relevante del último medio siglo, a contar desde el caraqueño César Girón e incluso un poco más atrás, cuando Carlos Arruza rivalizaba con Manolete y se convertía, siguiendo la huella de Rodolfo Gaona y Fermín Espinosa “Armillita”, en el tercer mexicano reconocido como figura universal de la Fiesta por la totalidad del planeta Tauro.
Esto no significa que, a la larga, no haya debido aceptarse, por la crítica seria, la universalidad del arte de un Lorenzo Garza, un Silverio Pérez, un Pepe Cáceres, un Luis Procuna o un Manolo Martínez. Pero la conquista de la totalidad de los públicos y países taurinos pertenece por antonomasia a los cinco nombrados en primer lugar.
Duro ascenso
No abundaré en las circunstancias y resistencias que debió vencer Julio César Rincón Ramírez (Bogotá, 1965) antes de que su nombre fuera pronunciado con unción por los aficionados y críticos más exigentes del orbe. En México lo conocimos muy joven, cuando vino a confirmar su alternativa en la cuarta corrida de una temporada bastante atípica, basada en matadores primerizos, justo lo que era entonces el voluntarioso muchacho colombiano que vimos arrimarse, con más apetito de triunfo que consistencia torera, a un lote muy serio de Mariano Ramírez; "Cartujano" se llamaba el de su confirmación en la México, siendo César Pastor quien le cedió muleta y espada una tarde de la que resultó triunfador Ricardo Sánchez (31-07-83). Y de momento, nada más.
Vuelve como figura
Otro muy distinto fue el maestro que partió plaza en la gran cazuela ocho años después (20-10-91), para desorejar a "Soñador", un cierraplaza quizá excesivamente cómodo y pastueño de San Martín. Previamente se presentó en tres o cuatro cosos de provincia convenciendo pero sin arrollar, que fue más o menos el juicio de los expertos al cierre de su breve temporada en la capital –apenas dos corridas, avisado en la segunda. Otros toreros, mexicanos y españoles, reclamaban la atención, y el estilo del bogotano, algo seco para el gusto mexicano, no encontró reales ocasiones de lucimiento ante ganado en general impropio.
Paréntesis, triunfo y ninguneo
De nuevo, tuvo Rincón que esperar un tiempo largo antes de volver a la México. Fue en una inauguración (12-11-95) y abrió temporada con un faenón –a "Ventanito", de Garfias– de los más hondos y redondos de aquella serie de 23 corridas. Pero la empresa, que nunca se ha distinguido por su sensibilidad taurina ni su sentido de la justicia, tornó a relegarlo. Peor lo tuvo José Tomás, que ese mismo año tomaba la alternativa en el embudo de Insurgentes (10-12-95). 28 meses hubieron de transcurrir antes de que Rincón volviera a un cartel de la México, como integrante con Eloy Cavazos y el imprescindible Enrique Ponce de la terna que cubrió el 5 de febrero de 1998, mas su discreta actuación tampoco contribuyó a romper el hielo. Pero el indómito colombiano, alejado de los ruedos durante varios años a causa de un caso grave de hepatitis C, volvería a nuestro país. Y esta vez para dejar muy en alto su sello de torero grande.
Hora cumbre y gran final
A partir de la temporada 2005-2006, César Rincón va a tener, por fin, oportunidad de destaparse ante la afición capitalina. El 15 de enero de 2006, desoreja a "Julián", de San Martín, y repite de inmediato, mano a mano con Zotoluco (22-01-06): el juez sólo le concedió una oreja por dos a Eulalio, pero el consenso general señaló su faena a "Mestizo", de Bernaldo de Quirós, como la obra estelar de aquella jornada. Paralelamente, el Nuevo Progreso de Guadalajara le había abierto sus puertas, la mayor de las cuales descerrajaría en lo sucesivo con llamativa frecuencia, en loor y olor de multitud. Llegó a ser el favorito de aquella competente afición.
César Rincón dirá adiós a la plaza México el 5 de febrero de 2007 cuajándole a "Luisiño", un muy encastado toro de Barralva, la faena más importante de la temporada –rivalizando con las de El Pana a “Rey Mago” y Morante a "San Bernardo". Ese invierno, el bogotano tocó pelo en sus tres apariciones capitalinas, dos de ellas bajo la lluvia, que era tan abundante el día de su presentación que el comienzo de la corrida demoró casi una hora. Se recuerda de ese día (12-11-2006) que, examinado el estado del ruedo, César sugirió suspender, a lo que se opusieron Zotoluco y el confirmante Juan Antonio Adame; pero cuando, sobre una superficie malamente remendada con serrín, la corrida al fin se dio, fue el colombiano quien con mayor decisión y torería les puso el pecho a los dos de su lote, cortándole a "Gambusino", de Marco Garfias, la única oreja del festejo. Al repetir, un mes después, cortaría las dos de un ejemplar de Campo Real (10-12-06).
Despedida tapatía
Consumado su adiós a España –con corte de tres orejas que no consiguió igualar ni siquiera José Tomás, uno de sus alternantes aquella tarde de la Merced de 2007, en la Monumental de Barcelona–, Rincón expresó el deseo de despedirse de México en el embudo de Insurgentes. Mas como la empresa –nada nuevo– no puso ningún interés en arreglarse con el bogotano, sus últimas corridas en nuestro país las torearía en el Nuevo Progreso de Guadalajara, por cierto la plaza del continente americano donde se lidian los toros de trapío más agresivo y cabal. Escenario ideal para que César Rincón dejara las últimas muestras de su toreo, hecho de autenticidad, clasicismo y sobria belleza. Su despedida del 3 de febrero de 2008 será memorable.
Insólito homenaje a Colombia
Al margen de la honda huella dejada por las principales figuras del hermano país en ruedos mexicanos, el empresario de "El Relicario" de Puebla, José Ángel López Lima organizó un festival (06-09-2003) en homenaje de la Colombia taurina, haciendo alternar a tres toreros aztecas con tres de la nación sudamericana. Fue un feliz acontecimiento, abierto por la rejoneadora Mónica Serrano y subrayado por éxitos rotundos de El Zapata (rabo), César Camacho (dos orejas), Mauricio Portillo (oreja) y Sebastián Vargas (indultó a "Cumbiandero", de San Antonio Triana), con la contrariedad de la cornada sufrida por el novillero colombiano Paco Aures. A Sebastián Vargas –que no llegó a confirmar en la capital– ya lo habíamos visto triunfar en "El Relicario", y encontramos en él un torero muy recio, completo y valeroso, capaz de desorejar astados cuya catadura y estilo rehuyen sistemáticamente los mandones. Toreó dos veces y en ambas triunfó, desorejando a "Insurgente", de Darío González (11-09-2001) y "Muñeco" de Zacatepec (19-11-04).
La camaradería, pero también el torero afán de emulación que prevaleció en aquella tarde poblana, nos ha dejado con la miel en los labios. Es decir, en espera de un mayor intercambio taurino con Colombia, tierra de toros y toreros de clase y casta bien contrastadas.
Ojalá que el futuro nos traiga en este sentido buenas noticias, aunque sea al socaire de la necesidad común y urgente de romper con el aislacionismo típico de los países taurinos, y fortalecer la defensa común de nuestra Fiesta ante la creciente amenaza de taurofóbicos de toda laya, apóstoles del pensamiento único y políticos demagógicos y oportunistas.
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