Aunque parezca una perogrullada, resulta claro y obvio: ¡Los toreros que torean frecuentemente reciben cornadas! Aunque también nos queda claro de toda claridad que la cornada es, en la gran mayoría de las veces, el resultado de un error del torero. Y esto nos lleva a una conclusión más dramática por verdadera y cierta: El torero que sabe, que tiene idea cómo fue la cornada; cuál fue su error, jamás volverá a cometerlo.
Pero el que no sabe, el que no tiene idea de cómo ocurrió un percance, siempre estará a expensas de lo que puedan hacerle los pitones de un toro. Pero aún peor que eso, estará a expensas del miedo; tremebundo miedo a que le vuelva a pasar lo que nunca supo cómo le pasó. Gran verdad ésta, que es causal del retiro de muchos toreros, de los que sí torean, por que los que no torean, se retiran solos.
Otra cosa muy distinta es cuando junto con la habilidad y la experiencia viene como resultado la maestría, estos son los casos de Fermín Espinosa "Armillita", el Maestro de Saltillo y Mariano Ramos, el Maestro de la Viga.
El primero con una sola cornada en su larga carrera, la que le infirió el toro "Despertador", de la ganadería de Zotoluca, lidiado en San Luis Potosí; como gran maestría mostró Mariano ante el peligroso "Timbalero", de Piedras Negras, al que literalmente destroncó fajándose con él en una de las faenas más recordadas de los últimos tiempos.
Otra cosa resulta ser el torero de nuestros días que torea mucho, que realiza un toreo efectista. De mucho torear, si pero al público, a los tendidos; de mucho remate "vistoso", de aspavientosos aventamientos a los aires de los instrumentos de toros lidiar y matar, -usted nunca verá a un albañil arrojar al aire su cuchara y su plomada; a un médico aventar su estetoscopio o a un arquitecto tirar su regla "T" o su lapicero portaminas, instrumentos de trabajo, como la muleta y estoque, -para liarse a cabezazos con indefensos y agonizantes toritontines, y realizar un toreo de gran separamiento que antoja que la banda de música se arranque tocando: "Contigo a la distancia".
Por ello es que torean mucho, saliendo siempre ilesos. Los partes médicos de Enrique Espinosz, el llamado El Cuate en El Relicario de Puebla el pasado 5 de junio con entrada a nivel de la ingle derecha, de 30 centímetros de extensión rodeando el fémur hasta llegar a los músculos glúteos, destrozando y seccionando vasos, arterias y venas importantes y vitales: la Safena, la Femoral, y la Iliaca anterior, vasos que fueros reconstruidos, colocándose puentes -bay pass, se llaman en inglés- sintéticos de Gorotex, cursó con Shock hemorrágico y traumático importante.
Y el reciente percance de Arturo Macías en la plaza de Chota, Perú, el pasado 25 de junio. Herida en la cara posterior del muslo izquierdo, tercio medio de aproximadamente 25 centímetros de extensión con dos trayectorias, una de ellas llegó al hueso fémur y la otra interesó y destrozó músculos de la región, lesionando y des-insertando el cuadríceps, lesionando ramas superficiales de la vena Safena. Se practicó un cierre con dos canalizaciones, cursó en el post-operatorio inmediato con alarmante cuadro febril.
Los dos partes hablan de la seriedad de las lesiones, de la cercanía con que estos toreros se pasan los pitones, aunque en el caso de Enrique, el error fehaciente fue perder un tiempo al término de la suerte de matar. Ambos toreros en franca recuperación. Arturo con sonrisa de "ceja a ceja", ya se encuentra en tierra aguascalestense después de un vuelo de más de 10 horas en Lear-Jet, viaje con tres escalas desde el otro lado de los Andes, a Lima, Tapachula y Aguascalientes, respectivamente; viaje que nos recuerda la letra de dos canciones de Johny Denver, "Flaying a way" y "Back home again".
Dice el propio Arturo que los días lejos de casa, la soledad, el dolor de la cornada le han hecho meditar y madurar mucho como torero. Ojalá y así sea, porque no puede ni debe pasarse a los toros por donde él se los pasa en esos lugares, tan distantes, faltos de garantía de atención medica adecuada, aunque la plaza de Chota tenga una capacidad de 14 mil aficionados y los médicos en este caso hayan realizado una buena labor. Dios ha permitido que los dos superen los percances, ¡Que Dios permita que ambos vuelvan pronto a vestirse de luces!