Consciente de lo que representaba presentarse en la Monumental, Javier Castro se mostró con gran actitud, y a pesar de sus escasas siete novilladas el torero de la tierra logró un vistoso y por momentos estético toreo con su primer enemigo.

Su labor muleteril fue bien aquilatada por un público que observó una gran actitud en el chaval, aunque sueltos Castro logró muletazos de calidad por ambos pitones. Como colofón de su faena y aguantando los parones del novillo ejecutó temerarios pases por alto, después de sepultar el acero recibió la única oreja del festejo.

Con el segundo de su lote, Castro salió dispuesto a ratificar el triunfo y para ello  ejecutó con cadencia lentas verónicas para luego ejecutar un quite por gaoneas  en el que fue prendido sin consecuencias, sin mirarse la ropa ejecutó temerarias saltilleras.

Su labor con la muleta estuvo llena de dramatismo y determinación, ello ante un novillo verdaderamente infumable que en todo momento buscó echarle mano al hidrocálido. A pesar de lo anterior, por su voluntad y torerismo, fue llamado a saludar en el tercio.

Delante del tercero de la tarde, de manera temeraria y apenas con cuatro novilladas en su haber, el michoacano Antonio Mendoza se fue a los medios para recibir con una larga en la que estuvo a punto de ser prendido, sin embargo en el terreno de las tablas repitió los procedimientos. Su labor con el percal fue complementada con un ajustado quite por chicuelinas.

Interesante inicio de faena al ejecutar en el terreno de los tercios temerarios pases por alto que proyectaron enormidades a los tendidos. Poco a poco fue sometiendo a un novillos que se colaba en todo momento, con una gran determinación aguantó en varias ocasiones hasta ser alcanzado por el de Real de Saltillo.

Por momentos, Mendoza manifestó un valor inconsciente al grado de ser prendido de fea manera hasta en tres ocasiones. No obstante, el delgado novillero siempre se mantuvo en los terrenos comprometidos. Sin duda que con mayor rodaje este jovencito peleará las palmas a sus alternantes. Luego de fallar con el acero saludó en el tercio.

Lamentablemente, con el que cerró plaza las cosas no cambiaron, a pesar de la gran voluntad del novillero la materia prima dejó mucho que desear. Al final de su labor escuchó palmas de estímulo tras los fallos con la espada.


Antonio Lomelín apenas pudo lucir con el capote ante el ejemplar que abrió plaza, y aunque por momentos trató de correr la mano no logró trascender a los tendidos. De manera inexplicable, cuando pudo lucir toreando de muleta, cortó las series por el lado izquierdo. Al final de su primera intervención escuchó leves palmas.

Con el cuarto de la tarde las cosas no cambiaron, un Lomelín que parecía no estar  en la plaza, quizá en su descargo podríamos decir que su enemigo mostró complicaciones. El novillero de dinastía definitivamente deberá reflexionar sobre su fría actuación en Aguascalientes.