Esta noche Pablo Hermoso de Mendoza estuvo simplemente espectacular. El primer toro que le tocó en suerte, fue "Salerito", con 470 kilos, de Fernando de la Mora. Un toro que colaboró de principio a fin con el rejoneador. Nunca se cansó de embestir, extraordinario para rejones. Pablo, montado en sus hermosos caballos "Napoleón", "Disparate", "Viriato" y "Pirata", pudo lucirse en cada una de las suertes de manera impecable.
Todo le salió perfecto gracias a la colaboración del toro, pero el momento cumbre de la noche, fue cuando, montado en "Disparate" ejecutó la "hermosina", de manera verdaderamente emocionante, ya que el toro acometía con una velocidad considerable y Pablo lo llevaba toreado de costado, alternando las grupas y templándolo de forma impresionante.
Un gran momento que puso de pie a toda la plaza. Pablo pudo lucirse plenamente en rejones de castigo, quiebros, banderillas, banderillas cortas y banderillas a dos manos. El toro ideal para el mejor rejoneador del mundo. A la hora de matar, la gente empezó a pedir el indulto y el juez lo concedió. Un gran toro que cayó en las mejores manos. Orejas y rabo simbólicos para Pablo Hermoso de Mendoza.
El segundo toro de Pablo, "Afortunado" (cuarto de la noche) de Fernando de la Mora, sin ser de la calidad del primero, también lo dejó estar. Pablo montado en "Churumay", "Manolete", "Habanero" y "Pirata", pudo lucirse sobre todo en banderillas de frente, luego toreando de costado y metiéndose por dentro de tablas para rematar la suerte.
Lamentablemente la "hermosina" no se pudo concretar, ya que el toro no acudió, se fue para abajo. Pero "Habanero" se pudo lucir en piruetas muy comprometidas y cerradas en tablas y luego, para terminar, "Pirata", rodando muy cerca del toro, para que pusiera banderillas cortas, banderillas a dos manos e hiciera el teléfono. Lamentablemente, Pablo no estuvo certero con el rejón de muerte, colocándolo muy caído, escuchando un aviso y atinando al segundo intento de descabello. De esta manera, perdió los trofeos de su segundo toro. Aún así la gente lo despidió con palmas.
Alejandro Amaya toreó al primer toro de la noche "Pimpas", de Javier Garfias, con 515 kilos. El toro no permitió gran lucimiento al matador, que de salida iba bien, pero pronto empezó a pensar mucho cada una de sus embestidas, frenándose y luego embistiendo otra vez bien, por lo que no podía ni haber continuidad en las tandas, ni confiarse el torero. Alejandro estuvo valiente, cruzándose mucho, pero al toro le faltaba emotividad. Lo mató de un pinchazo y luego una estocada entera un poco trasera.
Su segundo toro, tercero de la noche, fue "Jaranero", con 465 kilos, de la ganadería de Golondrinas (no pudo lidiar el de Javier Garfias que estaba programado, ya que éste resultó lastimado en una pelea en los corrales). Pero resulta que “Jaranero” fue un muy buen toro que se dejó hacer. Alejandro inició con unas chicuelinas muy bonitas.
El toro empujó al caballo y casi provoca un tumbo, tras ésto, Amaya pudo lucirse en los medios con unos mandiles muy suaves, con mucho arte, rematados con una hermosa media verónica. Luego, la faena de muleta empezó con cinco pases por alto, muy quieto, y el toro iba bien, luego tanda de derechazos muy templados y un molinete. También lo probó por el lado izquierdo, pero embestía un poco descompuesto y era quedado por ese lado.
El toro empezaba a perder fuerza, y pese a que Amaya lo toreó con mucho arte, no logró llevar la faena al nivel que todos hubiéramos deseado. Lo bueno fue que mató con una excelente estocada y el toro cayó de inmediato, concediéndole el juez una muy merecida oreja. Considero que es muy importante en todas las plazas respetar a la autoridad, ya que pese a que el juez otorgó una oreja, la cual merecía absolutamente, Amaya terminó con dos, cortada la segunda a decisión de sabrá Dios quién. Y como consecuencia, saliendo a hombros junto a Pablo Hermoso de Mendoza. Ojo, Amaya estuvo muy bien, toreó con mucho arte y mató muy bien, pero lo justo era una oreja, misma que fue la que el juez concedió.
Estas situaciones son las que hacen que ciertos públicos tengan la fama de villamelones, y yo deseo con toda mi alma que la Plaza de Cancún se consolide como una plaza seria con un público exigente.